Los kurdos en Siria: un pueblo en busca de autonomía

Alfredo Campos

EL PUEBLO KURDO CONTRA LA GEOPOLÍTICA Y LAS FRONTERAS

Un viejo proverbio kurdo dice que «Los kurdos no tienen más amigos que las montañas» y aunque esto no es del todo cierto, refleja una imagen bastante fiel de la trayectoria que ha seguido este pueblo indígena de Asia Menor y Oriente Medio, cuya población asciende a unos 40 millones de personas y se extiende fundamentalmente por cuatro estados: Turquía, Irán, Iraq y Siria. Por ello, no es de extrañar que el pueblo kurdo constituya la minoría étnica más grande sin estado del mundo. Bien es cierto que más de la mitad de su población encuentra localizada entre Turquía e Irán, alcanzando en Siria una cifra no tan notable de 2 millones de habitantes. El pueblo kurdo constituye un colectivo heterogéneo y poco cohesionado desde el punto de vista étnico, que aún hoy en día se rige por costumbres ancestrales, marcado por un notable carácter tribal y nómada, lo que ha dificultado extraordinariamente la forja de una identidad kurda y sobre todo, el establecimiento de un estado al margen de tímidos intentos de autonomía siempre encorsetados dentro de las fronteras de los estados ya constituidos en la región. El pueblo kurdo ha tenido que luchar a lo largo de la historia contra unas circunstancias geopolíticas adversas, lo que ha determinado su discriminación y persecución por gobernantes de todo tipo. Hoy en día, afronta el reto de alcanzar su autonomía en el marco de las devastadoras guerras que asolan Oriente Medio. En Siria, el futuro de este pueblo está marcado por la incertidumbre al haberse visto inmerso en un entramado de intrigas y alianzas en las que no siempre han elegido compañeros de viaje más adecuados.

Distribución de la población kurda por Oriente Medio. Fuente: Haaretz.

Un vistazo a la historia

Para conocer mejor el devenir de la población kurda en Siria, es necesario retroceder en la historia a los tiempos de la caída del Imperio Otomano después de la Primera Guerra Mundial. Anteriormente, entre los siglos XVI y XIX, los kurdos se habían organizado en regiones semiautónomas llamados principados, consecuencia de la interesada tolerancia otomana, en una región en permanente estado de guerra entre éste último Imperio y el Persa de la dinastía Safávida. Tras su supresión por parte de las autoridades otomanas, surgieron figuras que recogieron el testigo de la reivindicación de la autonomía kurda, como la figura del Sheikh Ubeydullah, que protagonizó una de las primeras revueltas del pueblo kurdo en la era moderna (1889), apoyándose en el poder de las diferentes confederaciones tribales.

Tras la Primera Guerra Mundial, el sultán Mehmet VI firmó el Tratado de Sévres, que establecía entre sus disposiciones el derecho a la autodeterminación de las diferentes etnias que vivían en el imperio y abría la puerta a autodeterminación del pueblo kurdo. De cualquier modo, la delimitación de las fronteras de ese hipotético estado kurdo no era una cuestión pacífica. El diplomático y nacionalista kurdo Mohammed Sherif Pasha, que militaba en la «Sociedad para el Nacimiento del Kurdistán» (Kurdistan Teali Cemiyeti), negoció en la Conferencia de Paz de París un modelo de Kurdistán independiente que no convenció a los sectores nacionalistas ya que excluía la región de Van en favor de Armenia. Emin Ali Bedir Khan, otro destacado líder nacionalista kurdo realizó otra propuesta que incluía Van e incluso una salida al mar por la provincia de Hatay. Ninguna de estas propuestas fue recogida por el tratado, que dibujó finalmente una suerte de Kurdistán cercenado.

No obstante, este Tratado nunca fue ratificado por el parlamento, controlado ya en ese momento por los nacionalistas de Mustafá Kemal «Atatürk» y fue inmediatamente sustituido por el Tratado de Lausanne en 1923, que arrojaba un jarro de agua fría sobre las aspiraciones de autodeterminación kurdas ya que la identidad de este pueblo quedaba englobada en la turca. Se produjo por tanto el desmantelamiento del sistema apuntado por el Tratado de Sévres, distribuyéndose la población kurda entre los cuatro estados del área geográfica ya citados anteriormente, lo cual iba a dejar abiertas las heridas de un conflicto latente, como posteriormente la historia vendría a demostrar.

