Las cobayas humanas de Ravensbrück. Una historia silenciada III.

Teresa Domínguez


Primera parte:Ravensbrück y el infierno de las mujeres. Una historia silenciada I

Segunda parte: Las mujeres y la Resistencia. Una historia silenciada II

Tercera parte: Las cobayas humanas de Ravensbrück. Una historia silenciada III.

 


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Imagen de portada de la artista austríaca-romana Ceija Stojka, superviviente del holocausto en Auschwitz, Ravensbruck, y Bergen-Belsen.

Son muchas las mujeres que hacen historia, y son borradas del relato, que sufren las consecuencias de actos atroces en las guerras y son consideradas simples daños colaterales, muchas fueron heroínas anónimas. Lola Zapater es una amable lectora de esta columna que me escribió para contarme acerca de la hermana de su abuela, Mercedes Bernal, una mujer que estuvo encerrada en el horror de Ravensbruck. Se negaba siempre a hablar de aquella atroz experiencia, aunque alguna vez logró contar alguna vivencia personal, siempre dijo: «lo contaré todo una vez y nunca más». Y así fue.

«La hermana de mi abuela, Mercedes Bernal, estuvo en Ravensbruck. Nunca quería hablar de aquel horror, aunque alguna vez logré que contara algo, siempre dijo: lo contaré todo una vez y nunca más. Así fue. Por eso no sé casi nada. Ahora, gracias al libro de Neus Catalá, tengo algo de ella.» Lola Zapater.

Shaudin Melgar-Foraster, profesora y escritora catalana, autora del blog finalista del Premio Bloc Catalunya 2010 también me contó acerca de la madre de su amigo, una mujer que ayudó en la Resistencia. Era francesa, muy jovencita y había tenido una vida fácil, nada acostumbrada a las adversidades, pero de la noche a la mañana comenzó desde a transportar alimentos, a ayudar a esconder soldados aliados, exponiéndose a ser arrestada a diario. «Y con el miedo en el alma cada segundo, pero siguió adelante».

Mi familia política en Polonia, también vivió el horror de la invasión Nazi, Józef Adamowicz, estuvo encerrado en Auschwitz y fue uno de los supervivientes del campo de concentración, y mujeres que vivieron la crueldad de la segunda guerra mundial y las consecuencias de la post guerra bajo la dominación soviética. Por ellas, por ellos, por Neus Catalá, única superviviente española del campo de concentración nazi de Ravensbrück, que falleció hace unos días, el 13 de abril de 2019… recordamos.

El registro de presos en Ravensbruck de 1939 a 1945 abarca unas 132 mil mujeres, niñas y niños, mil chicas adolescentes, unos 20 mil hombres de 27 nacionalidades.  

Lluna de llana / Morir a Ravensbrück

…El camp era un glop de nit:
al nord, fum; vers el sud, cendres.
—Així jo no vull morir,
lluny dels cels i les arbredes….

Marina Rosell

El 30 de abril de hace 74 años fueron liberadas 3500 mujeres del campo de concentración de Ravensbrück. El 30 de abril de 1945, el dictador nazi Adolf Hitler se suicida en Berlín. El 8 y 9 de mayo se conmemora un día para rememorar y reconciliar, dedicado a quienes perdieron la vida durante la Segunda Guerra Mundial, también ellas, las mujeres.

Ravensbruck: A las cinco y media sonaba la sirena. Las llevaban a pavimentar caminos, a construir casas para los hombres de las SS. las vigilaban guardias con perros, estos perros estaban tan entrenados que cuando una de ellas intentaba descansar, atacaban. Más tarde, el polígono industrial comenzó a operar en el campamento, en el que las prisioneras trabajaban como costureras y tejedoras. Las mujeres del campo también fueron obligadas a trabajar en las fábricas de Siemens y Halke. En dicho campo de concentración se llevaron a cabo experimentos pseudo-médicos brutales en algunas mujeres. Los alemanes llamaron a las prisioneras «conejillos experimentales», fueron 72 cobayas humanas. La más joven tenía 16 años.

«Un día me llevaron al hospital (un hospital rojo) y me pusieron a dormir con una inyección. Cuando me desperté, tenía heridas de 15-20 cm de largo en ambas piernas y muslos. Me quedé allí durante tres meses, las heridas se abrían cada dos semanas.» Helena Heger-Rafalska.

