Llum Quiñonero: «La historia de Miquel Grau es la historia de todo un país»

Foto: Sergio Formoso

Llum Quiñonero, que estaba con Miguel Grau esa noche colgando carteles, ha escrito un libro escalofriante y emotivo en el que cuenta cómo vivió esa noche del 6 de octubre de 1977 y en el que contextualiza a la perfección el momento político que se vivía entonces en la ciudad de Alicante.

Por Manuel LilloEl Temps

La periodista Llum Quiñonero Hernández (Alicante, 1954) es autora de Miquel Grau 53/1977 , un libro en el que explica en primera persona cómo vivió el atentado que acabó con la vida de aquel joven. Grau, con sólo veinte años, fue asesinado en el centro de Alicante cuando colgaba carteles convocando a la manifestación del 9 de octubre de 1977. Su verdugo, miembro de Fuerza Nueva, sería indultado posteriormente. Unos hechos que marcaron la Transición en la Comunidad Valenciana. Quiñonero, que estaba con Grau esa noche colgando carteles, ha escrito un libro escalofriante y emotivo en el que cuenta cómo vivió esa noche del 6 de octubre de 1977 y en el que contextualiza a la perfección el momento político que se vivía entonces en la ciudad de Alicante. El libro, editado por Pruna, ya va por su segunda edición.

-¿Quién era Llum Quiñonero en 1977?

-Una joven alicantina que acababa de terminar la carrera de Historia. Militaba en el Moviment Comunista del País Valencià. Desde la entrada en la universidad estábamos implicados en la lucha estudiantil y contribuíamos a la organización política en la ciudad. Durante las primeras elecciones legislativas, celebradas pocos meses antes, yo había sido candidata con el MCPV, lo que me había dado a conocer en Alicante.

-¿Y Miquel Grau? ¿Cuál era su relación con él?

-Miquel Grau era amigo mío, compañero de mi hermana. Estaba haciendo el servicio militar en Ferrol, Galicia, y volvió de permiso a Alicante para realizar unos exámenes en la Escuela de Comercio, donde estudiaba. Asimismo, también trabajaba por las noches. Miquel era el mayor de cuatro hermanos de una familia que había llegado a Alicante procedente de la Vega Baja para buscar una vida mejor. De alguna forma, esta familia representa muy bien a las familias de la época.

-Una familia humilde que, según cuenta en el libro, no estaba politizada.

-No exactamente. Era difícil saber si las familias estaban o no politizadas en ese momento, porque había un silencio impuesto. En las casas normalmente no se hablaba de política.

-¿Sabían sus padres de las inquietudes políticas de Miquel Grau?

-No lo sé. Yo hablaba con Miquel porque era el compañero de mi hermana –que murió hace pocos años– ella era nuestro punto de conexión. Miquel, en todo caso, tenía ganas de formar parte del cambio político que en ese momento se estaba produciendo, pero no podía participar tanto como quería en ese sentido porque estaba haciendo el servicio militar.

-¿Qué era el Moviment Comunista del País Valencià?

-Era un partido a la izquierda del Partido Comunista. En ese momento, el PCE era un partido mayoritario, pero tenía una tradición estalinista que no conectaba con todo el mundo. Por eso, a la izquierda del PCE había toda una serie de partidos que no comulgaban con las políticas de la URSS, las del comunismo oficial. Asimismo, teníamos unas inquietudes desde el punto de vista nacional y cultural que el PCE no llevaba del todo incorporadas. De hecho, el Movimiento Comunista nació como tal y, acto seguido, se reprodujo en Aragón, Comunidad Valenciana y en muchos otros territorios con aspiraciones de autonomía, y el MC acabaría convirtiéndose en un partido federal, defensor de las identidades de los pueblos del Estado español.

-Explica que Grau estaba colgando carteles en la «zona nacional» de Alicante, la del centro, la más conservadora y la que actualmente vota más en masa a los partidos de la derecha española. No ha cambiado, políticamente, el centro de Alicante desde esos años.

-No, no. De hecho, puede decirse que la “zona nacional” se ha ampliado. Entre otras cosas, porque sabemos que el voto de la derecha no sólo procede de los barrios acomodados. En ese momento, en el centro de Alicante se solía concentrar la ciudadanía que estaba en contra, o que al menos veía con escepticismo el cambio democrático.

-¿Qué papel desarrolló el valencianismo en Alicante en aquellos años? Nunca antes se había celebrado un 9 de octubre hasta 1977.

-En ese momento resurgía, de algún modo, la reivindicación valenciana. La gente más joven y militante defendíamos la lengua con mucho entusiasmo, nos identificábamos con la bandera, promovíamos la enseñanza del valenciano, el Estatuto de autonomía, recuperamos la lengua, viajamos por todas las comarcas para defenderla … Fue un momento de cambio muy importante en el que, incluso, se constituyeron asambleas en todo el País Valencià , con la Assemblea de Catalunya como gran inspirador. Había un cambio en ebullición y un sentimiento de la izquierda muy fuerte que arrastraba también formaciones de derecha en defensa de la autonomía. En ese momento todavía no existían instituciones autonómicas, y se celebró una reunión de todos los parlamentarios valencianos en el Congreso en la llamada Asamblea de Parlamentarios. Allí había partidos con representación,

-¿Qué pasó para que un joven como Miquel Grau, de Rafal, localidad castellanohablante de la Vega Baja, se comprometiera con el Estatuto de Autonomía del País Valenciano?

