Entrevistamos a la directora valenciana Laura García Andreu, sobre su segunda película «Domingo Domingo», una comedia negra documental que retrata la lucha de un agricultor que se enfrenta a las multinacionales con un arma secreta: una nueva variedad de naranja.
Por Angelo Nero | 24/03/2024
Domingo Domingo es un agricultor extrovertido y emprendedor. Es un yonqui de la vida y no sabe vivir sin adrenalina. Ahora tiene una nueva obsesión: las naranjas.
Sin embargo, llega a este mundo en un momento en el que todo ha cambiado. Las naranjas ya no pertenecen a los agricultores. Las grandes multinacionales han empezado a patentar las mejores variedades de naranjas y están obligando a los agricultores a comprarlas. Pero Domingo no es de los que se arrodilla ante nadie. De hecho, cree que puede jugar al mismo juego que las multinacionales que dominan el mercado.
Tiene un plan ‘perfecto’: un árbol secreto donde está cultivando una nueva variedad de naranjas que podría ser la mejor.
Si gana el juego logrará sus objetivos: vencer a las multinacionales, hacerse rico vendiendo la patente y conseguir que todos los días de su vida sean domingo.
¿Qué es lo que te impulsa a hacer cine documental, y además desde una visión casi antropológica, en la que pones el foco en personajes como Domingo, que desde su historia personal, cuentan la historia de la sociedad en la que viven?
Lo de la visión antropológica me gusta, porque yo estudié antropología también, fue mi segunda carrera, porque yo tenía este interés por mirar algunas realidades que, a lo mejor, no le estábamos prestando atención. Yo, desde pequeña, hasta los treinta que me puse con el anterior documental, y es lo primero que hice en esto, todo lo que hice fue encaminado a dirigir documentales, lo que pasa es que pensaba que no era para mi, que era para otras personas. En mi familia no había artistas, era una familia de nivel sociocultural y económico medio-bajo, era como que estaba en mi cabeza pero yo pensaba que no podía hacerlo y, desde pequeña, que vi un documental de Félix Rodríguez de la Fuente, en mi casa, en un VHS, y me quedé fascinada. Era un documental sobre los Yanomami, de la selva amazónica, y me dije “estas personas son como yo, son humanos, pero son diferentes”, y me quedé ahí, no se si porque yo siempre me he sentido un poco diferente, o porque, pero me quedé fascinadísima con eso. Después estudié comunicación audiovisual, y luego antropología, y también hice cursos de documentales desde muy joven, pero tardé en llegar, porque creía que no podía hacer eso. Yo creo que me impulsa eso, una mirada, y un querer dedicarle tiempo a observar realidades y personas que lo merecen, por algún motivo.
¿Cómo llegas a interesarte por la problemática de la naranja en un pequeño pueblo de Castelló, Les Alqueries, y como descubres a Domingo, que parece que estaba esperando a que alguien le propusiera protagonizar una película?
Domingo me fascinó desde el principio. Cuando lo conocí dije “¡madre mía!”. Yo aterricé en ese pueblo porque Domingo es familia política mía, yo soy de un pueblo de Valencia capital, como de una ciudad dormitorio, pero mi pareja es de Les Alqueries, en Castelló, entonces cuando llegué allí y conocía a Domingo, y lo veía hablar durante horas con mi suegro, los domingos de paella, y estaban hablando horas y horas de naranjas, yo me quedé alucinada. Ellos no saben lo especial que es el contexto en el que viven, ahí todas las familias tienen huertas de naranjas, y claro, yo venía de la huerta de Valencia, pero nada que ver con esta inmensidad que tienen aquí, y era fascinante escucharlos, y ver lo que sabían y como vivían lo que estaban hablando.
Estaba ahí con mis ojos de antropóloga, y es verdad que también estaba buscando una historia, porque hacía un tiempo que habíamos acabado el documental anterior, y cuando supe que Domingo tenía esa variedad secreta, y estaba con un árbol que no le contaba a nadie de que lo tenía escondido, donde quería desarrollar esa variedad y patentarla, me dije que había ahí había una historia, y viendo también la personalidad de Domingo, el carisma que tiene. Entonces, ahí me enganché, y me enganchó también el contexto, porque para ellos es muy normal, es que no hablan de naranjas solo en casa de mis suegros, hablan de naranjas en los bares, en las casas, es una cosa brutal, pero para ellos es normal. Es fascinante.
“Domingo Domingo”, es algo más que cine documental, está hecha de muchas capas y en esas capas encontramos muchos trazos de comedia negra y de película de misterio, y hasta pinceladas de western, es una película difícil de catalogar, ¿buscabas esta mezcla de géneros, o fue surgiendo conforme avanzabas en el guión?
