Lo que el viento se llevó

Por Joaquín Isaac 


Después de un juramento como éste, que no es más que una declaración de intenciones firme e irreversible, cualquier persona, grupo o comunidad intentará durante toda su vida llevar a cabo las acciones necesarias para cumplir dicho cometido. El ejemplo de la película «Lo que el viento se llevó» sirve perfectamente para explicar el concepto al que quiero referirme, una idea de rendición incondicional para evitar males terribles sufridos por seres humanos sencillos, que no han tenido durante años ninguna posibilidad de defensa ante dichos males y no me refiero con esto a la protagonista de la película «Scarlett O’Hara», sino al concepto general de ofrecimiento a la realización de cualquier tipo de acción dirigida a evitar sufrimientos experimentados con anterioridad en su vida o en la vida de personas cercanas y queridas.   

 

Durante la llamada transición española concurrieron diversos factores importantes que pueden llevar a explicarnos la actual situación política y la próxima e inminente llegada de una segunda transición, cuestión que comienza a tener un amplio consenso entre los diferentes actores políticos.  

 

La muerte de Franco en 1975, fue el inicio de una etapa llamada transición, que llevó a España al termino de 40 años de régimen dictatorial impuesto por los vencedores de una guerra civil cruenta e inhumana, en ese momento se comenzaron a barajar tres opciones. La primera era el continuismo apoyado por el denominado búnker, que eran los partidarios del anterior régimen, representados por los poderes establecidos y dominantes durante 40 años, la segunda opción era la ruptura democrática apoyada por la izquierda, y la tercera opción era la reforma apadrinada por el recién coronado rey (con el beneplácito del dictador) y personalidades del régimen, esta fue la elegida definitivamente, la monarquía parlamentaria.

 

En el año 1976 las cortes franquistas aprueban la ley de la reforma política con el compromiso añadido de no legalizar a la izquierda comunista. De todas formas y por diversos factores antes de las elecciones de Junio de 1977 por fin se legaliza el PCE de Santiago Carrillo, las elecciones las gana la UCD con Adolfo Suarez como presidente, con el nuevo gobierno sale adelante la idea de borrar las huellas del pasado, demasiado espeso y contundente como para borrarlo de un plumazo, y acto seguido se aprueba la ley de amnistía general que supone en la práctica la extinción de responsabilidad penal para los delitos políticos, ley de punto final.   Seguidamente se aprueba la Constitución Española y a partir de ahí hasta nuestros días. Entre los partidos políticos que se establecieron en el tablero de juego se encontraban representantes tanto de vencedores como de vencidos en el anterior régimen, los primeros exentos de ninguna responsabilidad sobre lo ocurrido en los 40 años anteriores y los segundos obligados a transigir para sobrevivir en una democracia cogida con alfileres, como se demostró después en el año 1981, con el intento de los resistentes del Búnker, que promovieron un golpe de estado el 23F, dando un nuevo aviso a la izquierda domesticada de que no permitirían muchas alegrías dado que el PSOE tenía serias opciones de ganar la elecciones de 1982, como así ocurrió con la victoria de Felipe González. 

 

A partir de entonces y durante 37 años la alternancia en el gobierno tanto de PP como de PSOE ha llenado toda la historia política de nuestra democracia y ninguno de los dos, unos por autosuficiencia y otros por autocomplacencia, como digo ninguno de los dos ha cambiado un ápice ni el fondo ni la forma de una política heredada de un régimen horrible. Esto nos ha llevado al pudrimiento de gran parte del sistema y al mantenimiento de los grandes privilegios para unos pocos y al sufrimiento para la gran mayoría.

 

Ahora, ante la llegada de nuevos actores políticos que no se ven obligados a mantener ese juramento interior y que no están hipotecados por sus acciones a lo largo de los años, y me estoy refiriendo claramente a PODEMOS, ahora como decía, ponen el grito en el cielo y se rasgan las vestiduras, intentando con ello evitar lo inevitable, un cambio lógico por naturaleza, como es el que las nuevas generaciones, tanto en personas como en ideas siempre, vienen a suceder a las anteriores.

 

Ya es hora de darse cuenta que gran parte del pasado pertenece a lo que el viento se llevó. 

   

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