-Aquel era un compromiso muy amplio. La lucha por el cambio democrático llevaba incluida la lucha por el Estatuto de Autonomía y por la lengua por romper con el franquismo. La marcha por la Comunidad Valenciana comenzó en Orihuela, capital de la Vega Baja, y todas las iniciativas conectaban con aquellas reivindicaciones. El problema fue que después, los partidos mayoritarios se descolgaron de ese movimiento tan fuerte.

-Para la derecha de Alicante debía ser una sorpresa toda esa ola política de renovación.

-Evidentemente. Una sorpresa total. Cabe recordar que la derecha de Alicante era, directamente, la derecha franquista, y no la que tenemos ahora, que de algún modo se ha renovado con nuevas generaciones que no conocieron el franquismo. Pero entonces sí eran franquistas. Y todo ese movimiento, para ellos, era intolerable.

-El atentado contra Miquel Grau se produjo la noche del 6 de octubre de 1977. Murió días más tarde en el hospital. En su defensa se implicaron personas como Ciprià Ciscar, quien más tarde sería conseller de Cultura de la Generalitat Valenciana y responsable de la Ley de Uso y Enseñanza del Valenciano. Hubo un trabajo muy serio y comprometido por la reparación.

-En ese momento, Ciprià era un joven recientemente licenciado, comprometido pero desconocido. Aún tenían que pasar muchas cosas. Era un momento en que las expectativas de cambio eran enormes, y Ciscar estuvo allí porque hicimos una denuncia muy importante, un trabajo muy intenso y exitoso por parte de un grupo de jóvenes que declararon una guerra frontal al poder, a las fuerzas policiales y en toda la estructura franquista. Esta actitud de denuncia, con una política de alianzas grande, sirvió para hacer entender que lo que sucedió esa noche en Alicante estaba ocurriendo, también, en toda la Comunidad Valenciana. El cartel que colgaba Miquel Grau lo estaba colgando gente por doquier, con mucha ilusión y entusiasmo. Y también con críticas inesperadas, porque el cartel en sí no decía nada, pero ahora sabemos que sí, que ese cartel decía muchas cosas. Era una causa común. Nuestra actitud, nuestra capacidad de respuesta y el hecho de que muchísima gente se movilizara fue muy importante, tal y como se vio el día 9 de octubre de ese año en Valencia. Todo quedó simbolizado con la canción de Al Tall, que cantaron por primera vez en el Aplec del Puig de 1977. Era un sentimiento que llegaba a todo el país.

-Su verdugo, Miguel Ángel Panadero Sandoval, militaba en Fuerza Nueva. Confesó el crimen, pero intentó desvincular su acto de una motivación política. ¿Las autoridades se creyeron este argumento?

-Las autoridades trabajaron para que ese argumento constara como argumento real. Intentaron hacer creer que aquél fue un asunto privado, que los hechos no obedecían a una motivación política, sino a que algunos estaban ensuciando con carteles las paredes de un edificio.

-Le condenaron por homicidio a 12 años, pero fue indultado en 198. ¿A qué obedecía ese indulto? ¿Cómo reaccionó Alicante?

-No hubo reacción porque no nos informaron de esa decisión. Miquel fue asesinado en octubre de 1977, en junio de 1978 se celebró el juicio y en diciembre de ese año se decretó el indulto. Pero salió de prisión en 1981 porque el indulto fue parcial, se concedió a mitad de la pena, aunque antes de ser liberado Panadero Sandoval gozó de un humo de permisos. Por supuesto, no estuvo en prisión ni la mitad del tiempo de la condena. Quedó libre poco después del 23-F.

-Antes, la policía impidió el homenaje popular a Miquel Grau durante su enterrar. Y después de muchas décadas, ya en 2016, el Ayuntamiento de Alicante le recordó con un monolito, que se instaló en el lugar de los hechos con el apoyo de todas las fuerzas del Ayuntamiento.

-Fue una decisión del último Gobierno de izquierdas que hubo en la ciudad. También reconocieron a Miquel Grau con la Medalla de Oro de la ciudad y le dedicaron una placa que, por cierto, ha sido manchada, arrancada y destrozada una decena de veces. Hace unas semanas la restituyeron y ahora no tiene casi leyenda, no explica por qué murió.

-¿Desde el Ayuntamiento han dado alguna explicación en este sentido ?

-No, ninguna.

– Por último, 44 ​​años después de su asesinato, ¿qué se ha conseguido, con la memoria de Miquel Grau?

-Se ha mantenido la memoria y se ha explicado su historia, que al mismo tiempo es la historia de todo un país durante la Transición, un período en el que la derecha y las fuerzas del régimen apoyaron las posiciones franquistas con una actitud que todavía no ha cambiado. No ha cambiado porque todavía luchamos por leyes de memoria histórica dignas que otros muchos rechazan. Rechazar la memoria histórica significa rechazar la democracia, y esto significa, a la vez, que la democracia está por construir. Es una lucha que todavía hoy dura.

Miquel Grau 53/1977
Luz Quiñonero

Ensayo, Ciruela Libros, 253 páginas
2021 (segunda edición)Articulo original en catalán

Se el primero en comentar

Dejar un Comentario

Tu dirección de correo no será publicada.




 

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.