Yo creo que fue bastante natural, el elemento de comedia estaba en la idea desde el principio, yo sabía que quería hacer un documental con esta tono, porque no había muchos y me interesaba muchísimo explorar este campo. Había visto un documental griego que se llama When Tomatoes Met Wagner, que me inspiró muchísimo, y cuando conocía a Domingo, y vi la historia que tenía, me dije que aquí había algo de comedia, y también de comedia negra, como tu dices, que, claro, al final es una tragedia lo que le está pasando. Esta parte estaba clara desde el principio, y el resto de cosas fueron surgiendo de manera natural, yo no soy muy estricta con el tema de los géneros, sino que creo que la historia nos daba para explorar esos tonos y esas vías diferentes. La música también nos ayuda a meternos en ese mundo, y fue natural, fue surgiendo conforme avanzaba el guión y veía que personajes podíamos tener, que secuencias y que cosas podían pasar, y lo fuimos dibujando en el proceso.
Además la película es perfecta para entender un tema que está tan de actualidad como es el de las reclamaciones de los agricultores, ¿Había intención, cuando pensaste en el proyecto, de incluir la denuncia social sobre la situación de nuestro campo frente a las multinacionales?
Si, eso estaba desde el principio también, creo que fue uno de los motores de esta historia. Mi abuelo era agricultor también, y yo me he criado de pequeña corriendo por los huertos, en este caso de tomates o otros cultivos de la huerta valenciana, y siempre he sentido que a los agricultores no se les valoraba socialmente como se debería, también he sentido que, normalmente, los tenemos por personas iletradas, cuando tienen un conocimiento impresionante, y son los responsables de que podamos comer todos los días. Eso estaba en el germen, y creo que fue clave para qu eme interesase por Domingo, y me interesase este contexto cuando lo veo.
Si, esta idea de denuncia siempre estaba ahí, y ha coincidido ahora con el estallido de protesta que se veía que se iba a producir en cualquier momento, y que se viene gestando desde hace mucho tiempo, y con toda la razón del mundo. Es curioso, porque en el caso de las naranjas, y de otros productos también, los agricultores que intentan sobrevivir, que están sobreviviendo, la mayoría, por no decir todos, lo hacen forma muy precaria. Domingo ni tan siquiera puede vivir de las naranjas, el trabaja de albañil, y las naranjas es algo que tiene extra, porque tiene huertos de su familia, y le encanta, y le gustaría dedicarse a eso y no puede.
Pero, claro, están intentando sobrevivir y lo que hacen es estar entrando en el sistema que los está destruyendo, al mismo tiempo, porque ellos para tener buenas variedades, buenas significa que vienen en un momento del año en el que no hay las variedades tradicionales, que no tienen patente, entonces so más tempranas o más tardías que las que hay en la zona, y por eso se pagan un poco más y porque tienen un límite las patentes, las venden, que normalmente se venden en multinacionales, en laboratorios de Israel, de California, el rey de Marruecos también tiene una súper importante, estas tienen un límite, entonces no hay muchos kilos y los agricultores pueden pedir un poco más de dinero por ellas. Pero, claro, para tenerlas tienen que pagar un montón de dinero, para esperar cinco años, que es lo que tarda un naranjo en dar fruto, e intentando sobrevivir están entrando en el sistema que les está destruyendo, porque cada vez más lo que producen o lo que comemos, está en manos de menos personas.
Entonces este tema me parecía interesante, me parecía, además, desconocido por bastante gente. Yo misma no sabía la magnitud de esta movida antes de meterme a hacer el documental.
En el tema de la percepción que se tiene desde la ciudad del campo, que decías tú, que se cree que la gente es más ignorante en el medio rural, recuerdo que una vez escuché al sociólogo Carlos Taibo, en una conferencia sobre colapso y decrecimiento, señalar que cualquier persona de la ciudad, si la sueltas solo en el campo, sin ayuda exterior, se muere de hambre, porque no tiene recursos, no sabe hacer nada…
No sabemos hacer nada, a mi se me ha quedado la pena de que mi abuela muriera cuando yo tenía veinte años, y no haber tenido la madurez para aprender de ella, porque yo no sé ni plantar un tomate. Pienso también en términos antropológicos y me digo, es que todas las culturas del mundo han sabido producir su comida y hacer su casa, y yo no sé hacer nada.
Yo pienso en mi abuela, que no necesitaba ir a la farmacia, sabía de todas las plantas medicinales que había a su alrededor, sabía que propiedades tenia, esta antiinflamatoria, la otra cicatrizante, y esa sabiduría se ha perdido.
