El fascismo blando habla una neolengua alejada del tradicional lenguaje del totalitarismo, una neolengua diseñada con los conceptos políticos del viejo liberalismo: enfatizan la palabra libertad.
Por Lucio Martínez Pereda
Ochenta y cinco años después del golpe de estado del 18 de julio, el fascismo reaparece sin milicias, ni correajes, pero con la misma intención de destruir la democracia. El fascismo ya no es el de la década de los 30. Es un fascismo blando, que ya no necesita de la truculencia de las armas para imponerse. Esta vez llega con las urnas, aprovechándose de los derechos de la democracia.
Saben lo que hay que hacer: han aprendido a disfrazarse y a confundir. Los fascismos no avisan: niegan su condición y se camuflan bajo el discurso del respeto a la ley. Saben que cuando lleguen al poder la pueden cambiar.
El fascismo blando habla una neolengua alejada del tradicional lenguaje del totalitarismo, una neolengua diseñada con los conceptos políticos del viejo liberalismo: enfatizan la palabra libertad.
Se han encontrado una democracia debilitada, llena de contradicciones, y una ciudadanía desesperanzada. Si les dejamos sabrán terminar con ella. Con ellos no puede haber parlamentos, ni tribunas, ni debates y palabras. Lo decía J. P Sartre: » Al fascismo se le destruye. El diálogo no es para las bestias»
Profesor Buen articulo, siempre un placer poder leerlo…