Los cambios en Islamabad se hicieron notar apenas tres días después de la asunción Shehbaz Sharif, cuando se conoció que, por primera vez en la historia, la fuerza aérea pakistaní bombardeó territorio afgano.
Por Guadi Calvo / Línea Internacional
Al parecer Estados Unidos, ya se ha repuesto de la revolcada en Afganistán y en una articulación compleja pero muy efectiva su ignominiosa presencia vuelve a escalar las alturas del Hindu-Kush.
La turbulenta salida del ahora ex Primer Ministro pakistaní Imran Khan, muy próximo a China y Rusia, y la vuelta a Islamabad de la poderosa familia Sharif del Punjab, el estado más importante de Pakistán, da para pensar que la articulación de la CIA, está trabajando a destajo en Asia Central.
Esta vez el turno le ha tocado como Primer Ministro a Shehbaz, hermano menor de Nawaz Sharif, Primer Ministro en tres oportunidades entre 1990 y 2017, finalmente derrocado tras su rutilante presencia en los Pandora Paper. Según analistas locales la llegada de Shehbaz Sharif, dará un giro a la retórica antioccidental de Khan y sus acercamientos a Moscú y la profundización de los lazos con Beijing y produciría nuevas aproximaciones a Washington.
Los primeros síntomas de que Khan, había comenzado a perder el apoyo del Ejército, jugador fundamental de la política pakistaní, que terminó con su derrocamiento el pasado diez de abril, (Ver: Estados Unidos, por un segundo frente) se produjeron en el mes de febrero cuando el Jefe del Ejército, el general Qamar Bajwa, contra de la opinión del propio Khan, destituyó al general Faiz Hameed, jefe Inter-Services Intelligence (ISI), un dato para nada menor, ya que el ISI, siempre ha sido considerado un poder aparte, ya no solo dentro del mismo ejército sino incluso de propio Pakistán.
Los cambios en Islamabad, se hicieron notar apenas tres días después de la asunción Shehbaz Sharif, cuando se conoció que, por primera vez en la historia, la fuerza aérea pakistaní bombardeó territorio afgano, aparentemente en procura de eliminar a los milicianos del grupo Tehrik-i-Taliban Pakistan, (TTP) conocidos como los talibanes paquistaníes, que operan en la incontrolable frontera afgano pakistaní. El día anterior una patrulla del Hafiz Gul Bahadar, un batallón del TTP, había emboscado en Dattakhel, distrito de Waziristán del Norte, en la provincia de Khyber Pakhtunkhwa, un vehículo del ejército pakistaní dejando siete militares muertos. El TTP ya había advertido que lanzaría una ofensiva contra fuerzas pakistaníes a partir del primero de abril, día del inicio de Ramadán.
Los ataques del sábado, llevados a cabo por helicópteros militares, se produjeron en las provincias afganas de Kunar y Khost, donde murieron unas cincuenta personas, veinticuatro pertenecientes a una misma familia, en su mayoría niños y mujeres, mientras que veintidós personas fueron heridas. Otras versiones hablan de que aviones de combate pakistaníes, habrían atacado en los últimos días al menos cinco puntos en Afganistán; Kunar, Bajaur, Khost, Paktika y Waziristán.
No puede dejar de considerarse que estos “incidentes”, que ponen en pie de alerta a ambas naciones, se hayan producido apenas terminada la tercera cumbre, esta vez en de Tunxi, (China), las dos anteriores habían sido en Pakistán e Irán, en la que los vecinos del Emirato Islámico de Afganistán, (IEA), tal la denominación oficial del país, hayan discutido políticas para la integración regional de Kabul junto al representante de Afganistán, Emirhan Muttaki, participaron a nivel de Ministros de Relaciones Exteriores: Tayikistán, Uzbekistán, Turkmenistán, Pakistán, Irán y China, a los que se sumaron los ministros de exterior de Rusia, Qatar e Indonesia. Además, se había realizado una Reunión Ampliada de la Troika, compuesta por China, Rusia, Estados Unidos, que enseguida se retiraría, terminó con que el intempestivo repliegue norteamericano de Afganistán, había precipitado una mayor desestabilización del país, concluyendo que: “El fracaso de Occidente ha profundizado la problemática, lejos de resolverla”.
La cumbre de Tunxi, para la que Beijing trabajo muy especialmente, ya que pretende incorporar a Afganistán al Corredor Económico China-Pakistán (CPEC) proyecto apoyado no solo por Moscú, sino también recibido con mucho entusiasmo por el Mullah Abdul Ghani Baradar viceprimer ministro del gobierno talibán y hombre clave en la interna del talibán, se vio profundamente opacada tras los ataques del sábado. La incorporación al proyecto de Afganistán ayudaría en mucho a superar la crónica crisis económica que vive el país que tras los veinte años de ocupación norteamericana nada se hizo para revertirla.
