Las purgas de Stalin en el Ejército Rojo: el mito y la realidad

Oímos hablar de cómo las purgas que se produjeron en la URSS fueron motivadas por la paranoia de un tirano. En este breve artículo trataré de arrojar algo de luz sobre el tema.

Por Vidal Martínez | Revista De Acero

No nos es extraño a los comunistas oír hablar de cómo las purgas que se produjeron en la URSS, de 1936 a 1938, fueron motivadas por la paranoia de un tirano y afectaron de manera terrible a la capacidad de combate del Ejército Rojo. Unas purgas que supuestamente se cebaron de especial manera con los oficiales con más experiencia, aquellos que habían combatido durante la guerra civil rusa y la Primera Guerra Mundial, unas purgas que habrían dejado al Ejército Rojo prácticamente descabezado y desprovisto de un mando eficaz. Al parecer, solo así se explica el desbarajuste que supuso para la URSS la Guerra de Invierno contra la Finlandia de Mannerheim o los rápidos avances del Ejército alemán en el verano de 1941 contra la Unión Soviética, que llegaron a embolsar y destruir a cuerpos de ejército completos.

Pero cabe preguntarse, ¿es esto realmente así? Los datos y las evidencias muestran algo completamente diferente, y es una cantinela que la historiografía reciente, una vez abiertos al público muchísimos informes de la URSS, ha tenido que reconocer como falso o, como mínimo, incompleto. En este breve artículo trataré de arrojar algo de luz sobre el tema y facilitar algunas fuentes para aquel que quiera conocer esta cuestión de manera más amplia.

En primer lugar, hay que hablar del propio carácter de las purgas y su motivación. Desde la historiografía oficial se ha vendido que todo marchaba más o menos bien en la Unión Soviética, hasta que las ansias de poder y la “paranoia” de un señor llamado Stalin desataron un terror cruel e infundado sobre una oficialidad que jamás había dado signos de querer traicionar
al Estado. Esto es algo falso, pues sí existía una intención real desde varios sectores del ejército de provocar un cambio de poder mediante un golpe de Estado para restaurar el capitalismo, que se correspondía con el clima de guerra civil que se respiró durante la colectivización del campo o bien una vez iniciada la guerra con Alemania. Véase el caso del mariscal Tujachevksi, que no fue víctima de un “complot staliniano”, sino que se descubrió a sí mismo en varias ocasiones como pro-alemán y anticomunista.

El mariscal Kliment Voroshilov dijo en 1938: «Es más fácil asaltar una casa si se tienen cómplices en el interior. Nosotros nos hemos encargado de aquellos cómplices» [1].

Hay que tener en cuenta que las purgas no acabaron con todos los conspiradores, el general soviético Andrei Vlasov desertó y acabó bajo las órdenes de Hitler. Durante la guerra estuvo al frente del “Ejército Ruso de Liberación”, formado por rusos blancos, contrarrevolucionarios y anticomunistas. El libro Stalin Insólito de Ricardo E. Sifres hace un muy buen trabajo a la hora de recopilar testimonios, declaraciones y transcripciones relacionadas con los juicios que delataron a los conspiradores dentro del Ejército Rojo. Pero, ¿a cuántos oficiales afectaron las purgas?

De 1936 a 1938 se purgaron 41218 oficiales, de los cuales se reincorporaron 11596 en 1940 [2]. Cada año decenas de miles de oficiales formados los sustituían, en 1941 se contaban más de 100.000 oficiales que entraban al año en el ejército con este objetivo [3].

Si tenemos en cuenta las cifras reales y la cantidad de oficiales que entraban al año, resulta ridículo afirmar que las purgas hicieron una mella real en el número de oficiales, y hay que tener en cuenta que, al final, el 30% de los oficiales purgados volvieron a servir en el Ejército Rojo.

Hay quien podría argumentar que, si bien en números totales los oficiales que jamás volvieron a servir en el ejército no fueron muchos comparados con los que entraron a sustituirlos en años posteriores, eran oficiales que en su mayoría contaban con experiencia real obtenida en la guerra civil rusa y hubiera tenido un papel determinante. Lo cierto, y algo que se pudo ver en todos los ejércitos del mundo, es que la experiencia de la época de la Gran Guerra de poco valía en la guerra acorazada y de maniobras que se iba a desatar en Europa. El caso más sonado quizá sea el del mariscal soviético Semión Budionni, que, pese a que había demostrado sobradamente sus capacidades desde la guerra ruso-japonesa a la polaco-soviética, tuvo un papel desastroso durante Barbarroja. Fue degradado y apartado del frente.

La realidad es que la “experiencia perdida” con la salida de los oficiales purgados demostró no ser especialmente útil durante la Segunda Guerra Mundial. Muy pocos de ellos tenían educación militar real y habían obtenido el cargo por sus méritos durante la guerra civil.

En marzo de 1938 la Academia Militar Frunze, que era donde se formaba a los nuevos oficiales, contaba con 106 profesores para 167 puestos; en mayo de 1939, con 358 para 522 puestos. Pese a que se impartían únicamente 2 años de formación, debido a la enorme y acelerada expansión del ejército, esta estaba mucho más actualizada y adaptada a la guerra moderna que se avecinaba [4].

