La pintura del siglo XVII en Flandes

Por Susana Gómez Nuño

Flandes, actual Bélgica, permanecía bajo el dominio de los Austrias españoles y conservaba su fe católica. Los rasgos estilísticos en los países católicos evolucionarán desde el naturalismo de Caravaggio hasta el barroco exuberante de Rubens. De forma paralela, en los círculos intelectuales se impone el clasicismo de los Carracci o el clasicismo purista representado por Poussin.

Rasgos, temáticas y técnicas predominantes en la pintura flamenca

Según el historiador Joan Campàs, el arte religioso, siguiendo los dictámenes del concilio de Trento, debía ser claro y comprensible, y adquirir un carácter didáctico con el fin de ejercer un efecto persuasivo en los fieles. Su ubicación, en las penumbras de los nuevos templos, acentuará dramáticamente su efecto propagandístico. Por otro lado, las virtudes de la monarquía serán representadas con imágenes mitológicas que se ejemplificarán en retratos o monumentos ecuestres en las plazas, entre otros. A su vez, aparece una corriente burguesa, que tomará más impulso en Holanda, que verá representado el mundo antiguo y la literatura en el arte plástico.

La escuela flamenca destaca por los temas religiosos y mitológicos, aunque lo fundamental para los pintores flamencos era el movimiento, la expresividad y la puesta en escena. La cotidianidad cobra protagonismo y se refleja en los retratos, cuadros de batallas y gabinetes de pintura. Destacándose, también, temas como el paisaje, la naturaleza muerta, las flores y los cuadros de caza. Sin duda, la pintura religiosa, siempre vigilada para cumplir los cánones establecidos por la iglesia católica, será la más importante y cuantiosa. Las obras son de gran formato y decoran las iglesias, aunque la burguesía católica también demanda una pintura religiosa que, en este caso, contempla obras de menor tamaño.

El retrato y la historia secular que incluye temas alegóricos, mitológicos o históricos serán temáticas requeridas por los estratos sociales predominantes: corte, aristocracia y burguesía. La corte y la aristocracia demandarán obras de gran tamaño acordes a los enormes espacios palaciegos que decorarán. La pintura de género con su representación de la vida cotidiana; el paisaje, que, en ocasiones, hace alusión a la creación divina y al paso del tiempo; y la naturaleza muerta o bodegón, destacados por su gran ostentación y riqueza, que hace alusión a lo efímero de la vida, son otras de las temáticas más representativas de la pintura flamenca.

«Madonna en corona de flores» de Rubens. Uno de los temas principales de la pintura flamenca será la religión

Dadas las circunstancias políticas y sociales, y teniendo en cuenta que Bruselas y Amberes serán el principal foco económico y artístico de Flandes, podemos afirmar que los principales clientes del arte flamenco serán la aristocracia y la corte instaladas en Bruselas y la burguesía más establecida en Amberes, sin olvidarnos, obviamente, de la Iglesia. También el mercado de España y América se abrirá para los artistas flamencos, que recibirán encargos de otros países, “internacionalizando”, así, a pintores como Rubens o Van Dyck.

Los primeros pintores flamencos, aunque emplearon técnicas y emulsiones con aceites, mantuvieron una metodología basada en los procedimientos de temple tradicional, que daban como resultado pinturas de carácter liso y detallado, lo cual permitió una mayor riqueza cromática y detallismo. Al usar aceite, el secado de los pigmentos podía acelerarse o ralentizarse, haciendo posible la corrección de errores o la modificación de la obra. Las capas de colores podían superponerse o transparentarse, con lo que los matices cromáticos eran muy amplios, resaltando los colores vivos y brillantes y el detallismo propio de los artistas flamencos, así como el realismo y la creación de volúmenes graduando la luz mediante veladuras o capas muy delgadas de pintura. Esta técnica evolucionará con el tiempo hasta acabar en los óleos sobre tela, predominantes en la colorista Escuela de Amberes en el siglo XVII y permitirá trabajar de forma más libre en lienzos de grandes dimensiones, “formando películas opacas y transparentes; creando texturas vibrantes que aprovechan los fondos de tela […], obteniendo una película pictórica con un color my intenso […], aquello que todos tanto admiraban en la pintura flamenca”.

