Libertad: la prostitución de un término

Por Carmen Romero 

Cs y PSOE presentaban ayer, 10 de marzo de 2021, una moción de censura en Murcia que desata un terremoto político en toda España. Ante esto, Isabel Díaz Ayuso anunciaba su decisión de disolver la Asamblea de Madrid y convocar elecciones para evitar que algo similar ocurriera en Madrid. El movimiento de Ayuso provocó que la oposición madrileña (por llamarlo de alguna forma) presentara una moción de censura para intentar bloquear el adelanto de elecciones.

El PSOE presenta minutos más tarde una moción de censura en Castilla y León, ya que el PP también tiene un gobierno de coalición con Cs en esta comunidad autónoma al igual que en Murcia y Madrid. Pasan las horas y en Andalucía, otra comunidad con la misma forma de gobierno de coalición de derechas, el PSOE no mueve ficha. Claro, es que en Andalucía, Susana Díaz, secretaria general del PSOE-A es de las que cuando llega la Feria de Abril baila sevillanas en casetas privadas con Juan Marín, el candidato de Cs.

Pero vayamos al grano. Ayuso tras convocar elecciones comparece en directo. Da el primer discurso electoral de la campaña, no deja puntada sin hilo y repite las mismas consignas de batalla que PP y Vox llevan repitiendo toda la pandemia. Pero sobre todo le da mayor importancia a una y ademas lo dice de esta forma: «Quiero que los madrileños escojan entre el socialismo o la libertad”.

Socialismo o libertad

 En 1920, un ruso le preguntó a un español eso de “libertad, para qué”. Libertad, para qué y para quién, señora Ayuso. Y es por esto por lo que el término libertad, al igual que el de comunista o fascista es uno de los términos más prostituidos de nuestro tiempo.

La derecha cuando habla de libertad lo hace como un bien de consumo más al cual solo puedes acceder dependiendo de tu capacidad de renta: la libertad del liberal, la que puedas pagar. Ojo, puedes tenerla mientras pagues, no mientras creas que la puedes pagar. Es decir, eso de que las clases medias trabajadoras de las que el PP habla pueden tenerla es ficción. Es tan ficción como el propio termino clases medias trabajadoras. La clase media, ese animal mitológico que la derecha saca a pasear cada vez que hay crisis, porque si hablamos de clases sociales que se puedan medir de forma categórica estamos asumiendo que existen dos clases antagónicas: la clase trabajadora y la burguesía. No hables con ese discurso rancio en 2021, Carmen, dirán ustedes. No, claro. Hablemos de transversalidad, clases medias y memeces, no vaya a ser que tengamos un discurso de clase y nos llamen comunistas.

Del Estado del bienestar quedan escombros y la derecha es esa apisonadora que termina con ellos. Estamos en crisis, pero ya no somos la España del principio de los 2000 a la que se le desbordaba la pasta. Ya no somos esa España en la que la lumpenburguesía compraba coches nuevos. Esa España en la que el cateto que vive en el centro de Madrid con calles estrechas se compraba un Jeep para aparentar y luego no tenía donde aparcarlo porque no le llegaba para adquirir un aparcamiento privado. Y la España que te vendía que eso es libertad, tener cositas. El capitalismo os da todo un catálogo de cositas a elegir, queridos: doscientos tipos de magdalenas de colores que llaman mufins, cien tipos de cafés con dibujitos y hasta existe la gilipollez más absurda de individualizar tu consumo comprando unos bombones de chocolate basados en el molde de tu ano. Sí, como oyen. Eso sí, elegir un salario digno y un precio justo de los alquileres como que no. Porque como decíamos antes la libertad para la derecha es un bien de consumo más que se adquiere a través de la renta. Puedes comprar una camiseta Gucci falsa en internet siendo pobre, pero la verdadera libertad, que no es más que la material, esa no se puede comprar. Eso se hereda desde que naces y se llama clase social.

No sé ustedes, pero yo no quiero despertarme por las mañanas y que mi libertad se base en mirar la cartera y ver si me llega la pasta este fin de semana para comprare un libro nuevo o no porque mi libertad se basa en el consumo. No quiero despertarme y tener que pensar que no puedo comprarme el libro porque no sé si el mes que viene me volverán a llamar para escribir algo y me pagarán o no. No quiero despertarme y que mi libertad sea una libertad que se te desmorone en las manos porque no hay un Estado que me ofrezca seguridad, que es lo que necesitamos los que no nacemos en un barrio bien en medio de una democracia liberal, un Estado que te garantice que va a estar ahí cuando te haga falta. Que si no tienes trabajo tienes una renta básica para no quedarte en la calle, que si te pones malo tienes un médico gratuito y de calidad, que si tus padres no tienen un duro vas a tener una beca para poder estudiar y que si el mercado se desfasa el Estado va a regular el precio de la vivienda porque es un derecho, no un bien de mercado. Pero lo han destrozado, han destrozado lo único que le otorga dignidad a los de abajo: el bienestar para un futuro seguro. Ahora el futuro es incierto y da miedo. Han preferido una sociedad al más puro estilo wallapop a una sociedad del bienestar. Y todo para que el capital privado no se derrumbe.

Y escribo esto con 21 años y cagada hasta las trancas porque no sé qué será de mi cuando este año termine la carrera de periodismo con unos datos demoledores. Con un 40% de paro juvenil, con un 83% de los jóvenes aún viviendo con sus padres porque no se pueden emancipar y con un 32% de los jóvenes sintiendo a la vez una frustración enorme por cargar con dos crisis a cuestas.

Pero Ayuso sigue empeñada en que Madrid con ella es un lugar de luz y libertad. Porque existe eso que ella denomina “la vida a la madrileña”, es decir, no poner limites hasta tal punto que franceses han cogido vuelos de ida y vuelta en un fin de semana para salir de fiesta en la noche madrileña. ¿Está usted insinuando que los franceses van a Madrid de fiesta y no se quedan en Francia porque en su comunidad hay más libertad que en el país de la revolución que acabó con el Antiguo Régimen? Lo que hay en Francia son límites. Y los límites son necesarios para convivir en democracia, por mucho que el jipismo y los libertarios de la banderita de la serpiente digan que no.

Ayuso ya ha empezado a tuitear en mayusculas como Donal Trump. Ahora se empeñará en hacer creer que la moción de censura es un golpe de Estado. Socialismo o libertad, dice Ayuso. Socialismo o América, decía Trump. Para ser más concretos: Socialism destroy nations. Freedom unifies the soul. Así decía uno de los lemas más repetidos por el expresidente de los EEUU. Lo cual significa: El socialismo destruye naciones. La libertad unifica el alma.

Quédense con esa libertad neoliberal, que lo que queremos el resto es una libertad material, concreta y sobre todo efectiva.

Se el primero en comentar

Dejar un Comentario

Tu dirección de correo no será publicada.




 

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.