El factor principal que afectó negativamente a la capacidad de combate del Ejército Rojo fue precisamente su rápida expansión. En 1936, el Ejército Rojo contaba con 930.000 efectivos, en el periodo de 1938 a 1939, con 1.495.310. 161 nuevas divisiones fueron activadas en enero de 1939 y el objetivo para 1940 estaba fijado en alcanzar 7.068.900 efectivos [5].

En 1941, el 75% de todos los oficiales que había en el ejército llevaban en sus puestos menos de un año, y de esto no se puede echar la culpa a las purgas, más bien se debió a la creación de centenares de unidades de combate nuevas. Para entonces, el 80% de los oficiales que habían sido purgados en el año 1938 habían recuperado su puesto [6].

Las purgas suponen una gota en el océano si lo comparamos con el problema que supuso entrenar, equipar y formar a estas nuevas unidades y a su respectiva oficialidad. A este problema tendríamos que sumar muchos otros, entre ellos, el de la falta de equipamiento en áreas clave.

La URSS se estaba preparando para la guerra, y las evidencias están al alcance de todos, pero no lo hacía para una guerra en 1941. La Wehrmacht verdaderamente cogió al Ejército Rojo por sorpresa y en mitad de una rápida expansión. Si bien esto fue un error, las purgas de 1936-1938 tienen poco o nada que ver con este fenómeno.

El Ejército Rojo en 1941 tenía la flota militar aérea más grande del mundo y disponía de más de 20.000 carros de combate, más que todos los países del mundo combinados. Aunque contaba con las cifras exageradas, el propio Hitler le diría a Mannerheim en una conversación privada en 1942:

Si uno de mis generales hubiera dicho que cualquier nación tenía 35.000 tanques, yo le hubiera dicho: “Usted, mi buen señor, ve todo multiplicado por dos o diez veces. Está loco, está viendo fantasmas” [7].

La Wehrmacht se lanzó a la conquista de la URSS en 1941 con 3.000 carros de combate.

Sin embargo, en la batalla de Dubno en 1941, una batalla que algunos argumentan que fue la mayor batalla de carros de la guerra, la infantería motorizada soviética combatió a pie, al no disponer todavía de camiones para su desplazamiento. Algo parecido ocurrió con aquellos que debían abastecer a los tanques de combustible y munición y la falta de unidades de reparación y mantenimiento. Correrían mejor suerte las divisiones de infantería que, por lo menos, contaban con caballos para mantener la logística del combate. En última instancia, la rápida expansión del ejército y la sorpresa del ataque tienen mucho más que ver en lo sucedido en Barbarroja. La narrativa de que las purgas fueron la causa de estas derrotas iniciales es un mito que no tiene nada que ver con la realidad. Lo que parecen olvidar muchos de los que sacan a relucir el asunto de las purgas desde la ignorancia absoluta es que la URSS se acabó imponiendo a Alemania pese a lo sucedido en 1941.

Definitivamente, las purgas, si bien afectaron al Ejército Rojo, no lo hicieron en el sentido que normalmente se le da, dado que sin estas muy probablemente hubiera habido, al menos, un intento de golpe de Estado de una parte de la oficialidad o, como mínimo, hubieran permanecido más personajes como Vlasov en el ejército. Sobre las purgas en el Ejército Rojo se pueden leer y escuchar barbaridades que poco o nada tienen que ver con la realidad y que se basan únicamente en el paradigma anticomunista. Es responsabilidad de toda aquella persona que se interese por la historia del comunismo o de la Unión Soviética informarse debidamente, aunque sea para articular la más terrible de las críticas. Poco menos que parece que los anticomunistas de hoy basan sus rotundas afirmaciones en cosas que han sacado de grupos de Facebook o en documentales del Canal Historia, grabados hace más de 20 años.


Notas

[1] Rodríguez, R. E (2017). Stalin insólito.

[2] Getty, J. Manning, R. (1993). Stalinist Terror: New Perspectives. University of Cambridge, 1993.

[3] Overy, R. (1999). Russia’s War. Penguin Books.

[4] Hill Alexander. (2017). The Red Army and the Second World War, Cambridge University Press.

[5] Overy, R. (1999). Russia’s War. Penguin Books.

[6] Ídem.

Referencias

Getty, J. Manning, R. (1993). Stalinist Terror: New Perspectives. University of Cambridge, 1993.

Glantz, D. M. (2012). Choque de titanes.

Haldin K. (2018). Hitler’s secretly recorded conversation in Finland. Elävä Arkisto. (Enlace: https://yle.fi/aihe/artikkeli/2018/06/04/hitlers-secretly-recorded-conversation-in-finland).

Harrison, M. (2000). The Economics of World War II: Six Great Powers in

International Comparison. Cambridge University Press.

Hill Alexander. (2017). The Red Army and the Second World War. Cambridge University Press.

Lopukhovsky, L. & Kavalerchik, B. (2017). The Price of Victory: The Red

Army’s Casualties in The Great Patriotic War. Pen & Sword Military.

Overy, R. (1999). Russia’s War. Penguin Books.

Rodríguez, R. E (2017). Stalin insólito.

Rokossovsky (1968). El deber de un soldado

2 Comments

  1. Muy buen artículo.
    Yo también pensaba que las purgas cometidas fueron únicamente por paranoia.
    Gracias por desmentirlo, se nota que el redactor se ha informado en profundidad del tema que habla.

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