los poderes económicos en España siguen siendo los mismos que torturaron, asesinaron y saquearon durante el levantamiento militar fascista, para robar a las élites republicanas y al pueblo sus recursos y su futuro
Por Dani Seixo
“En España el mérito no se premia. Se premia el robar y el ser sinvergüenza. En España se premia todo lo malo.”
Ramón María del Valle-Inclán
“El Frente Popular podía ser una estafa, pero Franco era un anacronismo. Solo los millonarios y los ilusos podían desear su victoria.”
George Orwell
“En el otoño de mi vida, yo debería ser un escéptico. Y en cierto modo lo soy. El lobo nunca dormirá en la misma cama con el cordero. Pero de algo estoy seguro: si conseguimos que una generación, una sola generación, crezca libre en España, ya nadie les podrá arrancar nunca la libertad. Nadie les podrá robar ese tesoro.”
La lengua de las mariposas
Cuando uno se decide a rascar la capa superficial de los resortes que a duras penas sostienen el estado español y al fin consigue despertar de la catarsis consumista y la libertad de alienación propiciada por el mundo occidental y su decadente y dionisiaca filosofía de vida, la dictadura y su presente recuerdo, comienza de nuevo a aparecer ante los ojos del mundo obrero entre los platos rotos y las interminables facturas de los excesos de esta larga noche de piedra, por otros disfrutada. Cuando uno se detiene a pensar seriamente, cuando vence a la muerte y renace la inteligencia, al fin descubre que en el estado español pocas cosas han cambiado, excepto las formas.
El maquillaje que nos permite vivir entre la obvia indignidad social de nuestro estado común, sin el incomodo y continuo tic de llevarnos las manos a la nariz para lograr soportar la pestilencia del sistema y sus instituciones, es lo único que hoy impide la vieja exigencia de levantar la mano a la orden del patrón y para mayor gloria del laureado capital del movimiento nacional.
Familias como los Banús, March, Koplowitz, Fierro, Fenosa, Coca, Melià o destacados reinos de taifas del IBEX como Gas Natural, OHL, ACS, Iberdrola, Endesa, La Caixa o Telefónica, forman parte de los nombres propios de la represión y el expolio franquista, todos ellos ejemplos del caciquismo institucionalizado del asesino dictador y su modelo autárquico de estado, que con mano esclava y miedo generalizado, comenzó a cimentar el modelo del futuro capitalismo rentista y parasitario que aún hoy sufrimos en nuestro estado. Bajo la protección estatal y un sistema fiscal privilegiado para los vencedores y cuyo peso recaía sobre la espalda de los trabajadores -¿os suena?- el empresariado español aprovechó mientras pudo la pasividad y el temor del proletariado español, para con una corrupción generalizada y un entorno laboral draconiano, amasar enormes fortunas que rara vez repercutieron en el bienestar de sus conciudadanos o su propia patria.
Debemos decir basta. Basta ya de centrar nuestro futuro en la economía especulativa, basta ya de pensar en la deuda destinada a fondos de inversión y demás intereses parasitarios, basta ya de primar a un sistema cruel por encima de las personas
Una dictadura de ministros procedentes de la banca, la industria o el entrono de amistades del caudillo, un sistema social y de poder en el que política y poderío económico se confundían y en el que un oportuno telefonazo a buena hora, gozaba de mayor peso que el clamor de un pueblo. En fin, viejos detalles de la dictadura. Pero no nos equivoquemos, las cosas no han cambiado, la oligarquía forjada a sangre y fuego durante ese período, sigue inalterable, los poderes económicos en España siguen siendo los mismos que torturaron, asesinaron y saquearon durante el levantamiento militar fascista, para robar a las élites republicanas y al pueblo sus recursos y su futuro. En el asesinato del empresario coruñés Pepe Miñones y en la figura de polifacético cacique Pedro Barrié de la Maza, se dibuja todavía hoy gran parte de la historia reciente de España.
