La traición como modelo político

Por Victor Chamizo @vichamsan | Ilustración de El último mono @_elultimomono


Lamentable, nefasto, patético, bochornoso, vergonzoso y vergonzante, insulso, indecente, indigno, el discurso de Antonio Hernando en la sesión de investidura. Podría aplicar más adjetivos, porque los hay, pero me aburro.

Hernando (omito el calificativo de señor y lo hago intencionadamente) se expresó en el congreso, y podría haber hablado igualmente sobre “la reproducción de la anguila bajo el estrés de la cautividad en las piscifactorías”. Probablemente habría sido más interesante. Fue la expresión más clara de cuando hay que pasar un trámite. El trámite de justificar la consumación de una traición, de una traición a un compañero y “amigo”, a la militancia de un partido, a los simpatizantes del mismo y a los votantes que creyeron en un compromiso.

Lo más vomitivo, lo más detestable, fue ese momento en el que, este indeseable individuo, pasó al lado de Pedro Sánchez y apenas le dirigió la mirada.

No comparto las políticas del PSOE (se pueden leer mis entradas “El desengaño socialista”, “Carta al señor González”, “¿Eres o no eres Sánchez?”, y algunas más), pero lo que se ha hecho con Pedro Sánchez, se me antoja absolutamente indignante, y creo que hay que romper una lanza en su favor, porque ha demostrado que posee la dignidad suficiente como para sostener un compromiso con los que han creído en él y, gracias a ello, le han llevado a donde ha llegado. Y ha demostrado tener la decencia de no doblegarse ante las fuerzas vivas de su partido.

Todos hemos leído esa frase que dice que lo peor de la traición es que no viene de tus enemigos, sino de los tuyos. En efecto, lo peor de la traición es sentir en tus entrañas el frío y duro acero de la daga de tu amigo.

Espero que Pedro Sánchez conserve intacta esa dignidad que ha mostrado, porque no hay mayor prostitución que la de la dignidad. La historia, al final, pone a cada cual en su sitio, y Pedro Sánchez, si se mantiene fiel a sus principios, ya sea fuera del partido, fundando uno nuevo, o tratando de recuperar el PSOE, pasará a pertenecer a los grandes de la historia, mientras que Antonio Hernando, que ha arrastrado el nombre del PSOE por el barro, que lo ha situado en la más absoluta bajeza y que lo ha denostado y avergonzado ante los militantes de izquierda, pasará a ser recordado como un villano, un cobarde y un traidor.

¿Tú también, Bruto?

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