Imágenes 2-3: mapa de las disposiciones de los Tratados de Sévres (1920) y Lausanne (1923) Fuente: Wikipedia.

La forja de la identidad kurda durante el protectorado francés 

Los kurdos de Siria procede de la diáspora que provocó la represión orquestada por la joven república turca liderada por Kemal Atatürk entre los años 1924 y 1938. Históricamente, han ocupado la parte norte del país, a lo largo de las fronteras con Turquía e Iraq. La población kurda de Siria se distribuyó principalmente en 3 áreas geográficas: Kurd Dagh (montañas kurdas) en la esquina noroeste del país que es la región olivarera por excelencia, el entorno de la localidad de Kobane y el saliente noreste de la Jazira, que es considerado como el «granero» de Siria. También podemos encontrar importantes núcleos de población kurda en las ciudades de Alepo, Homs y Damasco; de éstos últimos se dice incluso que su presencia se remonta a las invasiones del caudillo también kurdo Saladino en el siglo XII.

De izquierda a derecha: kurdo de Diyarbakir, Mardin y Jazira, 1873. Fuente: Wikipedia.

Conforme a las previsiones del Acuerdo de Sykes-Picot suscrito entre las potencias vencedoras de la Primera Guerra Mundial, la Sociedad de Naciones otorgó a Francia un protectorado sobre el territorio de lo que es actualmente Siria. Como ya se indicó anteriormente, aunque la presencia kurda en Siria se remonta a un período anterior al protectorado, es durante la presencia francesa cuando se consolida la noción de “pueblo kurdo” como grupo nacional con cierta identidad propia. Tradicionalmente, la identidad kurda reposaba más bien sobre lealtades tribales y redes clientelares, como sucedía con otros grupos étnicos dentro del sistema otomano.

En 1927 se constituye la «Liga Khoybun» («Xoybûn», “uno mismo” en kurdo) que pretende romper con este viejo sistema y avanzar hacia una verdadera identidad kurda. La Liga estaba formada por intelectuales, antiguos oficiales del ejército, sheikhs y líderes tribales; muchos de los cuáles habían huido de Turquía tras la fallida revuelta de 1925 de Sheikh Said. Por ello, la Liga fue acogida con entusiasmo en las regiones de Jazira y Damasco, allí donde había más refugiados kurdos de Turquía. Las autoridades francesas por su parte, lejos de actuar contra este movimiento, permitieron sus acciones en favor de la movilización del pueblo kurdo ya que en algún momento podría ser de su conveniencia su instrumentalización contra Turquía ya que en aquellos momentos no estaba claramente delimitada la frontera entre Siria y Turquía lo que generaba tensiones entre ambas partes. El movimiento, de hecho, apoyó la «Revuelta de Ararat» (1927-30) y cuando fue aplastada militarmente, sus líderes retomaron sus labores culturales e intelectuales. Destacados miembros de este período fueron los hermanos Jaladet y Kamuran, de una saga que ya mencioné anteriormente que no es otra que la de los Bedir Khan.

Hermanos Bedir Khan. Wikipedia.

Pero las élites de Jazira aspiraban a algo más que a ver reconocidos sus derechos culturales ya que ansiaban un modelo de autonomía similar a la concedida a los Drusos de Jabal al-Druze o a los Alawitas de Latakia a principios de siglo. No hay que olvidar que en la región de Jazira la presencia del estado era todavía mínima e incluso las autoridades francesas no tomaron el control total de la región hasta 1927. La gota que colmó el vaso fue el acuerdo franco-sirio de 1936 que prácticamente entregaba el poder a la mayoría árabe lo que ya en 1937 provocó una revuelta kurda que fue sofocada.

De cualquier manera, el legado francés en Siria fue una sociedad totalmente dividida y fragmentada, consecuencia de la práctica extendida de la táctica del “divide y vencerás”, con fuertes tensiones entre el centro y la periferia.

