La Sociedad contra Rubiales

La lucha para desterrar los comportamientos machistas pierde su eficacia cuando es tolerante con cualquier expresión de machismo.
Por Lucio Martínez Pereda

Cuando un comportamiento como el de Rubiales se excusa con la razón de lo personal y lo espontáneo se está mandando el mensaje de que hay excusas para el machismo. Lo privado es político y mucho más cuando lo privado sucede en un espacio público. El fútbol es un deporte, pero también un espectáculo que en España tiene gran capacidad para extender y aprobar modelos de conducta colectiva.

La lucha para desterrar los comportamientos machistas pierde su eficacia cuando es tolerante con cualquier expresión de machismo. Aunque inicialmente esa expresión pueda parecer insignificante, deja de serlo cuando decenas de millones de personas observan que ese comportamiento no solo no ha sido reprobado ni política ni socialmente, sino que ha sido explicado como una manifestación de sincera y aceptable espontaneidad.

Pasa pocas veces, pero cuando sucede se pone a prueba la disposición a luchar por el modelo de sociedad que decimos defender. El caso del señor Rubiales se ha convertido en un examen para toda sociedad española: para sus representantes políticos, para los medios de comunicación, para el feminismo y para los valores de la democracia.

No se trata ya de un reprobable acto machista que afecta a una jugadora de fútbol. La futbolista es tan solo un ejemplo de lo han tenido que pasar muchas otras mujeres que se han visto obligadas durante tantos años a callar para mantener un puesto de trabajo.

España está llena de hombres que tienen a Rubiales como un modelo de éxito a imitar. Si la sociedad pierde este pulso, el machismo saldrá reforzado.

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