Stanislawa «Stasha» Sledziejowska-Osiczko fue una de las afortunadas que pudo volver a su casa. Una de las mujeres que formaron el grupo de «las cobayas humanas», las «rabbits», 72 prisioneras católicas polacas sometidas a toda serie de experimentos médicos inhumanos por parte de médicos nazis. Su historia se cuenta en la novela llamada «Lilac Girls» de Martha Hall Kelly, donde una conocida filántropa llamada Caroline Ferriday la ayudaría a ella y a otras compañeras supervivientes, a recuperarse de sus horribles heridas. En la entrevista de Mackenzie Dawson que Martha Hall concedió a The New York Post contaba que al principio, Heinrich Himmler usó dicho campo de concentración como un escaparate de la Cruz Roja, para dar la imagen de que se estaba tratando bien a las prisioneras. «Había flores en las jardineras, jaulas de pájaros y una hermosa carretera bordeada de árboles.» Allí detenían a mujeres por distintos «delitos»: su ideología política, religiosa, manifestantes, mujeres prostituidas, las «aborteras»… La novela está protagonizada por personas reales, incluso una doctora nazi llamada Herta Oberheuser, quien realizó muchos de los experimentos y estaba desesperada por ser cirujana. Más tarde, sería sentenciada a 20 años de prisión, aunque solo cumpliría cinco años. Lo curioso es que al principio, los experimentos se llevaban a cabo con prisioneros varones en Sachsenhausen, Alemania, pero se suspendieron porque los prisioneros se quejaban demasiado y se estaban haciendo difíciles de controlar. 

785878.jpegJadwiga Dzido, católica polaca, se crió en Lukow. Su padre fue asesinado durante la Primera Guerra Mundial, y su madre trabajaba para el farmacéutico Teodozjusz Nowinski. Teodozjusz, no tenía hijos propios, se interesó especialmente en Jadwiga y la animó a seguir estudios superiores. Realizó estudios de farmacia en la Universidad de Varsovia. En 1939, regresó para trabajar en la farmacia familiar durante sus vacaciones de verano. Antes de que pudiera regresar a Varsovia para su nuevo curso, la guerra había comenzado. Y se unió a una organización juvenil asociada con el Ejército de Tierra de Polonia, y ayudó desde la clandestinidad, en la Resistencia.

El 28 de marzo de 1941, la Gestapo la arrestó y la envió a la prisión de Radzyn. Posteriormente, Jadwiga fue trasladada a una prisión en el calabozo del castillo de Lublin, donde fue golpeada y torturada para obtener los nombres de otros miembros de la clandestinidad. Jadwiga se negó, y después de seis semanas, el 21 de septiembre de 1941, fue deportada al campo de concentración de Ravensbruck.

“La Segunda Guerra Mundial dejó una fuerte sensación de que en todas partes estaba presente una maldad irreparable y definitiva, acurrucada en las entrañas de Europa y el mundo, la semilla del daño futuro”. Primo Levi

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Triángulo rojo que llevó Jadwiga Dzido

Como prisionera política polaca, tenía que llevar un triángulo rojo marcado con la letra P. Su número de prisionera era el 7860. Jadwiga fue asignada a un destacamento laboral donde transportó materiales de construcción, después trabajó en la fábrica de zapatos del campamento. Su mayor sufrimiento llegó a manos de médicos de las SS que le practicaron tortuosos experimentos. Le inyectaron Staphylococcus aureus, una bacteria piógena muy potente, causándole fiebre alta, para hacerle después dos incisiones en la pierna y simular así las heridas del campo de batalla de los soldados alemanes. Aunque otras muchas víctimas experimentales fueron tratadas con sulfonamidas, Jadwiga era parte del grupo de control que no recibió ningún medicamento. Se puso extremadamente enferma y permaneció semiconsciente durante tres meses. Le tomó cinco meses completos para que sus heridas sanasen. Jadwiga quedó permanentemente marcada por su tratamiento y continuó sufriendo dolor y rigidez en la pierna y el pie por el resto de su vida.

De izquierda a derecha: Maria Kusmierczuk, Wladislawa Karolewska and Jadwiga Dzido. 1946, supervivientes de Ravensbruck, junto a una enfermera conversa.

