Las secuelas económicas y sociales treinta años después de la “reunificación” alemana: un aviso para Occidente

Por Cynthia Duque Ordoñez

El Imperialismo de las Coorporaciones necesitaba la unificación de Alemania para consolidar la integración europea como forma de anquilosar el liberalismo en Occidente y desterrar al movimiento obrero de las calles, ya que una vez eliminados los bastiones socialistas en Europa, garantistas de derechos laborales y sociales, la eliminación del capistalismo amable o Estado del Bienestar podría conseguirse en pocas décadas privatizando servicios públicos con escasa resistencia entre las capas sociales más afectadas.

Treinta años después de la caída de la República Democrática Alemana (RDA), a consecuencia una de las primeras revoluciones de colores auspiciadas por la política exterior norteamericana, herramienta de la dictadura de las corporaciones junto con el FMI, los logros de la RDA son incuestionables, mientras que las secuelas de la reunificación siguen azotando a las capas obreras alemanas.

De la noche a la mañana miles de personas de la zona oriental perdieron sus hogares y tiendas, devueltas a los herederos de los líderes nazis a los cuales les habían sido expropiadas, cerraron las cooperativas, fábricas y empresas públicas del oeste, obligando a emigrar a parte de los habitantes de la RDA a la zona occidental, donde eran tratados como alemanes de segunda, mientras que aquellos decididos a resistir se enfrentaron al paro, la precariedad y la falta de atención social estatal. El patrimonio público de la RDA pasó a manos de los lideres liberales que a su vez no tardaron en venderlo. El pueblo perdió en meses lo que había costado décadas construir con su trabajo y a consecuencia de ello muchos jubilados alemanes ante su escasa pensión tienen que seguir trabajando a media jornada para poder seguir. No es una elección tomada por gusto, es una imposición velada que arrastra a casi la mitad de los jubilados alemanes, les impide vivir sus últimos años con dignidad e imposibilita la entrada de trabajadores jóvenes al mundo laboral.[1] Alerta el aumento de la pobreza entre los alemanes mayores de 65 años.

Hace un siglo luchábamos en las calles para sacar a los niños menores de 14 años y a los ancianos de las minas, mientras hoy la guadaña se cierne sobre las pensiones de jubilación tal y como las conocemos y por las cuales nuestros padres y madres han trabajado y cotizado. ¿Quién ganará en la guerra entre el pueblo y los fondos especuladores o “de inversión”?

Todavía hoy la esterilización de miles de mujeres pertenecientes a la clase obrera de la Alemania Oriental sigue estando en el olvido. A riesgo de perder sus empleos, cuando la legislación laboral de la RDA fue anulada, en los primeros años de la década de los 90 miles de mujeres alemanas cedieron frente a las coacciones de sus patrones en una época en la cual el paro femenino alcanzaba el 67% por culpa de la desindustrialización que supuso la unificación. A diferencia de las mujeres en la zona occidental, las alemanas socialistas estaban plenamente integradas en el mundo laboral retribuido gracias a la red de guarderías y ayudas del Estado para fomentar la maternidad y la conciliación familiar.

La mayoría de estas mujeres obligadas a esterilizarse tenían entre 19 y 33 años, no habían tenido hijos y eran originarias de Sajonia-Anhalt, región clave en la industria química de toda Europa que fue desmantelada de un día a otro. Sólo una Alemania Oriental pobre y sometida dejaría avasallar sus derechos sociales y laborales por el liberalismo hasta perder cada uno de los derechos conquistados por la RDA en su lucha incansable para repartir de manera justa la riqueza nacional.

Hace escasos meses saltaba la noticia de que miles de mujeres indias habían sido esterilizadas a propuesta de sus empleadores, quiénes les habían financiado la operación de extirpación de útero. Eran trabajadoras del sector textil, pertenecientes a las castas más pobres de la India, un país en el que ser mujer es motivo de aborto, un país en el que las mujeres pueden ser vendidas a granjas de niños, dónde las embarazan y mantienen años confinadas pariendo niños para ser vendidos a familias occidentales. Curiosamente las granjas de niños y mujeres fueron uno de los múltiples espantos ideados por Adolf Hitler en su delirante búsqueda de la raza aria que hoy en otro país asolado por la guerra civil contra el auge del nazismo, Ucrania, ha encontrado un “nicho de mercado”.

Los psicólogos lo llaman fenómenos de obediencia por adelantado que practican ciertos grupos sociales en previsión de un futuro incierto. Sin embargo, no deja de ser esclavitud moderna y eugenesia social de la clase obrera.

La revolución industrial actual está eliminando puestos de trabajo técnicos e industriales en Occidente, para deslocalizarlos a países en desarrollo, quedando en Occidente Estados terciarios dependientes de una periferia industrial, agrícola y empobrecida. Es por ello que el modelo económico (dictadura de las corporaciones) frena con sus políticas antisociales y campaña de propaganda la natalidad entre las capas bajas y medias; lo cual explicaría la negativa del sistema a facilitar la corresponsabilidad, las ayudas sociales en forma de guarderías, mejoras salariales o jornadas de trabajo menores para hombres y mujeres junto con la cantidad de titulares de prensa que en los últimos meses unen cambio climático y descendencia, como si las capas obreras que decidieran formar una familia fueran las culpables de los vertidos tóxicos de las empresas químicas a los océanos, de los residuos radiactivos de las centrales nucleares o de las emisiones de gases contaminantes que encierran una anárquica producción de bienes que no necesitamos pero que el marketing nos hace desear y comprar.

El cambio climático no es a causa de las decisiones individuales de los consumidores. Ni siquiera son las capas obreras las que tiran 7.7 toneladas de comida anualmente en España, el 80 % de la cual es fruta, verdura y pan fresco desechado por los supermercados. Buena parte del mundo se muere de hambre, no por la sobrepoblación, sino porque la riqueza está mal repartida. Un ejemplo ilustrador lo encontramos en el análisis de los países o regiones exportadores de fruta y verdura y su riqueza comparada con países y regiones terciarios. Los principales exportadores de fruta son India, Vietnam, Indonesia o Nigeria[2] coincidiendo con aquellos países en riesgo de alto de subnutrición.[3]

La mayor dificultad que entraña la nueva era de la información, es diferenciar la verdad de la posverdad, pues cada día la manipulación mediática es más refinada. Sin embargo, contamos con un método infalible para diferenciarlas (encontrar al beneficiario de cada hecho a priori intrascendente o neutral) y para ello contamos con un mar de información del cual nuestros antepasados no disponían (información disponible a tiempo real de cualquier lugar allá donde estemos). La única forma de salir de una jaula es sabiendo que estas en una.

[1] En 2016 un 47.5% de jubilados alemanes tenía un minijob, un empelo no sujeto a cotización cuya remuneración máxima está fijada en 450 euros.

[2] Statista: principales productores de fruta a nivel mundial (https://es.statista.com/estadisticas/636007/principales-productores-de-fruta-fresca-a-nivel-mundial-en/)

[3] Global Hunger Index, 2019 (https://www.welthungerhilfe.org/news/publications/detail/global-hunger-index-2019-espanol/)

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