El auge de los partidos políticos kurdos 

La República de Siria logra la independencia plena en el año 1946. Inmediatamente después, se abre paso a un período de gran incertidumbre política en el que los golpes de estado militares se suceden uno detrás de otro. Durante este período, dos de los presidentes autoritarios fueron de etnia kurda. Al mismo tiempo que la idea del nacionalismo árabe comenzaba a impregnar todos los ámbitos de la sociedad y las instituciones, los kurdos que formaban la principal minoría no árabe comenzaron a ser percibidos como una amenaza. Eran los tiempos de las primeras guerras árabe-israelíes y de la Guerra Fría, en el que las ideas del nacionalismo árabe, el socialismo y el pan-arabismo jugaron un papel determinante.

El extraordinario desarrollo agrícola que experimentó la región kurda de Jazira en los años 50, vino a cimentar el poder de los grandes terratenientes y consecuentemente, sentó las bases para la expansión del nacionalismo kurdo. Los antiguos líderes de Khoybûn, desaparecidos de la escena política o integrados en otros partidos como el partido comunista, dieron paso a nuevas formaciones políticas. Así, en el año 1957 se funda el “Partido Democrático de los Kurdos en Siria” (KDPS), matriz de la práctica totalidad de los partidos kurdos de Siria, con aspiraciones de representar los intereses de toda la comunidad kurda. Fue fundado por destacados líderes como Osman Sabri, Nur al-din Zaza y Daham Miro.

El partido estaba afiliado al Partido del Kurdistán Democrático de Iraq (KDP) fundado en 1946 por Mustafa Barzani y de hecho, su implantación en Siria fue supervisada por el propio Jalal Talabani durante su estancia como refugiado en los años 50. En todo caso, el partido fue desmantelado en 1960 y sus líderes encarcelados acusados de separatismo.

Durante la estancia de sus líderes en prisión, la formación política sufrió una escisión. Por un lado, se configuró el “ala derecha” en torno a los líderes Nur al-Din Zaza y Abdel Hamid Darwish. Esta facción consideraba a los kurdos más una minoría que una nación en sí. Este partido tomaría después el nombre de “Partido Democrático Progresivo Kurdo en Siria” ( KDPPS), manteniendo excelentes relaciones con el PUK de Iraq, que a su vez es una escisión del PDK de los seguidores de Jalal Talabani (1974). Por otro lado, la facción de Osman Sabri seguía la tesis de que la nación kurda era la idea central de la acción política, constituyendo la denominada “ala izquierda” junto a otros destacados líderes como Salah Badruddin. Este partido se alineó también con el PUK pero más bien por razones ideológicas ya que ambos partidos había adoptado el marxismo-leninismo.

Por si fuera poco, un intento de mediación de Mustafá Barzani en el año 1970, tratando de atraer a las formaciones políticas kurdas sirias hacia la órbita de su propio partido, derivó en la aparición de una tercera escisión denominada KDPS el-Parti, partido de centro y de tendencia conservadora liderado por Daham Miro.

Logo PDKS. Wikipedia. Logo KDPPS. Wikipedia.

Los partidos políticos kurdos en la era del ba´ath 

Todas estas formaciones políticas nacieron en un entorno de creciente hostilidad ya que el panorama político estaba dominado por el nacionalismo árabe. Tras la disolución de la República Árabe Unida en 1961, la represión contra los kurdos se intensificó. El punto culminante fue en el año 1962, cuando más de 100.000 ciudadanos kurdos de Jazira fueron privados de su nacionalidad en lo que algunos autores vieron como un intento de controlar la región por parte del gobierno central. Este movimiento de Damasco se explica en función de dos circunstancias del momento: la revuelta de Barzani en el vecino Kurdistán iraquí, controlado importantes extensiones de territorio en aquel país y los temores de las autoridades sirias a que se extendiera también a Siria y, por otro lado, los intereses económicos que ya se vislumbraban en la Jazira, considerada el granero de Siria, donde también se habían descubierto yacimientos de petróleo.

