La sanidad y el socialismo español entre el XIX y el XX

Frente a la idea de que la falta de higiene y la extensión de la enfermedad eran un asunto personal, es decir, achacable a los propios obreros por sus formas de vida, el socialismo español planteó que esos problemas no eran responsabilidad de los trabajadores, sino del capitalismo y de las relaciones de producción que había establecido

Por Eduardo Montagut

La sanidad fue una preocupación constante del socialismo español desde sus inicios, pero desde una perspectiva distinta a la que los higienistas plantearon desde el siglo XIX cuando fue evidente el grave problema asociado a los profundos cambios socioeconómicos producidos por el proceso de industrialización y el consiguiente crecimiento urbano.

Frente a la idea de que la falta de higiene y la extensión de la enfermedad eran un asunto personal, es decir, achacable a los propios obreros por sus formas de vida, el socialismo español planteó que esos problemas no eran responsabilidad de los trabajadores, sino del capitalismo y de las relaciones de producción que había establecido: bajísimos salarios, jornadas laborales interminables, centros de trabajo sin higiene, y viviendas insalubres con altísimos niveles de hacinamiento, etc. En este contexto habría que enmarcar también el debate sobre el alcoholismo de la clase trabajadora. La lucha contra la tuberculosis, un mal intenso y muy extendido en la sociedad española durante el siglo XIX y gran parte del XX siempre tuvo esa interpretación, criticando la falta de inversión pública y las soluciones como la instauración del día de la Flor por considerar que eso era epidérmico o hasta festivo y no planteaba cambios profundos a la hora de combatir la enfermedad.

Los socialistas defendieron la necesidad de socializar la sanidad. En relación con los médicos se quería que la formación tenía ser muy buena en la Universidad, seleccionando a los mejores, pero también su trabajo debía ser mucho mejor remunerado porque sus salarios nunca fueron muy buenos. Eso sí, esta consideración salarial debía ir acompañada con la idea de que el ejercicio de la profesión no podía ser enriquecerse con la misma. Poco a poco, comenzó a haber médicos socialistas, llegándose a formar un grupo específico en el Partido, sin olvidar el fomento del sindicalismo al amparo de la UGT, aunque con una motivación más reivindicativa en relación con sus situaciones laborales y salariales.

Pero los socialistas no solamente denunciaban al sistema como provocador de la falta de higiene y la extensión de las enfermedades entre las clases desfavorecidas, también decidieron actuar cuando comenzaron a entrar como concejales en los Ayuntamientos combatiendo el fraude alimentario, la falta de higiene y salubridad en viviendas y espacios públicos, e intentando intensificar políticas asistenciales en favor de las clases humildes, las mayoritarias en España. En los lugares donde tuvieron responsabilidades pusieron en práctica sus reivindicaciones y programas.

Otro campo de actuación sería a través de la divulgación científico-sanitaria con conferencias y cursos en las Casas del Pueblo y Círculos Socialistas, y través de artículos publicados en la prensa obrera, muy especialmente en El Socialista. La tercera actuación fue más práctica, ya que se emprendió la construcción de modernas casas baratas para los trabajadores a través del cooperativismo. En el terreno de la asistencia vinculada al movimiento obrero fueron creadas mutualidades médicas, siendo la más destacada la que se estableció al amparo de la Casa del Pueblo de Madrid, la Mutualidad Obrera Médico-Farmacéutica. Esta institución nació en 1904, ofreciendo a los obreros mutualistas una atención médica y farmacéutica de calidad frente a las enormes carencias del sistema público.

 

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