En La toma de la 24, el periodista Pablo Solana reconstruye los hechos que sucedieron tras el asesinato del militante social, Martín “Oso” Cisneros, en junio de 2004.
Por Leando Albani | 4/07/2024
Si lo que ocurrió el 26 de junio de 2004 en el barrio de La Boca, en Buenos Aires, no fuera tan doloroso y otra confirmación más de la corrupción transversal que cruza a la policía argentina, el relato de esas horas podría convertirse en una road movie minimalista y casi íntima de un grupo de vecinos y vecinas que tomaron la decisión de revolucionar sus cuadras y calles bajo una bandera por demás de conocida en el país: la justicia ante la impunidad de un asesinato de un referente social, como lo fue Martín “Oso” Cisneros, que integraba el Comedor Los Pibes por esos días.
Quien reconstruyó ese hecho donde narco, policía y represión se convirtieron en un solo cuerpo es Pablo Solana, con su nuevo libro La toma de la 24, publicado en versión digital por el Instituto Plebeyo. Solana, con una basta experiencia en movimientos sociales y coautor de libros como 2001. No me arrepiento de este amor. Historias y devenires de la rebelión popular y América Latina. Huellas y retos del ciclo progresista, reconstruye lo que sucedió esa noche en La Boca, donde un narco asesinó a tiros a Cisneros, un referente del barrio con una trayectoria militante no solo en Argentina, sino también como brigadista en Nicaragua. Con entrevistas, retazos de la causa judicial, un barrido por cómo los medios de comunicación reflejaron el hecho y reflexiones que van más allá del caso puntual, Solana presenta una investigación de lectura ágil y precisa, posicionándose en la extensa trayectoria de la crónica y el periodismo narrativo de nuestro país. Pero también analiza y reflexiona sobre temas que ―en estos tiempos― parecen espinosos: la violencia estatal y la respuesta popular, la organización social en todos sus aspectos ―que incluye formas de autodefensa― y las fragilidades de los propios movimientos que, en la Argentina de hoy, se visualizan fragmentados y, por momentos, erráticos ante un gobierno de ultraderecha como el de Javier Milei.
En la presentación, el escritor Mariano Pacheco apunta el principal logro del libro: la aplicación del “método walsheano” empleado por el autor, que “permite recuperar en toda su dimensión las enseñanzas que Rodolfo Walsh nos dejó con la elaboración de su tríptico de libros (Operación Masacre; Caso Satanowsky y ¿Quién mató a Rosendo?). A saber: el de efectuar una rigurosa investigación para denunciar la opresión ―a menudo, criminal― del poder de las clases dominantes y brindar testimonio de quienes la enfrentan en la lucha por un mundo con justicia, igualdad y libertad”.
En La toma de la 24, se reconstruyen cronológicamente las últimas horas del “Oso” Cisneros, su asesinato, la reacción de sus compañeras y compañeros de militancia ―y también la conmoción del barrio―, la ocupación pacífica de la comisaría desde donde se había liberado la zona y una noche que se convirtió en madrugada para quienes tomaron la estación policial y supieron organizar un espacio de resistencia y reclamo por justicia, poco común en las últimas décadas.
Como apunta Solana en el prólogo, lo sucedido en la comisaría de La Boca en ese lejano 2004 tuvo varias aristas inéditas y, en especial, resultados concretos: que se detenga al asesino del “Oso” Cisneros, pese a que los uniformados estuvieron varias horas sin responder a los reclamos que se agitaban en las calles. El autor destaca que, como ocurre en “luchas emblemáticas, la acción bien llevada resultó útil para mucho más”, como la unión de movimientos sociales, la movilización masiva de personas para demandar justicia y el descabezamiento de jefes policiales que, desde hacía mucho tiempo, navegaban en el fango de la corrupción. La contracara fue, como relata Solana, que los “compañeros de Cisneros fueron sometidos a un juicio que se extendió durante más de una década y los amenazó con duras condenas”.
Entre las reflexiones que cruzan a este reportaje de pura cepa periodística, podemos destacar la siguiente: “Aunque los y las protagonistas siempre se mostraron orgullosos de lo que hicieron, lo cierto es que la judicialización de la protesta, por un lado, y la creciente incorporación de las organizaciones populares a las dinámicas del Estado, por el otro, lograron cierto efecto adormecedor en el resto de la militancia y de la toma poco se habló de ahí en más”.
La reconstrucción en el libro detalla las horas de la toma y la historia de vida de Cisneros, con un ritmo frenético que, por momentos, nos revela los hechos minuto a minuto, las voces de quienes ese día no se quedaron con los brazos cruzados y la tensión de una larga jornada donde la represión estaba a solo unos pasos. Estas son las herramientas que Solana utiliza para forjar un libro sólido y vigente. Por eso, la escuela fundada por Rodolfo Walsh con Operación Masacre, en este libro, goza de muy buena salud.
Este artículo fue publicado originalmente en La Tinta.
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