Así, el gobierno promulgó el Decreto Legislativo nº 93 de 23 de Agosto de 1962 que obligaba a todos los kurdos de la provincia de Hasakah (Jazira) que no querían perder su nacionalidad, a registrarse en un período de tiempo excepcionalmente corto. El principal requisito a demostrar es que residían en la región desde al menos el año 1945. Dada la dificultad de registrarse de manera exitosa a través de este mecanismo, unos 120.000 kurdos perdieron la nacionalidad siria (aproximadamente el 20% de la población). Estos ciudadanos pasaron a denominarse ajanib (extranjeros), considerados inmigrantes de la vecina Turquía, viendo limitados de manera notable algunos de sus derechos básicos como la educación, la propiedad, la participación política…,etc. Los kurdos que ni siquiera participaron en el censo se convirtieron en maktumin (apátridas), virtualmente inexistentes de cara a las autoridades con un estatus incluso inferior al de los ajanib. La inmediata consecuencia de ello fue que muchos propietarios de terrenos, al verse privados de su nacionalidad, perdieron el derecho a la propiedad sobre sus posesiones y fueron reemplazados por “colonos” de etnia árabe.

Este proceso se aceleraría en los años 70, con el traslado de familias árabes a la región debido a la construcción de la presa de Tabqa en el Eúfrates. La llegada del partido Ba´ath al poder, no hizo sino incrementar el ritmo del proceso de “arabización” de la región. Considerados los kurdos una amenaza para la integridad de la nación árabe, en la línea de los dispuesto en el Decreto de 1962, las autoridades pusieron en práctica un plan para crear un “cinturón árabe” que no era otra cosa que una franja de 280 km de largo y 10-15 km de ancho de tierra cultivable a lo largo de la frontera con Turquía, reemplazando a la población kurda por colonos árabes del interior. El plan no se puso en marcha hasta los años 70 y aunque posteriormente se paralizó en 1976, se mantuvo el status quo.

El 6 de noviembre de 1970, Hafez al-Assad llegó al poder mediante un golpe de estado. De acuerdo con la Constitución de la República Árabe Siria, adoptada en 1973, el Ba´Ath se constituía como el principal partido político del país. Assad construye un régimen autocrático, ciertamente paternalista, en torno a la figura de su propio clan familiar. Mientras tanto, los partidos kurdos, herederos del KDPS, buscan canalizar la aspiración de la población de una identidad kurda pero sin ponerse de acuerdo en el camino a seguir. Especialmente conflictivas son dos cuestiones: qué solución política sería la más adecuada para materializar la identidad kurda; el viejo dilema de minoría versus nacionalidad y qué postura adoptar ante el gobierno de Damasco. En esta disputa, sólo el KDPPS de Darwish abogaba por la inclusión de los kurdos como una minoría en la sociedad siria. Los otros dos partidos anteriormente mencionados del “ala izquierda” reivindicaron la idea de que el pueblo kurdo de Siria constituye una nación. A lo largo de los años 1970, estos partidos iban a protagonizar importantes desacuerdos ideológicos que iban a fragmentar aún más el movimiento kurdo.

La irrupción del pkk en el panorama político 

En 1978 nace el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) en Turquía. La recién creada formación política tenía su base ideológica en el marxismo-leninismo impregnado con un fuerte poso de nacionalismo kurdo. Tras el golpe militar de 1980 propiciado por el general Kenan Evren en Turquía, las autoridades de Damasco ofrecen asilo al líder del PKK, Abdullah Öcalan, en una clara jugada estratégica. Siria albergaba viejos recelos hacia Turquía, motivados por la pérdida de Hatay (Alejandreta) en favor del país otomano, así como por las gestión de los recursos hídricos del Alto Eúfrates.

La presencia y establecimiento del PKK en Turquía modificó el movimiento kurdo para siempre. De hecho, el PKK se volvió muy popular, especialmente entre los jóvenes kurdos, circunstancia que se veía favorecida por la tolerancia mostrada por las autoridades sirias a la movilización política de este grupo, liberado de las restricciones a las que eran sometidas otras formaciones. El PKK por su parte utilizaba el suelo sirio como santuario en su lucha contra las fuerzas turcas y se calcula que durante esos años, cerca de 7000 jóvenes kurdos-sirios fueron víctimas de ese conflicto. La presencia e influencia del PKK fue tan grande que se manifestó incluso en expresiones culturales como la celebración del Newroz o Año Nuevo, pasando a ser de un evento privado a una manifestación pública o el comienzo de la utilización de los colores rojo,verde, amarillo y blanco en los eventos de música y danza, como expresión de la identidad kurda.

