La verdad ya llegó muerta a esta guerra

Nuestro fantasma somos nosotros, nuestro miedo somos nosotros. Quienes hemos secuestrado a Pablo González somos nosotros, quienes hemos prohibido RT y Sputnik somos nosotros.

Por Manuel Pérez

Europa continúa su estado de excepción particular. Parece que tras el covid, la guerra es la nueva excusa para dilapidar cualquier principio democrático. Empujados por una prensa deseosa de titulares, nuestra querida Unión Europea ha decidido que “declarar la guerra” es una buena opción.

Pero al estilo europeo, declaramos la guerra sin hacerlo. Amenazamos por boca del ministro de economía francés con quebrar un país, con hacer temblar un pueblo, pero no lanzamos misiles, ni enviamos soldados. No lo hacemos, porque Europa no tiene soldados. Tampoco declaramos la guerra, pero armamos civiles y permitimos que nuestra libre circulación sea de voluntarios. No declaramos la guerra, porque ya la habíamos declarado.

Decían los entendidos, siempre hay entendidos, que ya estábamos en guerra. Que nuestras armas y nuestro bloque ya estaba posicionado. Decía la constitución que para la guerra hay que ir al Congreso, pero no es la guerra. Es la no-guerra la que habitamos. No regalamos armas, entregamos objetos pacificadores. No empujamos a Ucrania tras el maquiavelismo otanista a las fauces del oso. Y si Putin es un oligarca rodeado de secuaces, la Unión Europea es una oligarquía rodeándose.

El devenir de la izquierda llevaba tiempo viéndose, entregando la humanidad frente al covid a ciertos postulados filo-fascistas primero, pero ahora aplaude el colapso económico ruso sin remordimientos. Porque si la izquierda sabe algo, es que es europea. No se esconde una solidaridad por Ucrania en cada “No a la guerra” se esconde un desprecio común por los márgenes de Europa. No olvidemos, Rusia era aquella monarquía que tenía que frenar al bárbaro asiático y solo era europea, en tanto no era asiática.

Putin en tanto era aquel presidente gracioso que montaba caballos era uno más. Otro megalómano al que no queremos cerca, pero que no molesta. Putin era una democracia ambigua y ahora es un dictador que reprime a su pueblo. Lo alarmante de ahora es que la UE confiesa en voz alta que puede jugar con las economías a su antojo, que quiere una revuelta en suelo ruso y la va a conseguir. Tiemblan por los 60 km de convoy que va hacia Kiev, pero no temblaron en tirar a Zelenski, y con él al pueblo ucraniano, bajo la bota de Putin. Porque si Putin es un loco, no es nuestra culpa.

La prensa especializada, a veces con tono analizable, se refiere a la invasión rusa como un error militar. Si un pueblo invade, lo hace bien… parece. Lo cierto es que da igual si está saliendo bien o no el avance ruso. Aquí solo importa la democracia. Y si para salvar la democracia hay que suspender la democracia se hará. Europa siempre ha sido la cuna de la ilustración y nada que roce los Urales podrá ser ilustrado. No queremos declarar la guerra, porque ya ha sido declarada.

Si Medvédev mantiene el pulso al ministro francés es el ruso quien nos amenaza. Alemania se rearma, Francia amenaza y Europa envía armas en son de paz.

¿Quiénes eran esos eslavos que ahora llamamos hermanos? En 2017 nuestros ahora hermanos celebraban en Kiev la final de la UEFA Champions League y los europeos de bien (ahora somos europeos de bien), paseábamos celebrando la fiesta del fútbol viendo al ejército desfilar por las calles. Porque si de algo sufre Europa es de pérdida de memoria. Tres años después de un golpe de estado proeuropeo, Europa pagaba. Mientras la guerra fuese a nuestro beneficio las muertes no eran importantes. Mientras los refugiados sean rubios, educados y con ojos azules, son nuestros refugiados.

Llevar cordura entre tanta exaltación es difícil, máxime si olemos la carnaza tras cada video de Tick Tock. Se suman muchas cosas en un juego que parece que nadie sepa cómo parar. La guerra no es guerra si va bajo el paraguas de la Unión. La Unión no es unión si nunca se ha mirado por quien la compone. El espíritu europeísta aparece tras años buscando. Porque si el fascismo ucraniano es una excusa, la defensa de la democracia ucraniana no lo es menos.

Parece que la verdad ya llegó muerta a esta guerra y que, salvadas excepciones, todos avanzamos hacia la incertidumbre de quien no sabe dónde está. Si Putin es un desalmado pirómano, ¿por qué decidimos jugar con él y un bidón de gasolina? ¿Qué era Europa y dónde estaba Ucrania?

La Europa de a pie clama justicia y para ello olvida. Olvida la libertad permitiendo la condena de cárcel por apoyar a Rusia, aunque sea en tu casa, y olvida escuchar permitiendo el silencio de los medios de Moscú. Olvida la duda, porque Europa sabe que mató a la verdad y que solo un relato puede ser contado. Olvida la paz, porque ya declaró una guerra sin decir ninguna palabra ¿Por qué Rusia y por qué luchamos? Si no es Ucrania, dinos Europa, porque luchamos.

En Twitter han aparecido etiquetas y han desaparecido cuentas. En YouTube han desaparecido videos y, desde Ucrania, Rusia va perdiendo la guerra. Biden victorioso responde “no” al farol nuclear y ve como su OTAN calienta motores. Si la UE quiere un ejército, espero que al menos sea europeo. Que recuerde a su periferia y que no sirva de excusa para guerras inventadas y bombardeos yugoslavos. Si a Borrell parece excitarle decir “Vamos a la guerra” que al menos piense el por qué. Si Europa quiere paz que hable. Porque la paz es la palabra y no pertenece a ningún bando.

Ya nos advertía Pasolini del papel ideologizante de la televisión, pero que Salvame hable de la guerra de Ucrania evidencia el descaro con el que Europa pretende lavar sus manos. La rusofobia inunda las calles y la idea de la no-guerra empieza a asentarse. Quizá, incluso la de la guerra. Abierta, sin miedo. Una guerra por Occidente. La maquinaria propagandística se ha puesto manos a la obra y Rusia tiene que perder. ¿Pero no ha perdido ya? ¿No está Rusia en una guerra? ¿Putin es Rusia? Hemos secuestrado el sentido común y aceptado el relato.

Nuestro fantasma somos nosotros, nuestro miedo somos nosotros. Quienes hemos secuestrado a Pablo González somos nosotros, quienes hemos prohibido RT y Sputnik somos nosotros. Nuestra no-guerra es nuestra. Nuestra paz es nuestra. Quienes alentamos a civiles al frente con un fusil somos nosotros. Quienes cerramos la entrada a otros refugiados somos nosotros. Si Putin es una amenaza, es porque sigue siendo como nosotros.

Se el primero en comentar

Dejar un Comentario

Tu dirección de correo no será publicada.




 

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.