Rubens

Pieter Paul Rubens (Siegen 1577-Amberes 1640) fue la figura más importante del Barroco flamenco. Estuvo influenciado por  la pintura veneciana, así como por la obra de Tiziano, Leonardo da Vinci, Miguel Ángel, Carracci, Caravaggio y Velázquez. Su estilo es exuberante, de pincelada amplia y compacta, de rico colorido, de composiciones diagonales complicadas y de luminosidad que enfatiza el color, la sensualidad y el dinamismo. Su perfecto dominio técnico le dota para crear obras complejas y dramáticas con temática religiosa, adaptadas a los postulados del catolicismo imperante, así como voluptuosas obras mitológicas derivadas de su amplia formación humanista.

Rubens se aleja del dramatismo de otros artistas, generando obras barrocas más amenas. Destacará, también, como retratista, pintando a sus familiares y amigos, y sobre todo, a numerosos miembros de la aristocracia y la realeza. Cultivó todos los géneros: el bodegón, el paisaje y las escenas de caza. Tuvo un importante taller en Amberes donde se rodeó de un nutrido grupo de colaboradores especializados —Van Dyck, Jan Brueghel, Frans Snyders, Jan Wildens, Jacob Jordaens, entre otros— para poder dar salida a sus numerosos encargos.

En la pintura flamenca de la época, Rubens se erige como un maestro único de la pintura, transmitiendo incomparablemente el esplendor de la Iglesia triunfante e interpretando los matices más variados de la piedad barroca, así como exaltando y divinizando la majestad de los monarcas mediante su conversión pictórica a seres mitológicos.

«El Descendimiento de la Cruz» de Rubens

En su obra El Descendimiento de la Cruz (1611-1614), óleo sobre tabla de 421×321 cm, actualmente en la Catedral de Nuestra Señora, en Amberes, podemos observar que el cuerpo de Cristo, en una diagonal marcada al descender de la cruz en brazos de los apóstoles afectados por su muerte, es el foco de la escena. La imagen de Cristo llena de patetismo y dignidad plasman el momento dramático repleto de emoción y tragedia. El tratamiento de la luz es típicamente barroco, se percibe el movimiento descendente y el pintor flamenco utiliza la pintura para  intensificar la profundidad de los sentimientos.

«Las Tres Gracias» de Rubens

Esta otra obra de matiz mitológico, conocida como Las Tres Gracias, es un óleo sobre tabla de 221×181 cm y está inspirada en las hijas de Zeus, que representan la afabilidad, la simpatía y la delicadeza. Rubens cambia el canon de belleza anterior y representa los cuerpos femeninos, flácidos y opulentos, en un estilo más sensual. El autor conecta las tres figuras mediante los brazos, el velo y sus miradas. Se cree que una de las figuras femeninas está inspirada en su segunda esposa, Elena Fourment. Actualmente este cuadro  se encuentra en el Museo del Prado de Madrid.

Van Dyck

Anton Van Dyck (Amberes 1599-Londres 1641) fue una destacada figura de la pintura flamenca que se especializó en retratos, entre los que destacan la nobleza genovesa y la monarquía inglesa, aunque también se ocupó de temas bíblicos y mitológicos. Su método de pintura conllevaba una elegancia refinada y relajada que contrastaba con la fuerza expresiva de la obra de su coetáneo Rubens, del que fue alumno y colaborador. Tras volver de Italia, donde quedó influenciado por la obra de Tiziano, se estableció en la corte de Carlos I, en Inglaterra, donde fue tratado con gran deferencia por la nobleza y la monarquía inglesas y su producción se basó casi exclusivamente en retratos.