El resto de formaciones políticas perdieron completamente la iniciativa dentro del movimiento kurdo, arrollados por el empuje del PKK. No obstante, la paciencia de Turquía llegaba a su fin y las autoridades sirias, temiendo una invasión turca, expulsaron al PKK y a su líder del suelo sirio en 1998. Comenzaba así una nueva fase para el movimiento kurdo.

Una de las últimas fotografías de Ocalan antes de abandonar Damasco. http://www.kurder.dk

De la primavera de damasco a la revuelta de qamishlo 

La marcha del PKK junto con el descrédito de los viejos partidos kurdos abrió la puerta a la aparición de una serie de nuevas formaciones políticas a comienzos del año 2000. En junio de ese mismo año muere Hafez al-Assad, dando paso a una etapa en la historia de Siria que se conoce como la “Primavera de Damasco”. A Hafez le sucede su hijo Bashar al-Assad, un oftalmólogo que vive en Londres, poco experimentado en política, que disparó las esperanzas de cambio en amplios sectores de la oposición. Durante los primeros meses de su mandato, se abrieron ciertamente espacios para el debate político y un importante número de intelectuales suscribió un manifiesto pidiendo la cancelación del estado de emergencia vigente desde 1963. Centenares de presos políticos fueron puestos en libertad. No obstante, a finales de ese mismo año, la etapa de tímidos gestos aperturistas llegó a su fin de manera abrupta con la detención de 10 destacados intelectuales.

En lo que respecta al movimiento kurdo, aparecen nuevos partidos como el “Partido de la Unidad Kurda en Siria”, también llamado Yekîtî, fundado por críticos del líder Salah Badruddin. Partidos como Yekîtî , fundados por miembros del “ala izquierda” y la “ala derecha” del movimiento kurdo, aunque de extracción ciertamente elitista, llevaban la cuestión kurda y la reivindicación de un Kurdistán Sirio, como puntos fundamentales en su agenda política. Desde su fundación, adoptaron una decidida estrategia de visibilizar la “causa kurda” a través de campañas públicas y movilizaciones. De hecho, el partido tenía buena acogida en las zonas urbanas y demostró gran habilidad en la movilización de los jóvenes kurdos.

En el año 2003, el “Partido de la Unión Democrática” (PYD) irrumpe en la escena política kurda y se erige como sucesor de la sección siria del PKK. No obstante, a diferencia de aquel, las actividades de éste no contaban con el beneplácito de las autoridades sirias. El movimiento kurdo se organizó en torno a tres coaliciones en función de su actitud hacia las autoridades sirias: “Comité de Coordinación” que agrupaba a formaciones como el PYD y Yekîtî, entre otras, adoptando la posición más combativa hacia Damasco, la “Alianza Kurda” liderada por el veterano líder del KDPPS, Hamid Darwish; con una actitud más conciliadora y el “Frente Democrático Kurdo” que abogaba por una postura intermedia.

En el año 2004, durante la celebración de un partido de fútbol en Qamishli, dio comienzo una de las revueltas kurdas más importantes de Siria hasta ese momento. El equipo de fútbol de Qamishli jugaba en casa contra el equipo de Deir al-Zor como visitante. Surgieron tensiones entre los aficionados kurdos del equipo local y los árabes del equipo visitante a cuenta de que al parecer, los segundos comenzaron a ondear carteles de Saddam Hussein y proferir cánticos contra los líderes kurdos Masoud Barzani y Jalal Talabani. Los seguidores del Qamishlo, por su parte, respondieron con cánticos en favor del presidente norteamericano del momento George W. Bush. La trifulca derivó en una batalla campal en la que intervinieron las fuerzas de seguridad que emplearon fuego real, causando la muerte de al menos 7 kurdos. Este incidente fue la mecha que prendió una revuelta más grande que se extendió a otras ciudades kurdas del Norte de Siria como al-Qahtaniya, al-Malkiya, y `Amuda e incluso movilizó algunos sectores kurdos de la sociedad damascena. El balance de la revuelta, que duró del 12 al 25 de marzo, dió el resultado de 43 muertos (7 de ellos árabes), cientos de heridos y más de 2000 kurdos fueron detenidos. La mayoría de los detenidos fueron liberados posteriormente, incluyendo los 312 presos que fueron liberados en la amnistía anunciada por el presidente Bashar al-Asad el 30 de Marzo de 2005.

