La última clase

Por Joan Jordi Abentín

Cualquier organización, cualquier lucha y cualquier objetivo en la izquierda tiene un algo de realista. Una parte, un momento o unos instantes donde te sientes cómodo, donde ves esperanza.

Cuando empecé a militar en Joves d’Esquerra Verda (Organización Juvenil de Iniciativa por Catalunya) hace ya casi tres años fui a causa de una conocida. Ahí me presenté a todas y todos. Rápidamente conocí, valore y hablé con los compañeros. Y al final, con el tiempo acabas encontrando un maestro. No sé, pero imagino que siempre cuando empiezas a luchar por tus ideales tomas un ejemplo. Un ejemplo que te enseñe sin problemas, que resuelva tus dudas, y que te diga las cosas claras si lo haces mal y siempre de forma constructiva. Seguro que sabéis de que hablo, e imagino que todos los que estéis en algún colectivo os venga alguien a la cabeza.

Bien, no estoy escribiendo esto por razón divina. Sencillamente lo hago porque los últimos acontecimientos me obligan hacerlo.

Y entraré en la metáfora:

Imagina una Universidad, cualquiera, la que tengas cerca. Ahí, imagina una de sus clases, por ejemplo la de Historia o la de Oratoria, a su lado un profesor, uno de 64 años que este observando des de fuera de los focos. Uno que le gusta transmitir, que le gusta hacer algún chiste y que sobretodo, cree en lo que enseña. También, en esa universidad en cuestión, el papel de los delegados de clase es muy importante y por ese caso, a muchos les gustaría serlo.

Ahora, imagina que estás en esa aula, un par de años después. Y la verdad, crees en que los derechos de los alumnos de esa, pueden mejorarse y al final, cambiar alguna pizca de nuestro mundo. Además, piensa que en esa, también hay gente muy válida que quiere ayudar. Además te motivas el doble cuando el compañero con quien siempre has luchado se une a tu equipo. Y eso no es todo, porque después recibes un mensaje del maestro donde te dice que con sus 66 años va aguantar un poco más para brindar su ayuda con lo que siempre había hecho: Estar allí.

Así que con estos y los demás alumnos formas un equipo. Un equipo que está dispuesto hacer lo que sea para mejorar la vida de los y las estudiantes, y ya no solo las de esa aula en cuestión, sino las de todo el centro. Pasando los meses, este grupo consigue algunos hitos pero el Sistema Universitario no funciona del todo bien, y al final, después de una buena clase de Historia donde todos los alumnos quieren repetir, el maestro decide que ya ha llegado la hora. E imaginad que pasa cuando se va vuestro profesor. Y si, estos alumnos y este maestro se seguirán viendo pero igualmente, la mesa del profesor estará vacía.

En fin, cada uno puede sacar sus conclusiones pero después de esta historia que me he más o menos “inventado” creo que hay una cosa clara:

Somos de izquierdas. Somos personas que tenemos una ideología que nos permite poner los derechos de las personas por delante del nuestro. Somos gente de las clases populares que queremos tener las mismas oportunidades que alguien que se apellide Borbón, Barcenas o Trump. Somos conscientes que cambiar esta sociedad mientras estamos participando activamente en política es complicado. Tan complicado que muchas veces piensas que es imposible. Pero cuando tienes un buen grupo da gusto luchar, porque al final el conjunto nos creemos invencibles. Pero claro muchas veces no todo sale bien, otras si sale pero no sabes como gestionarlo y a veces te sale bien y no te enteras. A mi, en estos cuatro meses de coordinador de “Joves d’Esquerra Verda del Camp de Tarragona” me han pasado un montón de cosas así. Y seguramente a mis compañeros también. Pero hemos tenido la suerte (por mi parte en estos últimos meses) que siempre cuando no sabía que hacer aparecía el maestro. Y no sé cómo, después de una dosis de realidad creía en que si dejamos de luchar nadie cambiaría el mundo. Así que había de seguir adelante.

Y todo esto texto es para dejar clara la última reflexión que se me acude (sobretodo después de ver que VOX entra en todas partes):

Compañeras, camaradas, amigos… tenemos mucha faena. Necesitaremos nuestra mente y nuestras manos. Necesitaremos nuestras lágrimas y a veces nuestras meteduras de pata. Necesitaremos nuestra lucha. Pero sobretodo todos necesitaremos a ese maestro y muchas veces lo seguirá siendo esté o no en nuestra aula.

Por cierto, muchas gracias Maestro.

1 Comment

  1. Buen artículo. Me gustaría rectificar un pelín el final. Cuando el maestro te convence de que si no luchamos no se alcanzará la meta soñada, se queda corto. Si no luchamos vamos hacia atrás y la derecha va comiendo cada vez más nuestros derechos y nuestras armas. Es imprescindible seguir luchando aunque no se vean de momento los resultados, aunque fracasemos muchas veces. (Te lo recuerda un «no alumno» de 85 años). Adelante.

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