«Autorretrato con Sir Endimion Porter» de Van Dyck

La obra Autorretrato con Sir Endimion Porter se trata de un óleo sobre tela de 119 x 144 cm de estilo barroco, localizado en la actualidad en el Museo del Prado de Madrid. Van Dyck se erige como la figura más destacada de la escuela flamenca del siglo XVII, después de Rubens. En esta obra podemos observar las influencias de Holbein, Tiziano y el propio Rubens. Aparte del pintor, vemos en el retrato a sir Endimion Porter, diplomático de Carlos I, con ropajes grises, que había ayudado al monarca con su colección de pintura real. Era un gran amante de la poesía y, sobre todo, de la pintura, además de amigo de Van Dyck. Ambos aparecen con vestimentas de calidad —Van Dyck estaba muy bien considerado en la corte inglesa y era tratado como un caballero— y tienen una mano apoyada en una piedra, símbolo de su amistad. La columna y la cortina detrás de los protagonistas son una alusión a lo cortesano.

Dada la amplia experiencia del pintor en este género, sabía perfectamente como reflejar a la nobleza en un cuadro para complacerla y, además, tenía la habilidad de dotar de belleza y elegancia natural, incluso a los modelos menos agraciados, al tiempo que mantenía el parecido con el modelo original, alcanzando una excelente calidad en la especialidad del retrato, lo que llevó su carrera a las más elevadas cotas. Los grandes retratistas ingleses de los siglos posteriores se verán influencias por su técnica pictórica, basada en la pincelada fluida, la gama cromática y la luz suave y dorada.

Jordaens

Jacob Jordaens (Amberes,1593-1678) toma el relevo de Rubens y Van Dyck, al morir estos en 1640 y 1641 respectivamente. Estuvo muy influenciado por Rubens y es un gran retratista, pero con una fórmula más ligada al realismo flamenco. Convierte los pequeños cuadros del género de la tradición flamenca, donde se representan las actividades cotidianas del pueblo llano, en óleos de gran formato. Las clases populares en un ambiente festivo, típico del folclore tradicional flamenco, comiendo y bebiendo en exceso, con personajes, a veces, ebrios o en actitudes vulgares e inapropiadas, son caricaturizados como ejemplo de lo que no debe hacerse. Una obra que ejemplifica todo lo expuesto es el óleo sobre lienzo de 156 x 210 cm, localizado en los Museos Reales de Bellas Artes de Bélgica en Bruselas, pintado en 1640 y titulado El rey bebe.

«El Rey bebe» de Jordaens

Las figuras se disponen alrededor de la figura central del rey en una composición muy calculada. Vemos realismo, pero también una exageración que roza la caricatura. La pincelada realista de Jordaens, a veces abocetada, es de una calidad excelente. Utiliza una paleta cromática muy luminosa, que potencia las formas. Este tipo de  cuadros nos  transmite la idea de crítica. El trabajo de Jordaens parte de los pintores que escaparon de la influencia de Rubens, tales como Adriaen Brouwer o David Teniers, el Joven, y continuaron la tradición flamenca con escenas de género.

Otros pintores

Otros pintores destacados de la pintura flamenca fueron Cornelis y Paul de Vos, ambos estudiaron con David Remeeus, pintor poco conocido. Cornelis se dedicó a pintar escenas mitológicas, bíblicas y de historia, bodegones, algunas obras de género, y, sobre todo, retratos individuales y de grupo, en un estilo que recuerda a Van Dyck y, en menor medida, a Rubens. Sus retratos son intimistas, destacándose el equilibrio compositivo, así como la elegancia y la gestualidad de los personajes. Su hermano Paul y el pintor Frans Snyders cultivaron la pintura de animales. Ambos colaboraron en el taller de Rubens en esa especialidad. Igual que Jan Wildens y Lucas va Uden, conocidos por sus paisajes, y Jan Brueghel especialista en pinturas de flores y frutas. Es destacable también la actividad pictórica de Jan Fyt, en escenas con animales, siendo más diestro en animales con pelaje que con plumas, y en bodegones.

 

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