Los alemanes planearon ejecutar a todas las víctimas de experimentación el 4 de febrero de 1945 con el fin de ocultar la evidencia de sus crímenes mientras los Aliados avanzaban, Himmler aumentó la tasa de matanza en el campo de concentración. Pusieron a funcionar las cámaras de gas apresuradamente. Más de 600 bebés nacieron en el Ravensbrück en los últimos meses de la guerra; 40 sobrevivieron más allá de su primer mes, solo para ser enviados a su muerte en Belsen. Un grupo de presas, en solidaridad, ayudó a las polacas a esconderse la noche de su posible ejecución, un grupo de prisioneras rusas apagó la red eléctrica, sumergiendo el campamento en la oscuridad, lo que permitió a las mujeres esconderse debajo de bunkers y en espacios del ático hasta que en marzo, fueron rescatadas y llevadas a Suecia a través de la Cruz Roja y, posteriormente de vuelta a Polonia. El 17 de diciembre de 1946, Jadwiga Dzido presentó pruebas en el juicio de «Nuremberg Medical Case» contra 23 ex médicos de las SS.

«¿Quieren guerra? Pues tendrán la guerra más radical que haya existido. Esto es la guerra total». Joseph Goebbels

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Maria Kusmierczuk

Esta es una fotografía clandestina de la prisionera polaca Maria Kusmierczuk, otra víctima de experimentación médica.  Su pierna fue desfigurada por inyecciones de bacterias del tétanos como parte de los experimentos médicos llevados a cabo en el campamento. Fueron algunas prisioneras en el campo de concentración de Ravensbrück las que tomaron estas fotografías clandestinas en octubre de 1944, tras la represión del levantamiento de Varsovia, mientras estaban a la espera de ser procesadas como nuevas prisioneras cobayas, a cambio de un pedazo de pan.

¿Ves el humo? Ahí está tu mamá’, me decía el alemán de las SS». Annette Cabelli, prisionera nº 4065

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Fotografía clandestina de la pierna desfigurada de la presa polaca, Bogumila Babinska (Jasiuk), en el campo de concentración Ravensbruck.

Joanna Szydlowska fue una de las que secretamente tomó fotos de Maria Kusmierczuk, Bogumila Babinska, Barbara Pietrzyk, detrás de un cuartel. Si la hubieran sorprendido, habría sido condenada a muerte. Hicieron desaparecer la cámara, sin embargo mantuvieron la película escondida en su barraca. Todas las «cobayas humanas», las «rabbits», las «króliki doświadczalne», se alojaban en la barraca 32. El 23 de abril de 1945, la Cruz Roja Sueca rescató entre otras a la prisionera francesa Germaine Tillion. Que fue quien trajo consigo la película fotográfica, y las relevó en París después de la guerra. Dos imágenes fueron publicadas por primera vez en el libro titulado «Ravensbruck» de Wanda Kiedrzynska. Después Helena Rafalska mantuvo la película en su poder, y posteriormente le fue entregada a Anna, la hija de Jadwiga Dzido.

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Barbara Pietrzyk. Su número de prisionera es visible en la manga de su abrigo. Maria Kusmierczuk está de pie en la parte posterior.

«No guardo rencor en absoluto. Los perdono completamente.» «Stasha» Sledziejowska

Después de meses de negociaciones con el gobierno comunista polaco, 35 de las 72 «cobayas», fueron a los Estados Unidos para recibir un tratamiento tanto físico como mental. Cuatro de las exprisioneras se quedaron en la casa de Ferriday. Cuando la escritora Martha Hall fue a Ravensbrück en 2015 para el 70 aniversario de su liberación, conoció a Stasha, una de los cinco «cobayas» supervivientes, cada una de las cuales tiene una asistente voluntaria que las cuida.

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Shoah

34150aLos «experimentos» llevados a cabo desafiando la deontología médica durante el Tercer Reich a estas mujeres tenía como objetivo desarrollar y probar drogas y métodos de tratamiento de heridas y enfermedades que los soldados alemanes podrían contraer en combate. Se probaron compuestos y sueros para la prevención y tratamiento de enfermedades infecciosas tales como la malaria, el tifus, tuberculosis, fiebre tifoidea, fiebre amarilla y hepatitis. Y se llevaron a cabo injertos óseos y experimentos para evaluar la eficacia de las nuevas sulfamidas (sulfanilamida).

Otros horrendos intentos de promover los objetivos raciales de los nazis incluyeron la esterilización, y la eutanasia, principalmente en los campos de Auschwitz y Ravensbrück. Los investigadores nazis probaron diferentes métodos para encontrar un procedimiento de esterilización en masa efectivo y barato para judíos, gitanos y otros grupos, que los líderes nazis consideraban racialmente o genéticamente indeseables.