Y se está perdiendo, y se está muriendo con ellos, porque no hay relevo, que es otro tema que es súper preocupante. Queda todavía gente que sabe de eso, pero cada vez menos, porque no se le da un valor, y los jóvenes no aprendemos, porque queremos dedicarnos a otras cosas, porque es muy duro dedicarse a la agricultura. Yo la tengo muy idealizada, porque nunca he trabajado en eso, porque es durísimo. A mi me da mucha pena que se pierda con ellos, porque tengo esa cosa proteccionista en mi cabeza, de antropóloga, aunque nunca haya ejercido.
No habrás ejercido, pero esta película es un puro ejercicio de antropología…
Yo también creo que hay algo en la mirada, si.
Viendo como Domingo se come la cámara, imaginamos que no fue difícil convencerlo para participar en la película, ¿nos equivocamos o hubo que vencer alguna reticencia para que abriera las puertas de su intimidad?
Al ser familia, todo fue fácil, en el sentido de que confiaba mucho desde el principio en nosotros, en todo el equipo, pero, claro, al principio decía, pero estos están locos, ¿por qué queréis hacer una película conmigo de protagonista? Si yo soy una persona normal. Se quedó un poco alucinado. Pero fue muy fácil, fue también muy natural, le dijimos, vamos a ir esta tarde a grabar a ver si hay algo… Al principio pruebas, no es como una película de ficción, que dices voy a escribir un guión y luego voy a buscar unos actores y actrices que van a hacer eso, es experimentar.
Entonces fuimos una tarde, para grabar un teaser, y a partir de ahí pasaron muchos años, sabes que durante el proceso de una película pasa el tiempo, aquí pasaron tres años y medio, y es normal, y conforme pasaba el tiempo, íbamos avanzando y Domingo estaba muy cómodo, casi desde el principio. Aunque al principio le costaba entender que cuando íbamos a rodar le tuviéramos allí doce horas de su fin de semana. Pero él estaba contento de que un equipo, aunque fuera muy pequeño, que nos paráramos, y que les pareciera interesante, porque él es auténtico, así como lo ves, es muy abierto, pero también es algo tímido, pero sobretodo es carismático, extrovertido, y se lo pasó muy bien.
Y con el resto de los personajes también fue fácil, con los hombres mayores que van todos los días a ese bar, a hablar de los mismo, parecía que no estábamos allí, era una maravilla, un regalo. A mi misma si me ponen una cámara delante, me pongo tensa, nerviosa, porque te sientes escrutada, pero ellos fueron súper generosos y súper abiertos, y al final también es una cosa de dedicar tiempo, al final nosotros estamos conviviendo con ellos, durante mucho tiempo, y ellos ya se acostumbran. Pero Domingo es diferente, es especial, es maravillo. Yo es que estoy enamorada.
Y yo creo que todos los que vimos la película estamos un poco enamorados de Domingo.
Me lo dicen en los coloquios, es que ahora queremos conocerlo, y es normal, yo también querría.
En la película casi solo aparecen hombres, apenas hay personajes femeninos, ¿Cómo mujer al frente del proyecto, tuviste dificultades para entrar en un mundo tan masculino?
Solo aparecen hombres, porque es un mundo de hombres, claramente, las mujeres que aparecen, aparte de una recolectora, son mujeres que trabajan en el almacén, porque está muy dividido por géneros el trabajo en este sector, y si que había unas mujeres que tenían su propio huerto, madre e hija, y las perseguí, pero fue imposible, no querían aparecer en el documental, y me quedo esta pena, porque si que hay mujeres, pocas, y no tienen voz. Pero, al final, es un poco la realidad de lo que pasa en este contexto.
Pero no me fue difícil entrar en este mundo masculino, porque el acceso a los personajes fue muy fácil, porque era el entorno de Domingo, y ese entorno es también como familia, y ellos no tuvieron ningún problema en que nos metiéramos allí. Ellos son gente muy abierta. A veces tenemos esta idea de los agricultores como gente muy cerrada, y una parte si que creo que lo son, pero con Domingo y con sus amigos, y su entorno, esto no fue así. Con Carles, que es el presidente de la Unió Llauradora, que es un sindicato muy grande, que además es amigo de Domingo de la infancia, porque esto pasa en un pueblo de 4.000 habitantes, y estaban muy abiertos.
Es verdad que tienes que explicarles muy bien que estas haciendo, como lo estas haciendo, porque es sorprendente para ellos, que de repente aparezca una gente a grabarlos, ¿por qué? Y eso siempre cuesta, pero no creo que fuera una dificultad añadida, que hubiera una mujer al frente, para tener más dificultades. Fue fácil porque ellos son bastante abiertos, y además son bastante generosos.
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