Cada peseta primero, y cada euro después, en manos las grandes fortunas del IBEX 35, se encuentran manchadas de sangre e indecencia. Parásitos rentistas que durante décadas no han sabido sino socavar nuestra soberanía económica y nuestra capacidad común para crear un estado lejano a la sumisión actual de los dictados del austericidio europeo, los tirones de orejas de la Troika o las oportunas llamadas de Trump o la propia Confederación Española de Organizaciones Empresariales. En España, el empresario no es patriótico excepto en los complementos. Los que hoy aplauden los recortes y las imposiciones de la Unión Europea con sádica pleitesía, son los herederos de los asesinos franquistas, los mismos que bajo el amparo de alemanes e italianos, asesinaron cruelmente a su pueblo. Les gusta llamarse liberales a esos ineptos, pero no son sino los iletrados que gritaban viva la muerte con enorme ceguera ante la gran esperanza republicana. Los caballistas de Queipo y esa trinidad del horror entre salvaje folclore, casposos señoríos y santa madre iglesia, son los que ayer decían ser fascistas y hoy se dicen liberales con la misma piel bajo sus chaquetas. Con las misma pulsión inhumana en sus códigos de conducta.
Esta todavía es la España de los GAL, las mordidas en Arabia Saudí, Corina, Viellarejo, Púnica, Camps, M.Rajoy o los ERE
No han cambiado tampoco en demasía las instituciones españolas y por ello en los oscuros calabozos políticos de nuestro estado siguen reposando los nacionalistas, los comunistas, los anarquistas o todo aquel que ose levantar la voz contra el sistema establecido, todo aquel que realmente pretenda cambiar las cosas y no maquillar el despropósito. Mientras tanto, en las comisarías y los cuarteles pasean su odio e ideología asesina, al amparo de la impunidad generalizada, fascistas de viejo cuño y nuevos camisas pardas de gimnasio hasta las cejas de esteroides. No todas las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado simpatizan ya con el fascismo o el autoritarismo, por supuesto, pero el germen sigue ahí, la democracia, en caso de abrazarla, convive bajo el mismo uniforme con aquellos nostálgicos de las brigadas políticas y la tortura como instrumento diario de presión psicológica. A los chats, las denuncias, las filtraciones o directamente a los asesinos como Josué Estébanez me remito.
¿Y la justicia? Que esperar, tras la muerte de Franco, 10 de los 16 jueces del Tribunal de Orden Público pasaron a ocupar un cargo en el Tribunal Supremo o en la Audiencia Nacional. Da igual que se llame Tribunal de Orden Público o Audiencia Nacional, el objetivo sigue siendo crear terroristas en donde solo hay disidencia o protesta social, perseguir el pensamiento político rebelde o a todo aquel que desde el pueblo ejerza la resistencia contra un sistema injusto y con eso, dejar escaso margen para la democracia real, para el cambio político impulsado desde la base de la pirámide. Las manadas judiciales, las cloacas del estado, la corrupción, la violencia policial en las calles o en las prisiones, el genocidio contra los migrantes… Todo ello responde en mayor medida a un régimen autoritario y no a una democracia real.
Nunca hemos roto con nuestro pasado, adoramos al absolutismo frente a la ilustración y lo celebramos como «liberación», perdimos nuestras colonias a manos de los que antaño nos humillaron como enemigos y hoy lo hacen como «aliados» y tras ello, quisimos olvidar el pasado y no reparar a aquellos pueblos a los que por dos veces condenamos y traicionamos. Perdimos la mayor y más importante de nuestras guerras para hablar a posteriori de reconciliación entre víctimas y victimarios, sin distinción. Metimos en el mismo saco a quienes lucharon contra el totalitarismo y le plantaron cara con firmes ideas democráticas a una jauría de perros fascistas que vendieron a su pueblo para que alemanes e italianos experimentaran el futuro horror que sufriría Europa a manos de la locura de Hitler y Mussolini. Aún hoy, la tumba de Manuel Azaña en Montauban y la de tantos otros representantes de la democracia y la cultura republicana en España, simbolizan con el olvido impuesto por nuestro estado la ignominia de quienes han puesto al horror y la dictadura a la misma altura moral y política que los firmes defensores del legítimo poder democrático de la II República española.
Los que hoy aplauden los recortes y las imposiciones de la Unión Europea con sádica pleitesía, son los herederos de los asesinos franquistas, los mismos que bajo el amparo de alemanes e italianos, asesinaron a su pueblo
Y tras ese borrón y cuenta nueva del que todavía hoy algunos se muestran orgullosos, abandonamos a los nuestros en cunetas y fosas comunes mientras el dictador y su cuadrilla recibía honores o se incrustaban en la reciente «democracia» bajo el ruido de sables y el amparo estadounidense en su lucha contra la amenaza comunista en Europa. Nuevas caras, viejo collar.