Qamishli uprising, 2004. https://www.liveleak.com/view?i=ced_1421599390

El movimiento kurdo afrontó estos acontecimientos con escasa unidad, como ya venía siendo tradicional. Mientras partidos como el PYD o Yekîtî llamaban a la resistencia, el resto de formaciones políticas adoptaron nuevamente una posición más complaciente con las autoridades de Damasco, cuando incluso la cuestión kurda comenzaba a ser incluída en las agendas de otros partidos políticos de la oposición siria. Esto influyó de manera ostensible en allanar el camino del PYD hacia una posición casi hegemónica en el panorama político sirio. Al calor de la revuelta de Qamislhi se alzaron voces como la del Sheikh Ma´shouq al-Khaznawi, reconocida autoridad religiosa de Jazira, que posteriormente fue secuestrado y asesinado. Un año después, dos nuevos partidos políticos kurdos nacieron: “Partido de la Libertad Kurda” llamado Azadî y el “Movimiento Futuro” de Mishaal Tammo. Ambas formaciones se integraron en el “Comité de Coordinación”, que como ya vimos anteriormente, era el bloque más combativo dentro del movimiento kurdo. La Revuelta de Qamishli abrió un nuevo capítulo del activismo kurdo hacia un camino de mayor confrontación.

El levantamiento de 2011 y el camino hacia la autonomía 

En marzo de 2011 estallan las protestas en Siria, tal y como había sucedido de manera sucesiva en Túnez, Egipto, Yemen, Bahrein y Libia. Esta serie de protestas se denominaron con carácter general “Primavera Árabe”. En Siria, el arresto y posterior tortura de un grupo de adolescentes en Deraa por parte de las autoridades, marca el pistoletazo de salida para unas movilizaciones populares que se extendieron por todo el país. El levantamiento fue aprovechado por grupos opositores de todo tipo y orientación ideológica y los kurdos no iban a permanecer al margen. Los partidos kurdos permanecieron en relativo silencio durante la primavera de 2011, en parte debido a la desconfianza mutua que existía entre éstos y el resto de formaciones pertenecientes a la oposición siria. Sólo los partidos kurdos más reivindicativos como el Movimiento Futuro, Yekîtî o Azadî apoyaron las manifestaciones populares.

Esta indecisión fue muy hábilmente gestionada por Damasco, temiendo por su propia caída maniobró con una serie de guiños hacia el pueblo kurdo con el fin de producir un acercamiento; como la aprobación el 7 de abril de 2011 del Decreto nº 49 del presidente Al-Asad por el que se permitía a los kurdos de la gobernación de Hasakah registrados como extranjeros (ajanib), acceder a la nacionalidad siria. Seguían quedando excluídos de la aplicación de este decreto los más de 100.000 kurdos considerados apátridas (maktumin). Los kurdos que accedían a la nacionalidad, en contraprestación tenían que cumplir con sus obligaciones militares. Del mismo modo, se anulaba el Decreto Legislativo 49 de 2008 por el que se restringía la propiedad y la venta de tierras en las áreas fronterizas kurdas.

La mayor parte de los partidos kurdos se organizaron en torno al Consejo Nacional Kurdo (KNC), que se había constituído en octubre de 2011 bajo los auspicios de Massoud Barzani. Sólo algunos partidos como el Movimiento Futuro, que durante un tiempo formó parte de la coalición opositora “Consejo Nacional Sirio” y cuyo líder Mashaal Tammo fue posteriormente asesinado en 2012.

Logo K.N.C. Wikipedia. Imagen 12: logo P.Y.D. Wikipedia.

