Por Anibal Garzón
El mayor atentado terrorista que ha sufrido la ciudad de Barcelona en el siglo XXI ha tenido sus escalofriantes consecuencias negativas que son reiteradas en los medios de comunicación. 15 muertos de diversas nacionalidades, algunos tristemente menores de edad, y decenas de heridos ha producido un sentimiento de escalofrío y dolor apabullante. Posiblemente un dolor que viven diariamente otros pueblos lejanos.
No sería nada nuevo, en un mundo de redes sociales, hablar de lo que todo el mundo ya habla. Por ello, me atrevo, aunque sea demasiado arriesgado por posibles malas interpretaciones a hacer sociología de un fenómeno social vivido estos días en Cataluña, analizando una semana después de los atentados atroces y criminales las posibles consecuencias colaterales provechosas, desde una visión objetiva.
Desde que ocurriera el atropello en Las Ramblas de Barcelona la tarde del jueves 17 de agosto, se han desarrollado varias acciones sociales de suma importancia.
En primer lugar, un fenómeno de tal envergadura ha dado margen a poder examinar la profesionalidad de los medios de comunicación e incluso el uso de las redes sociales. Un experto en comunicación, Pascual Serrano, en su artículo «Urgencias del periodismo tras el atentado en Las Ramblas» detalla la falta de rigor y veracidad de muchos medios por el morbo de la inmediatez por encima de la confusa realidad. Un periodismo que en lugar de informar con pruebas su mantenimiento de audiencia ha hecho generar errores constantes y confusión en la población. Además, el análisis de la comunicación no ha estado exento de cierta metodología comparativa entre la prensa española con la prensa internacional sobre las portadas de las ediciones de los diarios el viernes. Portadas de la prensa española que se parecían a películas de terror haciendo visibles cuerpos de víctimas. El atentado de las Ramblas dejó en evidencia la poca profesionalidad periodística en España y Cataluña.
Otra consecuencia de los atentados fue la eliminación del falso de debate de la turismofobia que se estaba dando en Barcelona las últimas semanas. Un debate que se aceleró con pintadas «Tourist Go Home» o las protesta de la CUP con acciones en un bus turístico. Después del jueves 17, con varios turistas muertos, nadie coherente se ha atrevido a volver a hablar de la turismofobia. Justamente, Barcelona es una de las ciudades más turísticas del mundo, y los atentados no fueron en realidad un ataque hacia la población local como si pudo ser el atentado que sufrió Madrid en 2004. Sabiendo que en Las Ramblas o Cambrils en pleno agosto hay más turistas que autóctonos, los atentados fueron justamente un ataque hacia una sociedad global. Y por ello, hablar ahora de turismofobia sería una falta de respeto a los turistas heridos y fallecidos en el ataque terrorista.
El siguiente acto como acción provechosa colateral fue la respuesta inmediata por parte de vecinos de Barcelona contra la concentración neofascista el viernes 18. Media centena de ultraderechistas de Democracia Nacional y la Falange se ubicaron frente al mercado de la Boquería con el lema «stop islamización de Europa» pero rápidamente más de 300 vecinos hicieron una contramanifestación para que los Mossos de Esquadra les expulsará. Barcelona resucitó su imagen histórica internacional contra el fascismo. Barcelona se volvió a vestir del grito No Pasarán.
La movilización social por los Derechos Humanos, la solidaridad, la interculturalidad, y la fraternidad entre los pueblos, religiones y etnias no solo quedó en este evento antifascista. Durante toda la semana población autóctona, emigrante, islámica, católica, atea,… se ha concentrado en Plaza Cataluña, Las Ramblas, u otros lugares, para demostrar al mundo que Barcelona es una ciudad bien acogedora y pacífica, que apuesta por vencer los estereotipos y prejuicios de relacionar a varios terroristas con más de mil millones de musulmanes que hay en el mundo. Barcelona ha conseguido esta semana relucir su alta cultura democrática como modelo a nivel internacional. Sin obviar comentarios o acciones racistas que se han producido, sobre todo en las redes. Además, la convocatoria de la manifestación multitudinaria que se celebrará el sábado 26 de agosto en Barcelona hará que la ciudad condal sea ese día el centro mundial de la paz, la convivencia, y la solidaridad, como fue la movilización masiva del pasado mes de febrero en solidaridad con los Refugees.
