Los feminicidas también comenzaron contando chistes

Por Daniel Seixo

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La performance «Un violador en tu camino» del colectivo feminista Lastesis, nacía en medio de los cerros que componen el puerto chileno de Valparaíso y nacía también fruto del dolor, la incomprensión y la muerte que tantas veces acompaña a las mujeres chilenas en esas calles. Con los ojos vendados, pero con las conciencias más abiertas y lucidas que nunca, son miles las compañeras que desde entonces se han atrevido a representar esta performance, desafiando con ello en demasiadas ocasiones a unas autoridades o a una masculinidad que sigue viendo en la mujer empoderada y libre una amenaza, un desafío a sus privilegios. No se engañan en cierto modo, «Un violador en tu camino» representa el fin de la impunidad, el fin del privilegio del dominio sexual del patriarcado impuesto por cualquier medio, sea cual sea el precio a pagar.

Turquía, Libano, La India, Estados Unidos, España, Francia… Galiza… La performance se ha representado hasta el momento en un sin fin de naciones y en todas ellas a la valentía de las mujeres que la interpretaban, se ha contrapuesto el miedo y la cobardía de muchos hombres que todavía se niegan a renunciar a una sociedad y a unas costumbres arcaicas. Dicen muchos de ellos que las mujeres son unas exageradas, unas desquiciadas y que se comportan como nazis, dicen de ellas que están locas y que pretenden enfrentarnos a todes, como también lo decían de las sufragistas, el colectivo LGTBI o las personas racializadas cuando simplemente quisieron exigir sus derechos más básicos, cuando simplemente exigieron dignidad ante un sistema que se la negaba. En el estado español, solo un 20% de las personas afectadas denuncia haber sufrido violencia física o sexual, lo que significa que 8 de cada 10 agresiones quedan impunes, solapadas por el miedo, la incomprensión y el dedo amenazante de una sociedad que ante la agresión sexual a la mujer, todavía se muestra desconfiada o incluso agresiva. Una sociedad que pregunta por el tamaño de la falta, el escote o las copas que había bebido esa noche. Una sociedad que bromea en programas de máxima audiencia con chistes sobre violar a una mujer o convierte en el programa más visto de nuestra parrilla a un concurso de telerealidad que ha permitido que el agresor machista consumase una violación en antena. Una sociedad, demasiado enferma todavía como para suponer un lugar seguro para las víctimas.

Que un joven reventase la performance feminista ‘Un violador en tu camino’ en Santiago de Compostela al grito de «¡ahora a casa, que hay que hacer la cena!«, no es gracioso, ni tan siquiera es una anécdota o un tema sobre el que pasar de puntillas, sino que se trata de una clara muestra de la amenaza a la que nos enfrentamos. Una amenaza que nace en los comportamientos llamados micromachismos y que se sustenta y alimenta de la complicidad y la indiferencia para lograr medrar hasta llegar a la violación o el feminicidio, las caras más crueles y despiadadas del sistema patriarcal. El discurso de odio de Vox en las instituciones, los chistes machistas en nuestros grupos de WhatsApp, los insultos y amenazas en los campos deportivos a las mujeres que en ellos ejercen un papel de poder, el acoso callejero o en los lugares de ocio, los comentarios denigrantes en redes sociales… Todos y cada uno de esos actos, suponen un paso más cara a una nueva víctima en un estado en el que desde 2010 se han registrado más de 1000 mujeres asesinadas por el terrorismo machista.

“Un violador en tu camino” representa el fin de la impunidad, el fin del privilegio del dominio sexual del patriarcado impuesto por cualquier medio, sea cual sea el precio a pagar

Lo siento, pero no. No resulta gracioso que un energúmeno lance sus bramidos contra el colectivo feminista en un acto social y político en el con toda seguridad, se encontrasen mujeres víctimas de la violencia machista, mujeres que han sufrido en sus carnes los golpes, las agresiones sexuales o el miedo de regresar solas a casa en Santiago, una ciudad que como el resto de ciudades gallegas, ve como las agresiones sexuales y los feminicidios aumentan año a año pese a la respuesta violeta. No resulta gracioso y sí produce pena que supuestos representantes culturales de nuestra tierra, vean en esto una chanza o un escenario más en el que desarrollar su provocación «supuestamente artística» de cara a echarse unas risas. Cuando el humor se ceba con la víctima de la opresión, en este caso patriarcal, cuando las risas son a costa de la persona que se siente amenazada y desprotegida, los límites son claros, por mucho que la eterna pubertad de algunos bobos de corte les impida demarcarlos con claridad.

No quería perder mi tiempo con estos machistas cobardes que aplauden o ríen las gracias a esos otros machistas más embravecidos que todavía hoy pueblan nuestras calles, pero si una sola de estas palabras sirve para que quienes hoy leen este artículo recapaciten en su comportamiento o en su complicidad o complacencia con quienes consideran a la violencia machista un juego, personalmente me daré por satisfecho. Las risas de hoy, pueden ser las lagrimas de mañana, los feminicidas también comenzaron contando chistes.

1 Comment

  1. «No resulta gracioso que un energúmeno lance sus bramidos contra el colectivo feminista en un acto social y político…»

    Tampoco resulta gracioso que unas energúmenas se dediquen a llamar violadores y asesinos a todos los hombres que tienen la mala suerte de pasar por allí y que, en un 99,99 %, eran inocentes de los cargos que se presentan contra ellos.

    Y si me decís eso tan manido de que «si no eres violador, no tienes por qué sentirte aludido»… pues os digo lo mismo: «si no tenéis que ir a casa a hacer la cena, no os tenéis que sentir aludides»

    ¡Corcho ya con les ofendidites!

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