Llegamos aquí a hombros de gigantes

Por Alberto Vila

Con frecuencia nos empeñamos en buscar héroes individuales, personajes que marquen el curso de la historia del hacer humano. En ese afán mesiánico que nos une a todos los miembros de la especie, se trata de buscar el nombre del autor, o autora, que originó el avance. Es curioso que no se entienda que los grandes cambios se producen con la contribución de multitudes de acciones y pensamientos de los colectivos humanos. No, en cambio, de los pigmeos intelectuales que apelan a la fuerza en lugar de a la razón.

En cuanto a la metáfora con que titulo el artículo, se creía, erróneamente, que Isaac Newton dejara escrito en una carta a Robert Hooke la frase “Si he visto más lejos es porque estoy sentado sobre hombros de gigantes”. Su intención era referirse a que su trabajo derivaba de las contribuciones, a su vez, de Copérnico, Galileo y Kepler. No obstante, sobre el origen de esta frase, muchos historiadores se la otorgan al teólogo y filósofo Juan de Salisbury, 1115-1180, el que, en su obra de 1159, Metalogicon escribió: “Nos sumus sicut nanus positus super humerus gigantis: “Somos como enanos colocados a hombros de gigantes”. Otros se la confieren a Robert Burton, quién en su obra “The Anatomy of Melancholy”de 1621, dijo: “A dwarf standing on the shoulders of a giant may see farther than a giant himself”: “Un enano subido a los hombros de un gigante puede ver más lejos que el propio gigante”. Sea como sea, en realidad, cada avance de nuestras sociedades se debe al esfuerzo, intencionado o no, de miles de personas al esforzarse en producir cambios. La cuestión es el sentido del cambio, evolutivo o involutivo.

La involución descarada que nos promete la dirigencia de Vox, sin maquillaje. No es más profunda que la que nos oculta el Partido Popular. Ambas agrupaciones vienen a hombros de sus gigantes. Franco y su generalato. Hitler. Mussolini. José Antonio. Gigantes que pisaron y destruyeron la cultura y las posibilidades de vida y desarrollo de millones de personas. La cúpula de la Iglesia no fue inocente en esa involución. En las calamidades que se produjeron.

Los gigantes que nos trajeron a este gobierno de coalición no son tan amenazantes ni tan destructivos como los de la ultraderecha. En realidad son las anónimas y gigantes personas pequeñas. Aquellas que se levantan y procuran el sustento de sus familias. Las que son solidarias con los más perjudicados. Son las que votan. A miles. A millones. Son las que dijeron “nunca maís”. Son las del “sí se puede” del 15M. Son las que sobrevivieron a la Gestora de Susana Díaz, García-Page y Vara. Al austericidio y a la pérdida de derechos como consecuencia de haber construido una legalidad salvaje. Un status jurídico represor. Son las que superaron, y aún lo hacen, la colosal e infame operación mediática de intentar, evitar primero, y derrumbar después a su voluntad de darle la posibilidad a un gobierno progresista en España.

Los monopolios mediáticos han fijado la prioridad de temas noticiables en todos aquellos que ensombrecen el brillo que produce la recuperación de derechos. No escatiman medios. La prensa, prácticamente en su totalidad les pertenece ya sea directa o indirectamente.

Sigue a hombros de los gigantes anónimos que nos han traído hasta aquí. No les falles. No caigas en las trampas que los traidores a España han construido.

Recuerda el pensamiento de Gabriel Alomar, un libertario que debió exilarse debido al genocidio franquista: El pueblo que soporta una tiranía acaba por merecerla.”

¿Te la mereces?

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