La República Democrática del Congo no es país para mujeres

Por Sara Curto Domeque

Una vez más la igualdad ante la ley no significa igualdad ante la vida, en la RDC cada día son más mujeres y niñas las que se ven sometidas abusos tanto psicológicos como físicos. Amnistía internacional ha denominado al país como la capital mundial de la violencia sexual.

La Constitución de la RDC del año 2006 contempla la igualdad entre hombres y mujeres (art.14), la prohibición de la violencia sexual (art.15), y la protección e integración de cada individuo en la sociedad (art.16). Esta teoría, aparentemente justa, no es llevada a la práctica por las autoridades correspondientes, ya que muchas veces son ellas mismas las que comenten los propios crímenes, dejando a las mujeres desprotegidas ante las reiteradas violaciones que se producen de los derechos humanos. Según el Informe Anual de Amnistía Internacional de 2012, la violación y otras formas de violencia sexual siguen siendo endémicas y son cometidas por las fuerzas de seguridad gubernamentales, incluida la Policía Nacional, y grupos armados.

La RDC es una sociedad machista donde se intenta mostrar la dominancia del sexo masculino a través de  prácticas como: mutilación genital, matrimonios forzados, y la violación sexual a las mujeres y niñas.

El conflicto armado del Congo se está convirtiendo en un feminicidio. Las constantes violaciones de los grupos armados son justificadas por ellos mismos como una recompensa de guerra. Estos ataques sexuales en contra de las mujeres y niñas son realizados en sus propias casas delante de su familia, y son caracterizados por violencia y terror, debido a la brutalidad del acto, donde muchas veces se les introduce objetos desgarradores o tóxicos, seguido de lesiones físicas, tortura o el asesinato de la víctima. No menos importante son las  consecuencias psicológicas, donde las mujeres son humilladas y desvalorizadas por las personas de su entorno, lo que fortalece la sensación de desamparo y de indefensión, que conlleva a la aceptación, y no a la denuncia o búsqueda atención médica por la falta de garantías judiciales o vergüenza. Cabe mencionar a la activista Caddy Adzuba, la cual fue galardonada en 2009 con el Premio de Periodismo Julio Anguita Parrado, por trabajar en una emisora de radio que tenía como objetivo principal tratar el tema de la violencia contra las mujeres, además de aconsejarlas como hacer cuando son víctimas y a combatir el tabú.

La RDC es una sociedad machista donde se intenta mostrar la dominancia del sexo masculino a través de  prácticas como: mutilación genital, matrimonios forzados, y la violación sexual a las mujeres y niñas. Esta sociedad impregnada de machismo necesita sistemas judiciales que garanticen la justa penalización, además de compromisos políticos y económicos para remodelar el sistema de seguridad en el país. Pero el conflicto no solo tiene sus orígenes en causas congoleñas, si no también internacionales. Los intereses económicos que allí subyacen, extracción de oro, diamantes, y coltán, este último mineral se usa para la fabricación nuestros teléfonos móviles, conlleva a que las empresas internacionales financien la guerra del Congo y a los rebeldes con la entrega de armas, mientras que estos últimos explotan esos minerales que luego venden a esas empresas. Es una espiral sin salida que favorece a que los grupos armados utilicen el cuerpo de la mujer como arma de guerra, como un campo de batalla y de destrucción masiva.

Como ciudadanas de este mundo, muchas veces injusto, donde se siguen acrecentando las desigualdades sociales, debemos dejar a un lado nuestro individualismo, y solidarizarnos con la causa, ya que no podemos permitir que una vez más no se respeten los derechos humanos. Por ello, es necesario que se conozca la situación que están viviendo actualmente las mujeres y niñas en el corazón de África y divulguemos este mensaje como arma de reivindicación, para que los organismos o instituciones correspondientes pongan manos en el asunto y acaben con este genocidio de la humanidad.

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