En relación a este apartado, sobre la manifestación del sábado, hay que señalar que a diferencia de las movilizaciones contra los atentados terroristas en otros países, como Francia, finalmente se ha acordado que sea la ciudadanía y las instituciones que han hecho frente a los impactos de los atentados (servicios de seguridad y sanitarios, organizaciones ciudadanas,…) las que encabecen esta manifestación. Una manifestación que representa a la sociedad por encima de las instituciones, que además no sólo deja en segunda plano a la clase política sino que gracias a presiones de organizaciones como la CUP finalmente el monarca español Felipe VI no encabezará esa concentración. La ciudadanía democrática por encima de la monarquía constitucional.
Otra acción colateral, y más allá de centrarnos en el debate de la independencia de Cataluña, tan actual por el Referéndum del 1 de Octubre, es la imagen positiva que se han otorgado las instituciones catalanas para hacer frente a los atentados terroristas. Sin olvidar varias historias anteriores represivas por parte de los Mossos de Esquadra, como contra los estudiantes críticos con el Plan Bolonia, es verdad que los cuerpos de seguridad han realizado un papel activo y comunicativo que ha hecho aumentar su legitimidad en la sociedad catalana. Patricia Plaja, la community manager de los Mossos, elaboró un plan comunicativo que fue contundente, preciso, alertando de prudencia, e informando paso a paso de cada actividad con su información contrastada.
Esa imagen de los Mossos a nivel comunicativo, además de sus acciones de seguridad ciudadana rápidas y efectivas, dio un elevado nivel de confianza a la población local.
Además, el prestigio de su profesionalidad fue también potenciado por sucesos humorísticos en la política como el trending topic del jefe de los Mossos al responder «Bueno, pues molt bé, pues adiós» al periodista que le criticó que hablará en catalán, cuando respondía en el idioma que se le preguntaba. Una imagen que volvió, además, a fortalecer el bilingüismo que hay en Cataluña, pese a las críticas y manipulaciones de la derecha española. En definitiva, el papel de los Mossos ha sido calificado de excelente por varias instituciones internacionales pese a sus limitaciones jurídicas al no ser una fuerza estatal, y eso ha potenciado la imagen de Cataluña en su posibilidad de construir un Estado propio.
Otro de los puntos que ha sido muy visible en las redes sociales, ha sido el crecimiento de la crítica de la sociedad catalana y española en la venta de armamento militar a Arabia Saudí, y las relaciones bilaterales históricas de la monarquía española con el régimen tirano saudí. Unas relaciones potenciadas por el Partido Popular, al igual que con Qatar. No solo se ha criticado la venta de armas de España a Arabia Saudí por su tiranía y su injerencia en Yemen causando una de las mayores crisis humanitarias del siglo XXI, sino también por el vínculo de Arabia Saudí con el terrorismo internacional sunita que se enmarca bajo una doctrina expansionista. Los atentados volvieron a reabrir el debate de mantener España relaciones comerciales con uno de los países que alimenta el terrorismo internacional, y periodistas como Antonio Maestre de La Marea ha dejado claro en varios escritos los vínculos españoles con Qatar y Arabia Saudí.
Es duro decir que por el atentado de Barcelona, y también de Cambrils, se han producido algunos impactos positivos por sus efectos colaterales, pero si cerramos los ojos como ciudadanos científicos hacia ciudadanos sentimentalistas por todo lo ocurrido estos días, jamás podemos analizar con exactitud el contexto social y político. Por ello, algo que todavía no se ha conseguido ni tras el atentado de Madrid, París, Londres, Barcelona,…. es analizar a nivel de conciencia social las verdaderas causas de este terrorismo internacional. Los enemigos están más cerca de lo que pensamos.
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