La privatización del agua

Por Manuel López Arrabal

Si tomamos todas las fotografías satelitales de la superficie planetaria terrestre y las unimos, con las oportunas mediciones comprobaríamos que un 71% está cubierta de agua. Por tanto, más que Tierra (solo es un 29% la parte que aflora a la superficie), el cuerpo Celeste en el que viajamos y vivimos bien podría llamarse planeta Agua.

La mayor parte del agua se encuentra en los mares y océanos (el 96,5%), pero su alta concentración salina no la hace totalmente apta para el consumo humano (con las precauciones debidas y en bajas dosis, beber agua de mar con regularidad es una opción muy saludable, además de ser muy beneficiosa en la agricultura y la ganadería). Tan sólo el 3,5% del agua del planeta es “dulce”, estando el 99% de ésta en los glaciares, en las nubes y en las capas profundas de la Tierra. Así que solo tenemos acceso al 1% de las reservas acuáticas dulces. No obstante, esta cantidad es más que suficiente para cubrir las necesidades de agua de más del doble de la población mundial actual. El problema es que no está disponible para todo el mundo, de manera uniforme, principalmente por intereses geopolíticos y macroeconómicos.

La cantidad total de agua en la Tierra no aumenta ni disminuye, sino que circula sin cesar, transformándose continuamente de un estado a otro (líquido, sólido y gaseoso). El agua posee un ciclo natural ininterrumpido; así que toda la que consumimos hoy día, es la misma que existía cientos o miles de millones de años atrás.

Sin embargo, los cambios que el hombre está provocando en este ciclo natural son preocupantes, así como la contaminación provocada por las industrias y la actividad humana. El agua ha sido un elemento constante en la historia de la Humanidad, asentándose junto a los ríos muchos pueblos, grandes ciudades e, incluso, importantes civilizaciones, hasta el punto de poder hablar de sociedades hidráulicas. Estas sociedades, desde las civilizaciones antiguas como Babilonia, Egipto, Roma o Grecia, hasta la actualidad han propiciado lo que se podría llamar despotismo hidráulico, puesto que el control sobre este recurso único ha generado mucho poder entre quienes lo ostentaban. Como ocurre actualmente en éste u otros ámbitos de interés geoestratégico, quienes antaño eran favorables al régimen del poder o podían pagar por ello, tenían derecho fácilmente a los recursos hidráulicos a través de los mecanismos de control de cada lugar y cada época.

Más de la mitad del mercado de bebidas no alcohólicas que se producen en el mundo, está controlado por la multinacional Coca-cola

Actualmente, la explosión demográfica mundial y los efectos en el medio ambiente de la civilización moderna, hacen que el problema global del agua sea altamente preocupante. La realidad nos lleva a las diferentes naciones que usan y abusan de este recurso en los límites de sus fronteras, sin preocuparse de los efectos que eso pueda tener en los países vecinos. En algunos países el agua es abundante, mientras que otros viven graves problemas de escasez. La delicada situación actual pone en evidencia la falta de una visión global. Los pobres del mundo tienen menos acceso que los ricos al agua necesaria para su consumo e higiene, y pagan hasta doce veces más que las poblaciones conectadas a redes de agua corriente, según afirma la Comisión Mundial del Agua creada por el Banco Mundial. Además, los pobres y desfavorecidos del mundo (que llegan a ser casi la mitad de la población mundial), utilizan agua que está, la mayoría de las veces, sucia y contaminada.

Según el Informe de las Naciones Unidas sobre el desarrollo de los recursos hídricos en el mundo, del año 2016, “…uno de los retos consiste en garantizar que las decisiones relacionadas con el agua (y el saneamiento) sean compatibles con las obligaciones en materia de derechos humanos. Los Estados, en la medida en que lo permitan los recursos disponibles, tienen que tomar medidas para lograr progresivamente y por todos los medios apropiados la plena realización de estos derechos. Se exige también que los Estados brinden gradualmente los servicios de agua potable y saneamiento adecuados para prevenir, tratar y controlar las enfermedades relacionadas con el agua. Además, los Estados tienen la obligación de garantizar que el derecho al agua se disfrute sin discriminación y en igualdad de condiciones entre hombres y mujeres. ”En la práctica, este derecho fundamental de acceso al agua potable, se está vulnerando continuamente en muchos lugares del mundo.

Según un informe del Consejo Mundial del Agua (WWC), la carencia de este derecho humano universal provoca la muerte cada año a más de 3,5 millones de personas, es decir, más del doble de las muertes anuales producidas por accidentes de tráfico en todo el mundo. Las enfermedades por escasez o contaminación de las aguas que provocan tantas muertes, entre ellas la malaria que, debido a las diarreas y deshidratación que produce, terminan con la vida de hasta dos millones de personas al año. Estas enfermedades, bien podrían prevenirse o curarse con menos de dos dólares por persona. Sin embargo, en aquellos lugares donde esto ocurre, lo que han aumentado son los gastos militares en hasta 144 dólares por persona.Y según una nota de prensa de julio-2017 de la Organización Mundial de la Salud,En todo el mundo, al menos 2.000 millones de personas se abastecen de una fuente de agua potable que está contaminada por heces.”

La mayoría de los expertos coinciden al decir que la escasez de agua en muchos lugares del mundo, es consecuencia de la intervención del hombre y de su insolidario sistema económico y político. Efectivamente, la sociedad industrial consume, por ejemplo, 280.000 litros de agua para producir una tonelada de acero. Las fábricas de papel utilizan hasta 700 litros de agua por kilo de papel. El agua para fabricar un automóvil puede ascender a cincuenta veces su peso. Y, lo que es aún más alarmante, para producir un kilo de carne de ternera se necesitan 15.000 litros de agua, cuando con la misma cantidad de litros se podrían producir 50 kilos de verduras o 16,5 kilos de frutas y, por supuesto, con un menor nivel de contaminación que la ocasionada por la ganadería.