Para los mullah es clave conseguir el reconocimiento internacional de su gobierno, al que tanto China y Rusia, sin todavía haberlo hecho, si se habían acercado en procura de establecer lazos comerciales e inversiones fundamentalmente en las áreas de minerales e hidrocarburos, lo que se estima, sería una excelente plataforma para su desarrollo. Recientemente, Wang Yi, el Ministro de Relaciones Exteriores chino, viajó a Kabul, sondeando a los mullah, para integrarlos al CPEC, por lo que el choque fronterizo, más allá de que no haya sido responsabilidad de los afganos los pone en la mira, ya que como se sabe los terroristas pakistaníes, utilizan a sus vecinos como santuario.
El ataque al transporte militar del viernes quince, había partido de territorio afgano, lo que no deja de ser un retroceso para las aspiraciones de ser integrados a la comunidad internacional.
Beijing, no ha hecho comentarios sobre los ataques paquistaníes del sábado, que a todas luces han sido una violación a la soberanía afgana. Tampoco Washington, ni ningún país de la región y mucho menos el nuevo gobierno pakistaní, han opinado al respecto.
Aunque si lo han hecho en Kabul el gobierno central e incluso la dirigencia del Frente de Resistencia Nacional (NRF) un grupo armado, que intenta resistir a los talibanes, desde su llegada al poder, liderado por Abdullah Saleh, antiguo funcionario durante la ocupación norteamericana y autoproclamado presidente interino tras la caída de Kabul, con estrechos lazos con del Departamento de Estado, norteamericano, estaría preparando una guerra de guerrillas desde Tayikistán, que comenzaría a operar a partir del próximo verano.
Trazos del colonialismo
La extensa frontera de casi 2700 kilómetros entre Pakistán y Afganistán, conocida como la Línea Durand trazada en 1893 por sir Mortimer Durand, un funcionario colonial británico, tras el acuerdo entre la India británica y el emir afgano Abdur Rahman Khan, desde entonces no ha dejado de generar controversias, ya que si bien Islamabad, se ha mantenido desde siempre conforme con la demarcación británica, los sucesivos gobiernos afganos lo han discutido y en el caso de los talibanes también, ya que según ellos la línea fue creada, por el régimen colonial británico, para dividir a los pashtunes la etnia más numerosa de ambos lados de la línea.
Por lo que, desde la toma del poder por los talibanes, en agosto pasado, las tensiones fronterizas con Pakistán han ido en aumento e Islamabad acusa a los mullah, de cobijar a grupos terroristas extranjeros, y de no hacer nada por detener sus operaciones. Para impedir ese tránsito, Islamabad ya había comenzado la construcción de un cerco en 2017, a lo largo de toda la frontera, el que ya estaría terminado en noventa por ciento, con dieciocho cruces para facilitar el comercio bilateral y el turismo médico.
Entre diciembre y enero pasado, soldados del Emirato Islámico de Afganistán, intentaron bloquear la construcción de la cerca, lo que ya habían producido dos incidentes armados y precipitando la situación a un estado pre bélico. La acentuada caída de las relaciones bilaterales, se inició apenas meses después de la toma de Kabul, a pesar de que siempre han existido fuertes sospechas que, durante la guerra contra Estados Unidos, Islamabad había brindado un solapado apoyo al Talibán.
Un confuso hecho se produjo el catorce de abril, en el área de Chitral (Pakistán) donde fuerzas de Kabul, habrían atacado puestos de control fronterizos pakistaníes, durante más de cinco horas habiendo lanzado 35 proyectiles y fuego indiscriminado. El hecho, que no habría generado bajas, obligó a las autoridades pakistaníes a citar al encargado de negocios, el funcionario más importante, de la delegación diplomática afgana, en Islamabad.
La inestabilidad fronteriza y los ataques terroristas en la frontera han generado desde principio de año hasta la fecha 105 militares del ejército pakistaní muertos, mientras que 128 insurgentes habrían sido eliminados en ese mismo período, mientras que otros 270 fueron detenidos.
Primero el desplazamiento del jefe del ISI el general Hameed, quien había construido excelentes relaciones con los líderes del Talibán y la posterior caída del Primer Ministro Khan, cuya política exterior había cambiado el eje de Asia Central, acercan a la región nuevamente a los Estados Unidos, interesados en volver a ese territorio en la que hasta el cambio de gobierno en Islamabad, había dejado de contar con aliados, para generar la inestabilidad, que ya se está registrando, y que con el frente abierto a las puertas de Rusia en Ucrania, golpear en un área donde Moscú tiene una fuerte influencia y China importantísimos intereses es poner a los brahmasura (demonios) de la guerra a jugar en una frontera demasiado propensa a eso.
Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central.
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