Asesinos como Fraga siguieron su trayectoria política sin sobresalto alguno tras haber estampado su firma en la sentencia de muerte de la democracia en nuestro estado y en la de más de un compatriota español. Mientras tanto, comunistas y la izquierda real suplicaron su participación en el reparto para recibir las migajas del pastel o en caso de resistencia, pasaban a convertirse por arte de magia de nuevo en enemigos de la patria. En esta ocasión, caracterizados como terroristas. Todavía hoy, en nuestras cárceles, compañeros y compañeras cumplen largas condenas por su pensamiento, por su ideología.
Esa fue su modélica transición, la que permite a figuras como Antonio González Pacheco, conocido por todos como “Billy el Niño”, pasearse por nuestros cuarteles, brindar por Franco o colocar a las nuevas camadas de fanáticos fascistas en las estructuras del estado. Uno transición narrada oportunamente por estómagos mediáticos agradecidos como Cebrián y compañía, los mismos que hoy oportunamente hablan de libertad de prensa y ayer cercenaron nuestra libertad política. El País y muchos otros, casi sin excepción, nacieron como lo que hoy son, empresas con escasa información y muchas deudas, económicas e ideológicas. También la prensa en nuestro estado se forja en las pistas de pádel o en las canchas de basket de la Moncloa, en los consejos de administración de las grandes empresas y muy rara vez, en las calles, en las fábricas y finalmente en las redacciones, allí en donde únicamente debería nacer el buen periodismo.
Vivimos inmersos en un estado de caciques y pobres diablos, en el que los ricos cantan y los ineptos hacen el coro. Mientras tanto, todo aquel que desafine, pone su nombre en la picota, se transforma en terrorista o en voz discordante, apartada o señalada por el sistema según la estrategia que entonces resulte necesaria y oportuna para silenciarlo. Resulta indiferente que tu nombre sea Manuel Pérez Martínez u Oriol Junqueras Vies, el castigo del estado, el castigo de las cúspide de la pirámide llegará en el tiempo y forma precisa. Lo importante es que llegues a entender lo antes posible y de forma permanente, que ellos van a poder contigo. Que finalmente uno desiste de provocar o promover el cambio.
Familias como los Banús, March, Koplowitz, Fierro, Fenosa, Coca, Melià o destacados reinos de taifas del IBEX como Gas Natural, OHL, ACS, Iberdrola, Endesa, La Caixa o Telefónica, forman parte de los nombres propios de la represión y el expolio franquista
Esta todavía es la España de los GAL, las mordidas en Arabia Saudí, Corina, Viellarejo, Púnica, Camps, M.Rajoy o los ERE. La España arcaica, cainita y desamparada por su cúpula política e intelectual. Porque también desde hace décadas, nos faltan ellos, los intelectuales, aquellos que durante mucho tiempo supusieron la punta de lanza de la resistencia. Supongo que en tiempos posmodernos, la transgresión impide el compromiso político y social y deja paso únicamente al ridículo en redes sociales o al agradecido estomago caliente. Este es el estado en el que vivimos y sepan ustedes que nadie nos va a regalar nada, que somos únicamente nosotros los que lograremos cambiarlo en caso de que al fin nos lo propongamos. Cuando la economía especulativa avanza y el equilibrio geopolítico amenenaza seriamente con dejar a Europa y especialmente a los países del Sur en un segundo plano, en el que su industria y su peso economico comiencen a sentir seriamente las consecuencias de la derrota estrategica, no podemos seguir consientiendo sobrevivir con unos servicios públicos fuertemente deteriorados o con una situación laboral precaria que poco a poco nos lleva a la tumba. Un total de 695 trabajadores fallecieron en accidente laboral en 2019.
Debemos decir basta. Basta ya de centrar nuestro futuro en la economía especulativa, basta ya de pensar en la deuda destinada a fondos de inversión y demás intereses parasitarios, basta ya de primar a un sistema cruel por encima de las personas. Basta de contar a nuestros muertos como daños colaterales de su puñetero negocio. Esto tiene que terminarse de una vez por todas, debemos volver a ser dignos de la historia y el peso de la clase obrera de nuestro estado, debemos levantarnos y volver a incluir en nuestro vocabulario las palabras huelga, solidaridad y victoria. Debemos asumir los sacrificios sí, porque no nos engañemos, no existen salidas fáciles par aesto a corto y medio plazo, pero debemos comenzar a hacerlo como propios y a nuestro favor, nunca más como impuestos por lejanos estados o capciosos intereses empresariales de nuestras propias élites económicas. Tan solo así, tras una larga y digna lucha social, lograremos poner fin al profundo sacrificio de esta trinchera infinita.
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