Juicio Nuremberg: El proceso de los casos médicos

«Los demandados están acusados de homicidios, torturas y otras atrocidades cometidas en nombre de la ciencia médica. Las víctimas de estos crímenes se cuentan en cientos de miles. Solo unos pocos están vivos; algunas de las supervivientes están en esta sala. Pero la mayoría de estas desgraciadas víctimas fueron masacradas o murieron en el curso de las torturas a las que fueron sometidas. En su mayor parte son muertos sin nombre. Para sus asesinos, estas personas desdichadas no eran en absoluto seres humanos. Llegaron en lotes, al por mayor y fueron tratadas peor que a animales.» Telford Taylor, General de brigada, jefe de abogados durante el juicio de los médicos. Declaración de apertura de la fiscalía.

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15 de diciembre de 1946. Nuremberg. Testigos de la acusación Dzido y Alexander
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Jadwiga Dzido muestra su pierna cicatrizada a la corte de Nuremberg

El 25 de octubre de 1946, el gobierno militar de EE.UU. para Alemania creó el Tribunal Militar I, que llevó a cabo el primero de los procedimientos subsecuentes de Nuremberg, el caso de las pruebas médicas. El 5 de noviembre, se presentaron acusaciones a 23 médicos, científicos y funcionarios de las SS. Los detenidos ​​fueron acusados ​​de cuatro cargos: participación en el diseño común o conspiración, crímenes de guerra, crímenes de lesa humanidad y membresía en organizaciones delictivas. Los detenidos fueron acusados ​​de cometer asesinatos, brutalidades, crueldades, torturas, atrocidades y otros actos inhumanos. Los demandados fueron procesados ​​el 21 de noviembre y el juicio se extendió desde el 9 de diciembre de 1946 hasta el 19 de julio de 1947. El Tribunal mostró su fallo el 20 de agosto, declarándolos culpables. Las condenas fueron anunciadas el 21 de agosto. Siete fueron sentenciados a muerte, cinco a cadena perpetua y cuatro a 10 a 20 años de cárcel. Los condenados a muerte fueron ahorcados el 2 de junio de 1948 en la prisión de Landsberg.

Retrato del grupo de supervivientes polacas, las «rabbits», las «króliki doświadczalne» del campo de concentración de Ravensbruck en una clínica médica en Varsovia, donde eran examinadas por médicos polacos y el Dr. Hitzig de los Estados Unidos. 1958 Varsovia. A día de hoy, solo cinco mujeres sobreviven. In Memoriam.

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Photograph Number: 63554

Si el mundo no cambia ahora, si el mundo no abre sus puertas y ventanas, si no construye paz, verdadera paz, para que mis bisnietos tengan la oportunidad de vivir en este mundo , entonces soy incapaz de explicar por qué razón he sobrevivido a Auschwitz, Bergen-Belsen y Ravensbrük “. Ceija Stojka

Poema La Trenza de Tadeusz Rozewicz

Cuando ya habían afeitado
a todas las mujeres del transporte
cuatro obreros barrieron
y apilaron el cabello
con unas escobas de madera de tilo

Bajo los cristales limpios
yace el cabello rígido de las asfixiadas
en las cámaras de gas
entre el cabello hay agujas para el pelo
y peines de hueso

No deja que se entrevea la luz
no lo mece el viento
no lo acaricia una mano
ni la lluvia ni unos labios

En grandes cajas
se amontona el cabello seco
de las asfixiadas
y una pequeña trenza gris
con su lazo
de la que tiran en la escuela
los chiquillos traviesos.

Teresa Domínguez

“No seré una mujer libre mientras siga habiendo mujeres sometidas»

Fuente: Enciclopedia del Holocausto, Enciclopedia multimedia de la Shoah, Lilac Girls, testimonios cercanos, The New York Post, Piotr Kapusta y fotografías cortesía de USHMM, Anna Hassa Jarosky y Peter Hassa, vocales verticales.

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1 Comment

  1. ¡Oh, gràcias, Teresa! ¡No me lo esperaba!
    En cuanto a lo que nos cuentas de Ravensbruck, me pregunto, como siempre que leo sobre atrocidades, cómo es posible tanta maldad. Tenemos seres humanos tan altruistas que incluso arriesgan sus vidas para salvar a gente a la que ni siquiera conocen, y otros son verdaderos monstruos. Ojalá que todos aquellos que huyen del horror se encontraran solo con los primeros.
    Muchas gràcias por otro artículo interesante y necesario. Hay que leerlo aunque nos cause escalofríos.
    Un fuerte abrazo.

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