La carencia de agua provoca la muerte cada año a más de 3,5 millones de personas

Durante los últimos treinta años el poder de las empresas multinacionales ha aumentado considerablemente, al tiempo que se han multiplicado las industrias, las culturas y otras prácticas que contaminan el agua, todo ello en el marco de una lógica del beneficio que no muestra la más mínima preocupación por la destrucción de la naturaleza y de los seres vivos, incluidos nosotros mismos.

En cuanto a las multinacionales de la alimentación, se puede decir que contaminan enormemente potenciando la agricultura intensiva, gran parte de ella destinada para la alimentación del ganado, debido a la utilización de abonos químicos, también procedentes de multinacionales petroquímicas. Estas sustancias, se filtran en el suelo en un alto nivel de concentración, volviéndose muchas aguas subterráneas inutilizables para el consumo humano. Según la FAO, el 40% de la producción agrícola mundial se destina a la ganadería.

Por otro lado, el consumo de agua embotellada está alcanzando grandes proporciones en el mundo, convirtiéndose en una actividad económica cada vez más explotada. Como de costumbre, detrás de este negocio que no respeta el ciclo natural del agua y que contribuye a contaminar el medio ambiente (principalmente por la producción y posterior desecho de los envases), se encuentran de nuevo las empresas transnacionales. Como dato anecdótico, se puede asegurar que más de la mitad del mercado de bebidas no alcohólicas que se producen en el mundo, está controlado por la multinacional Coca-cola, que utiliza el agua como base de sus bebidas. Su rival Pepsi, claramente perdedora en este campo, ha tomado el control en otros sectores del mercado agroalimentario. Pero las empresas multinacionales y las de EEUU a la cabeza, han rechazado todo tipo de regulación en este terreno.

Cada vez más, el agua se está convirtiendo en una de las más rentables mercancías de la economía capitalista globalizada. En este sentido, la prioridad no es responder a una necesidad, sino obtener la mayor rentabilidad. La problemática del agua entre los países del Norte y los del Sur, bien podría desencadenar graves conflictos durante este siglo, si no se toman medidas urgentes y eficaces que los prevengan.

Entre las numerosas soluciones propuestas para resolver los problemas del agua, algunas de ellas son técnicas, como la construcción de presas o las nuevas maneras de obtención, canalización e irrigación. También se pueden aplicar innovadores métodos de reciclaje del agua, potabilización de las aguas marinas, aumento de los sistemas de agricultura biológica o permacultura y la utilización óptima del agua en los procesos industriales. Otras soluciones serían más bien cuestiones de principios como, por ejemplo, declarándose el agua como patrimonio universal de la Humanidad. En todo caso, la solidaridad entre seres humanos y, por tanto, entre las naciones del mundo, es la principal cuestión que debemos plantearnos antes de afrontar el importante reto del acceso fácil, libre y de por vida al preciado elemento que forma parte del cuerpo humano también en aproximadamente un 70% (curiosamente la misma proporción que mencioné al principio de este artículo para la superficie planetaria terrestre).

La Tierra dispone de suficientes recursos naturales, empezando por el agua, para más de 10.000 millones de seres humanos. Se trata, simplemente, de pensar y actuar de otro modo. Está a nuestro alcance vivir de una manera más sostenible y solidaria, tanto individual como colectivamente. Asimismo, es importante sacar a la luz las graves injusticias que ponen en peligro el futuro, no solo de nuestra especie, sino de todas las especies y ecosistemas que conforman la maravillosa biodiversidad de este planeta. La toma de consciencia de este u otros problemas medioambientales, así como la revisión del estilo de vida que llevamos, pueden cambiar nuestros hábitos de consumo y disminuir nuestra huella ecológica. En nuestras manos está dejar una bonita huella, tras nuestro paso por este mundo, en la memoria de nuestros descendientes y en el “Corazón” de la Madre Tierra.

2 Comments

  1. ¡¡¿¿ Rectificar ??!!, vaya impertinencia, ni lo sueñes.
    ¿O prefieres que te den la razón, como a los locos?
    Tú eres quien debe renunciar a tu error.
    «Hombre», y escrito con mayúsculas, cuando se trata de nombrar el epíteto propio de una especie, como tú usas tu nombre en mayúscula, es un término convencional en cualquier literatura y época, para referir a la especie humana, que incluye a ambos sexos (y no hay mas que dos, no te esfuerces), Y además, para evitar tener que aclarar redundante y cansadoramente las palabras hombre y mujer a cada instante durante un párrafo. Eso también son buenos modales.
    Pero las letritas «x», y demás rebusques para sostener pretensiones ridículas de la zurdería, son sencillamente innecesarias, que solo buscan no bajar del escenario la ridiculez de la ideología de género.
    Ahueca el ala, niña, o niño, que no sé qué es lo que seas, con ese seudónimo absurdo,… y espero que madures.
    La próxima vez explica qué es lo que te ha parecido fantástico del artículo,a ver si es cierto que eres capaz de razonar con el cerebro y no con las gónadas, pues ya se ve que te han limado las neuronas, y ello para lograr nada más que fastidiar a la gente!
    Pero la realidad no la vais a cambiar, ni en millones de años.

  2. El artículo es fantástico y muy instructivo.
    Solo te veo un fallo. El lenguaje machista hablando del hombre cuando te refieres a las personas, hombres y mujeres.
    Si pudieras rectificarlo en próximos artículos sería muy de agradecer.
    Por lo demás, un gran trabajo

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