La segunda muerte de Antonio Mariscal

En la Transición hubo cientos de víctimas que murieron a manos de las fuerzas de seguridad, de bandas parapoliciales de extrema derecha -muchas veces al servicio de las cloacas del estado a las que se les negó, todavía se les sigue negando, Verdad, Justicia y Reparación

Por Angelo Nero

1981 será recordado en la historia de España por el golpe de estado fallido del 23 de Febrero, cuando el teniente coronel Antonio Tejero y dos centenares de guardias civiles, irrumpieron en el Congreso de los diputados, cuando se estaba produciendo votación para la investidura de Leopoldo Calvo-Sotelo como presidente del Gobierno, en sustitución de Adolfo Suárez, que había dimitido un mes antes. El golpe fracasó, o no, ya que hay quienes sostienen que, en realidad, todo estaba preparado para sacrificar a Tejero y a Armada, y consolidar al sucesor designado por Franco al frente del estado, el rey Juan Carlos, que, desde entonces, se invistió de una legitimidad democrática, que fue afianzada desde los medios de comunicación, de una forma unánime. Comenzaba la fase definitiva de la Transición, la Transición “pacífica y modélica” que, como supimos más tarde, no fue lo uno ni lo otro, y ni tan siquiera la figura de su timonel, el Borbón, ha resistido el paso del tiempo, tras sus escándalos financieros.

En esa transición, sólo hace falta visitar las hemerotecas para darse cuenta, hubo muchas víctimas, algunas, las que causo la actividad armada de las distintas ramas de ETA y de otras organizaciones como los GRAPO, tuvieron todo el reconocimiento institucional, y sobre los que causaron esas víctimas cayó todo el peso de la justicia, sin embargo, hubo cientos de víctimas que murieron a manos de las fuerzas de seguridad, de bandas parapoliciales de extrema derecha -muchas veces al servicio de las cloacas del estado a las que se les negó, todavía se les sigue negando, Verdad, Justicia y Reparación.

Solo dos meses después del golpe de estado protagonizado por Tejero, el 6 de mayo, en el diario El País, el periodista Joaquín Marín firmaba, desde Málaga, una columna que titulaba: “Joven asesinado a tiros en Málaga por un supuesto militante de Fuerza Nueva”. Fuerza Nueva, dirigida por un antiguo procurador en las Cortes Españolas y consejero nacional del Movimiento por designación libre y directa de Franco, llamado Blas Piñar, que entonces era diputado en el Congreso por la coalición Unión Nacional -donde estaba el, hasta entonces, partido único, Falange Española de las JONS, junto con Fuerza Nueva, y el carlismo de extrema derecha-, tenían poca presencia parlamentaria, pero se hacían ver en las calles, donde, a menudo, hacían uso de la violencia, bien como FN o como los Guerrilleros de Cristo Rey, estando implicados en varios asesinatos como los de Arturo Ruiz, Yolanda González o la matanza de los abogados de Atocha. Unos casos, como estos son más conocidos, otros, como el del joven asesinado en Málaga, no tanto. Esta es la crónica que escribió entonces Joaquín Marín, que llegaría a ser director de la Radiotelevisión Andaluza, y director de La Opinión de Málaga:

El joven de veintitrés años Antonio Mariscal López murió, la madrugada del martes, a consecuencia de un disparo de una pistola que portaba Rafael Vega Bedoya. Los hechos ocurrieron en Cártama, localidad del valle del Guadalhorce, situada a unos veinticinco kilómetros de Málaga. El presunto autor del disparo es, al parecer, militante de Fuerza Nueva.

Antonio Mariscal iba en coche acompañado por su hermano José Alejandro, de dieciocho años. Según la información facilitada por este al alcalde de Cártama, el comunista José Escalona, al llegar junto a una discoteca situada muy cerca de la casa donde vive Rafael Vega, éste les hizo detener el coche y les recriminó por circular a alta velocidad. Se inició así una discusión y Rafael Vega subió a su casa y apareció con una pistola en la mano. Sin mediar más palabras, Antonio Mariscal cayó al suelo mortalmente herido por un disparo. Trasladado urgentemente a Málaga para ser atendido, ingresó cadáver en la residencia de la Seguridad Social.

En un principio se había rumoreado que Antonio Mariscal era militante del Partido Comunista de Andalucía (PCA), pero el alcalde de Cártama ha desmentido este extremo. «Se trata de un chico sin filiación política alguna. Un chico normal y corriente del pueblo, que hace poco había terminado el servicio militar».”

Antonio Mariscal fue otra de las víctimas de la Transición Sangrienta, como la denominó, con mucho acierto, Mariano Sánchez Soler, y por mucho que haya buceado en las hemerotecas no he encontrado ni una sola línea más sobre él ni sobre su asesino, Rafael Vega Bedoya, ninguna información sobre la investigación, sobre el juicio, o sobre la posible condena del militante de Fuerza Nueva, nadie parece haber reivindicado a esta víctima anónima en todos estos años, ¿cambiaría la cosa si realmente perteneciera al Partido Comunista de Andalucía?, no lo sabemos, pero lo que si deberíamos es seguir demandando que no se olvide su nombre, porque el olvido de las víctimas, es una segunda muerte.

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