El PYD comenzó a fortalecer su posición en las áreas kurdas de Siria; Salih Muslim regresó del exilio en Iraq y se puso al frente de la formación política. A medida que la revuelta siria se tornó más violenta y compleja, derivando en un conflicto armado con varias dimensiones, local e internacional, el PYD adquirió una posición de ventaja respecto de otras formaciones políticas kurdas ya que contaba con una rama militar muy eficaz. A raíz de la revuelta de Qamishli, ya habían constituído anteriormente unas milicias denominadas Unidades de Protección Popular (YPG – Yekîneyên Parastina Gel) con el apoyo del PKK. En el año 2012 constituyeron igualmente una unidad militar femenina denominada Unidades de Protección Femeninas (YPJ – Yekîneyên Parastina Jin).

Saleh Muslim. Wikipedia. Imagen 14: bandera YPG. Wikipedia. Imagen 14: bandera YPJ. Wikipedia.

Ante la situación adversa que se le presenta en el terreno militar al gobierno sirio a mediados de 2012, las fuerzas armadas efectúan un repliegue táctico abandonando el norte de Siria en agosto de 2012 para concentrar sus fuerzas en el centro y sur del país. La milicia de las YPG aprovecha este movimiento para ocupar las áreas de población kurda. Este movimiento provocó no pocos recelos en las restantes facciones kurdas. Un mes antes, se había creado el Comité Supremo Kurdo (KSC) que aglutinaba a las dos principales corrientes enfrentadas dentro del movimiento kurdo: el PYD y el Consejo Nacional Kurdo. El acuerdo fue posible gracias una vez más a la mediación de Barzani y se convirtió en el órgano de gobierno de facto de los enclaves kurdos en el norte de Siria. Pero a lo largo de 2013, el papel del Comité Supremo Kurdo se reveló completamente ineficaz ya que el PYD tomó de manera decidida la iniciativa para construir una sistema político alternativo que tomara el camino hacia la autodeterminación de las áreas kurdas del norte de Siria, en una unidad administrativa denominada Rojava.

Evolución de la autonomía kurda al norte de Siria entre los años 2014-16 Wikipedia.

En Noviembre de 2013, el PYD declaró la autonomía de manera unilateral respecto de los tres cantones que conforman la Rojava: Afrin, Kobane y Jazira. Pese a la creación por parte de otras formaciones políticas de unidades paramilitares para tratar de contrarrestar al PYD, como es el caso de los Peshmergas de Rojava del KDPS, la hegemonía de aquella formación política nunca se ha visto amenazada dentro del movimiento kurdo.

Otro factor que ha apuntalado el poder del PYD en el norte de Siria es su eficacia en la lucha contra el Estado Islámico. El Estado Islámico se había convertido en la principal amenaza para el dominio del PYD en el norte de Siria pero fue claramente derrotado durante el invierno de 2014-15 en el feudo de Kobane. A lo largo de 2015 las YPG lograron unir territorialmente los cantones de Yazira y Kobane. A medida que los kurdos se revelaban como un recurso imprescindible en la lucha contra el Estado Islámico por parte de la Coalición Internacional liderada por Estados Unidos, las YPG recibían má apoyo y adiestramiento por parte de esta última nación. Paradójicamente, se produjo esta alianza de conveniencia entre Estados Unidos y el PYD, a pesar de sus vínculos con el PKK, considerado organización terrorista por los norteamericanos. Es por ello que el PYD ha sido sistemáticamente excluído de cualquier iniciativa o negociación de paz hasta primeros de 2017.

Fruto de esta extraña colaboración con Estados Unidos y también para tratar de desterrar la imagen de un movimiento hegemónico exclusivamente kurdo en el norte de Siria, se forma el Movimiento por una Sociedad Democrática (TEV-DEM), superando el papel del Consejo Nacional Kurdo, con un pretendido carácter confederal y multiétnico. Al mismo tiempo, se crean paralelamente unas fuerzas militares multiétnicas llamada las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF), patrocinadas por la coalición internacional, para trata de marcar las distancias del movimiento kurdo en la contienda contra el Estado Islámico.

