¿Es, acaso, el comunismo una religión más, una fe, una espiritualidad, una esperanza revelada, pero no cumplida, aún por venir, todavía por llegar?
Por José Miguel Gándara | 8/08/2024
E la vita riappare piú viva
(y la vida reaparece más viva)
Las cenizas de Gramsci, Pier Paolo Pasolini
Estoy hastiado de los sectarismos de los hombres y no hay nada más antosectario que reconocer la valía de otro ser, aunque éste haya vivido en otra región espacio-temporal, en un contexto de opresión diferente al tuyo, pero en definitiva, de opresión.
Somos siempre los mismos, al borde o en el umbral de idénticas tumbas. Los sepulcros que nos atraen no se diferencian en casi nada, salvo en el réquiem que alumbra sus penumbrosos alrededores.
La tumba de Antonio Gramsci es penumbrosa y luminosa al mismo tiempo, un pequeño catafalco de piedra contiene sus cenizas a modo de santo laico, por haber sido un internacionalista y un pope santificado del comunismo mundial.
¿Es, acaso, el comunismo una religión más, una fe, una espiritualidad, una esperanza revelada, pero no cumplida, aún por venir, todavía por llegar?. El comunismo visto como una virtud teologal, las cenizas de Gramsci como el cuerpo de un Cristo sacrificado y al tercer día resucitado. Porque el socialismo no es una forma de necrofilia, es más bien, una oda a la vida sin concesiones, al espíritu de eternidad. ¿Quiénes fallan entonces de forma tan estrepitosa?, ¿son los hombres?.
Y es que Roma no paga traidores, y es que es muy posible que toda la izquierda, – la que bebió del estalinismo, la izquierda traidora, la izquierda que tras Yalta y el Postdam llevara a cabo la mayor de las traiciones, disolver la Internacional, estuviera y siga estando muy equivocada.
Antonio Gramsci, tu te diste cuenta, estoy seguro de ello…. Santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo.
Un latigazo y un escalofrío sacudieron mi espina dorsal mientras recorría aquel pequeño sendero que conducía hasta tu tumba.
¿Por qué nos equivocamos?, ¿cuál es la razón de que no queramos reparar nuestros errores?. Mientras observaba tu pequeño columbario, Pasolini pensaba en ello, meditaba como en un trance en aquel hermoso lugar del sur de Roma.
El tiempo pasa, los personajes y los corazones cambian, pero lo inmutable es siempre inmutable, Roma es siempre Roma.
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