Las llaves de la Memoria, una mirada a la huella andalusí

El cineasta Jesús Armesto, que dirigió documentales como “Cuento de las dos orillas”, “Los Burgueses de Calais”, o “El Pabellón 17”, bucea en este trabajo en esa memoria andalusí, que quedó enterrada tras la falsamente bautizada como reconquista castellana.

Por Angelo Nero

¿Que te pueden amputar para que dejes de ser tú?, ¿un dedo?, ¿una mano?, ¿una pierna?, ¿el corazón?, ¿un órgano de tu cuerpo?, ¿cual?, la única parte que te pueden amputar para dejar de ser tú es la Memoria. Mirarte en el espejo y no reconocerte. Un enfermo de Alzheimer, que es reconocido por todo el mundo, ha dejado de ser quién es, cuando no se reconoce en el espejo. Y eso le pasa a las personas, y le pasa a los pueblos. Hay pueblos que se miran en el espejo y no se reconocen, aunque lo reconozca todo el mundo. Andalucía es así. Por todos reconocida porque su memoria sensorial es única en el mundo. Y, sin embargo no se reconoce en el espejo, pero no por eso la ha perdido, esa es la clave.

Así habla Antonio Manuel, en los momentos finales del documental “Las llaves de la Memoria”, sobre la amputación de la historia de Al Ándalus en el imaginario del pueblo andaluz, a pesar de lo que, como señala el escritor y profesor cordobés, si perduran los “espasmos de la memoria”, como los de un miembro cercenado, a través del flamenco, de la gastronomía o de la lengua andaluza.

El cineasta Jesús Armesto, que dirigió documentales como “Cuento de las dos orillas”, “Los Burgueses de Calais”, o “El Pabellón 17”, bucea en este trabajo en esa memoria andalusí, que quedó enterrada tras la falsamente bautizada como reconquista castellana, y reivindica el legado cultural, filosófico y político de esa etapa histórica a través de una diversidad de voces como las de Federico Mayor Zaragoza, Boaventura de Sousa, Emilio González Ferrín, Sami Naïr, Manuel Pimentel, Enrique Soria o el propio Antonio Manuel. En un ejercicio de docuficción, el director nos propone un viaje hacia el pasado, siguiendo a una joven estudiante universitaria, Sofía, que está preparando una tesis sobre la historia de Andalucía, y que entre los vestigios arquitectónicos de Al Ándalus, se convierte en una especie de detective de la Memoria, para interrogar sobre ese pasado a todo aquel que no lo niega.

En el interesante documental hay invitaciones a bucear en ese legado, como hace el historiador Sebastian de la Obra, que dice: “La historia de Andalucía es un enorme y espectacular trampantojo, un decorado falso, que aparentemente muestra una imagen, pero que es falsa, que no responde a la realidad. Ese es el problema que hemos tenido durante siglos, no solo en la historia hispana, sino en la historia de Andalucía. Aquí te vas a encontrar sorpresas, te vas a encontrar huellas, y tendrás que actuar como un detective, para limpiarlas, para identificarlas, para restaurarlas, para descubrirlas, para traerlas, y para averiguar la verdad. Pero no es fácil. Una biblioteca es un laberinto, y en los laberintos hay trampas.”

El arabista niega la conquista árabe de Andalucía, uno de los mitos al servicio de uno de los relatos fundacionales de España: “Andalucía ha sufrido un implante de memoria colectiva. Y se ha escrito la historia colonial de Andalucía al servicio de un proyecto determinado, un proyecto nacional-católico, que tenía solo sentido en el centro de la Península Ibérica, nunca tuvo sentido en Andalucía, nunca tuvo sentido en América, hablar de una conquista árabe de la Península Ibérica es una impostura. Es un relato literario asumido como histórico, que sirve para justificar la caída del régimen visigodo, y se convierte en absolutamente necesario cuando se relaciona con un término posterior que será la Reconquista”.

Tras siglos de lo que muchos de los entrevistados no dudan en catalogar como colonización, y de asimilación cultural, de ocultación y de manipulación de la propia historia, el resultado es, como deja bien visible el documental, que los propios estudiantes andaluces no estudien y que, por lo tanto, ignoren, sus orígenes, y que los nombres de sus filósofos, matemáticos y reyes les suenen a extranjero. “Los vencidos, hayas sido de la cultura que hayan sido, la verdad es que no han podido contribuir a este conocimiento, a esta veracidad de las raíces de su historia”, señala Federico Mayor Zaragoza.“El colonialismo no permite a los andaluces representar al mundo como suyo. Porque el colonialismo es una narrativa que viene de fuera. Y se impone.” Señala, por su parte el sociólogo Boaventura de Sousa.

Nuestro principal problema es que no tenemos un hueco para la diversidad en pleno siglo XXI. Y hace ocho siglos, convivían muchas culturas.” Afirmaba Jesús Armesto, el director del documental, y es que en Al Ándalus, lejos del fresco que nos han querido dibujar desde una visión nacional-católica, convivían, aún con los propios conflictos de una sociedad plural, católicos, judíos y musulmanes, durante un espacio temporal tan grande que ahora se nos antoja casi imposible de entender. Pero, precisamente, para entenderlo están trabajos tan brillantes como este de “Las llaves de la Memoria”, para saber de donde venimos, para saber a dónde queremos ir.

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