“Little Bird”, los niños robados de Canadá

“Little Bird”, recupera esta horrible página de la historia de Canadá, un periodo recordado como “The Sixties Scoop”, en el que se promulgaron un paquete de políticas públicas para promover el desarraigo familiar de miles de niños indígenas

Por Angelo Nero

En 2021, en Canadá, un país que el semanario inglés The Economist situaba en su Democracy Index en el puesto 12 de 167 países, se encontraron más de mil tumbas de niños, situadas en los alrededores de internados del gobierno y administrados por la iglesia católica. En esos internados fueron secuestrados, por el estado canadiense, más de 150.000 niños y niñas indígenas, entre los años 1883 y 1996, a los que se les privó de sus familias, en los que fueron objeto de abusos físicos y sexuales, y donde muchos murieron de enfermedades contraídas por las malas condiciones de la custodia, mientras que muchos otros eran dados en adopción.

En 2008 se constituyó la Comisión de la Verdad y la Reconciliación de Canadá (TRC), y sus trabajos certificaron, en 2021, que eran más de cuatro mil los niños y niñas pertenecientes a los pueblos autóctonos los que habían muerto en las escuelas residenciales, donde se les sometía a un proceso de reeducación para que olvidaran su lengua y su cultura, se les alejaba de su familia y de su comunidad, y donde sufrían malnutrición, frío, abusos y enfermedades. Se cree que la cifra final nunca llegará a saberse, pero podría ser diez veces más. La TRC llegó a señalar que se había producido un genocidio cultural.

La parlamentaria inuit Mumilaaq Qaqqaq

Sin embargo, la parlamentaria inuit Mumilaaq Qaqqaq, del socialdemócrata New Democratic Party (NPD), la cuarta fuerza política del país, reflejando el sentir de muchos indígenas canadienses, iba más allá en una entrevista realizada por la BBC, “No creo que genocidio cultural sea una opción correcta. Creo que es genocidio y punto. Porque cultura proviene de una persona o de un grupo específico de personas. Y cuando miramos lo que sucedió con los pueblos indígenas en todo el país, lo que vemos no es necesariamente una cultura específica, sino un estilo de vida y una visión del mundo. A lo largo de la historia en Canadá se enseña que eso está mal, que es horrible y repugnante. Es algo que los internados machacaron a los pueblos indígenas de Canadá. Era una conversación constante sobre «tu forma de vivir, ser, pensar no encaja en la sociedad occidental blanca, por lo tanto está mal y necesitamos enseñarte más, mejor y separarte de tu forma de pensar y de tu estilo de vida». Vimos muchos ejemplos de colonización como este en el mundo. Canadá no se construyó a partir de gente blanca, en realidad se construyó a costa de los pueblos indígenas.”

Ahora una serie canadiense, “Little Bird”, recupera esta horrible página de la historia de Canadá, un periodo recordado como “The Sixties Scoop”, en el que se promulgaron un paquete de políticas públicas para promover el desarraigo familiar de miles de niños indígenas, facultando agencias de bienestar social para que evaluaran a los hogares que eran no aptos para criar a sus hijos, y facilitar que estos, previo paso por las residencias regidas por la iglesia, fueran dados en adopción a familias blancas, mediante el programa AIM (Adopt Indian and Métis).

La historia de “Little Bird” nos ofrece dos líneas espaciales y temporales, en la Reserva Long Pine, en la provincia de Saskatchewan, en 1968, y en la capital de Quebec, Montreal, en 1985. En esta última conocemos a Esther Rosenblum (interpretada por Darla Contois), una joven judía, estudiante de derecho, que celebra su fiesta de compromiso con David, un médico, también perteneciente a la comunidad judía, donde se le revela su verdadero origen, ya que, realmente nació como Bezhig Little Bird, y fue arrancada de su familia a los cinco años, para ser dada en adopción. Tras conocer la verdad, la joven se marcha de Montreal, y coge un avión a Regina, la capital de Saskatchewan, dispuesta a buscar a su familia natural, a la vez que se van sucediendo los flash-back hacia 1968, para conocer como Bezhig y sus hermanos fueron secuestrados legalmente, e internados en uno de esos centros por los que pasaron miles de niños y niñas de los pueblos originarios de Canadá.

La protagonista, Darla Contois, reconocía que hasta involucrarse en el rodaje de “Little Bird”, conocía poco de la historia de los niños robados: “Mi padre es un sobreviviente del Scoop de los sesenta. Pero al entrar al set, admito que realmente no sabía mucho, porque fui a las mismas escuelas a las que asistían todos los demás canadienses, así que no aprendí sobre esas cosas. No lo enseñaron, así que todo lo que sabía eran sólo los pequeños detalles que recibí de mi familia. Pero quiero que la gente entienda la gravedad de cada historia individual que sucedió aquí. Y hasta el día de hoy, las familias todavía se están recuperando, sanando y tratando de volver a unir a sus familias. Es parte de nuestro trabajo colectivo como canadienses apoyar y estar ahí, porque todos somos parte de esta historia”.

“Little Bird” revela otro de esos episodios donde la humanidad pierde su nombre, el robo de niños por motivos económicos o políticos, al amparo del estado, que, lamentablemente, se han dado en lugares con realidades sociales tan diferentes como Argentina, Canadá o España, donde, por cierto, hasta ahora, son pocas las películas o series que han visibilizado este crimen que sigue quedando impune, para vergüenza de todos los que todavía siguen sosteniendo que vivimos en una democracia plena, a pesar de que España ocupe el lugar 22 en el Democracy Index.

Por cierto, y para acabar, Israel, que lleva cometiendo un genocidio continuado sobre el pueblo de Palestina, está en el puesto 29, justo debajo de Portugal, y encima de EEUU, con lo que creo que deberíamos reflexionar sobre que significa la palabra democracia para un mundo donde se permite que más de cuatro mil niños mueran bajo la custodia del estado, como en Canadá, o que otros cuatro mil sean asesinados por las bombas israelís.

 

2 Comments

  1. Realmente este me ha llegado, sobre todo porque HACE UNAS SEMANAS ESTUVE EN UNA FERIA internacional de Canadá y tal cual, lo pintan como un país super inclusivo y democrático. Ahora ya no es el sueño americano lo que venden es el sueño canadiense.

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