Emblema SDF. Wikipedia. Imagen 18: Consejo Sirio Democrático, rama política SDF. Wikipedia.
Fuerzas Democráticas Sirias. Fuente: Twitter @ThomasVLinge

No obstante, las relaciones con otras sensibilidades políticas del movimiento kurdo, que acusan a las YPG y a la unidad policial del PYD, los asayîs, de constantes campañas de hostigamiento y cierre de sedes, a día de hoy siguen siendo bastante tensas. En todo caso, las alianzas o afinidades de los diferentes partidos políticos a lo largo del conflicto sirio, pueden medirse en función de mayor o menor apoyo que pudieran obtener de agentes externos dada la naturaleza y características del propio conflicto.

El último término que viene a complicar aún más la ecuación para el movimiento kurdo es la posición del incómodo vecino del norte: Turquía. Recelosos del éxito del experimento de autodeterminación kurda en Rojava, la implicación de Turquía en la guerra de Siria ha ido in crescendo hasta que en el verano de 2015, aprovechando el momento de su participación en la coalición internacional contra el Estado Islámico, rompió el alto el fuego que mantenía con el PKK y comenzó a combatir tanto a este grupo como al PYD al mismo tiempo. A finales de 2016, tropas turcas atravesaron la frontera siria supuestamente para apoyar a las milicias afines englobadas en el opositor Ejército Libre Sirio. En realidad, Turquía lo que pretendía con este movimiento englobado en lo que se conoce como la operación “Escudo del Eúfrates” era establecer un buffer de separación que impidiera a los kurdos conectar los cantones de Afrin y Kobane, lo que daría a las YPG el control total de la frontera entre Siria y Turquía pudiendo establecer un santuario para el PKK en este área.

Mapa de la Operación Escudo del Eúfrates. Dic,2016. Fuente: LongWarJournal

Un futuro incierto

En definitiva, el futuro del pueblo kurdo en Siria se revela del todo incierto. Pese a haber sacado un enorme provecho de la retirada estratégica del gobierno en los albores del conflicto sirio y haberse revelado en una herramienta muy eficaz en la lucha contra el estado islámico en todo momento, no son pocas las amenazas que se ciernen sobre las ansias de independencia del pueblo kurdo en Siria. Bien es cierto que la formación que actualmente lidera el proceso hacia la autodeterminación, el PYD, no se libra de ser percibido como un proxy del PKK a pesar del lavado de cara efectuado a través de la creación de las SDF para combatir al Estado Islámico.
También es cierto que los kurdos, a través de las SDF han recibido apoyos y cierto reconocimiento internacional por parte de Estados Unidos, incluso de Rusia.

No obstante, existen otros factores que dificultan una transición hacia la autodeterminación del norte de la Siria kurda. El mantenimiento de la integridad territorial de Siria es percibido así como un bien muy preciado al que no están dispuestos a renunciar el propio gobierno sirio y las potencias extranjeras aunque por diferentes razones. Turquía no parece dispuesta a consentir una Rojava independiente que constituya un refugio para el PKK desde el que lanzar sus acciones armadas en territorio turco. Hacia este fin va dirigida la reciente operación “Olive Branch” desplegada por el ejército turco en el cantón de Afrin dando cobertura a milicias afines. La importante posición geoestratégica del estado otomano, le sitúan en una situación de poder capaz de presionar a las grandes potencias como Estados Unidos o Rusia. Además, un hipotético reconocimiento de la independencia de una entidad kurda en la zona, tampoco sería bien visto por estados como Irán, que alberga una importante comunidad kurda, ya que podría encender la mecha del nacionalismo en la región con efectos aún más desestabilizadores para todo Oriente Medio.

Diferente cuestión es que los kurdos de Siria alcancen cierto grado de autonomía como el ya alcanzado, tolerado ya en cierto modo por Damasco y vigilado muy de cerca por Ankara. El éxito de la viabilidad de un proyecto de autonomía para el pueblo kurdo de Siria pasa a mi juicio por resolver cuestiones recurrentes tales como la inclusión de la mayoría de las sensibilidades políticas existentes dentro del movimiento kurdo, no sólo la del PYD, así como asegurar la convivencia con otras comunidades que conviven en la zona, como la turcomana, la siríaca y fundamentalmente, la árabe. Esta última cuestión, aunque no suficientemente abordada, requiere especial atención ya que los recelos entre las comunidades kurda y árabe vienen de lejos y podrían abrir el camino hacia un nuevo conflicto en la región cuando aún no ha terminado el actual.

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