Es una vergüenza nacional que el líder de un partido dedique su tarea política a mentir, a desprestigiar, a lanzar acusaciones infundadas y a desconcertar a la población. Pero todavía lo es más que su partido haya pactado con el fascismo y que estén arrebatando derechos y libertades.
Por Isabel Ginés y Carlos Gonga
Cuando los discursos de odio prevalecen y entran en casa, la libertad y los derechos humanos salen por la puerta de atrás. Cuando se permiten los mensajes de odio en las tertulias, en los medios de comunicación y en las instituciones el odio se arraiga, se normaliza, desbancando a nuestros derechos y nuestras libertades fundamentales.
Se cuentan por miles quienes van a seguir luchando firmemente en España para que nuestra libertad no se vea debilitada ni hostigada, aunque resulta vergonzoso escuchar habitualmente en las instituciones estos mensajes de odio, ver a detractoras y detractores de los derechos humanos tratando de someter a quienes trabajan por nuestro progreso como sociedad. El principal problema que suponen estas personas, que han entrado en el Gobierno con su odio y de la mano del PP, es que sus mensajes se arraigan en la gente joven o en personas que carecen de pensamiento crítico.
Todo el mundo sabe que los nazis mataban, agredían y daban palizas a gente negra o judía por el mero hecho de ser negra o judía, así como a cualquier colectivo al que consideraran enemigo o contrario a sus principios. No obstante, no hace un mes desde que Ignacio Garriga, más conocido como “el negro de vox” por ser el único con tez mulata en vox, diera un mitin del partido fascista en Badalona ante militantes que exhibían tatuajes de simbología nazi.
Que en una democracia se permita a personas mostrar simbología nazi con tanta impunidad es un peligro al que mucha gente con cargos de responsabilidad prefiere restar importancia y mirar hacia otro lado, dando así alas al fascismo. Que en una democracia un partido acoja en su lecho tanto a herederos del franquismo como del nazismo o a negacionistas del Holocausto implica que este mismo partido les está concediendo poder a la ideología fascista que defienden. Que un mulato represente a un partido racista que no condena el genocidio que otro partido fascista provocó hace no más de un siglo, ante gente que venera esta masacre en tierra española, es totalmente inconsecuente. Pero gracias a la normalización de los discursos de odio en la sociedad hemos tomado como normal que el PP haya apoyado y aupado a vox, que Garriga y demás adeptos carezcan de conciencia o que seguidores del franquismo y del nazismo sean considerados como unos ciudadanos más, parte de la diversidad ideológica española.
Esto, sin embargo, ha ocurrido antes en este país. La vida de la malagueña María Zambrano, una de las mejores filósofas y pensadoras que ha habido, es un buen ejemplo. María Zambrano vivió la Guerra Civil y se tuvo que exiliar porque sus ideas republicanas suponían un claro cuestionamiento del fascismo de Franco. En sus ensayos, Zambrano exploraba la violencia, razonaba por qué la violencia nunca es la solución. Consideraba que el diálogo basado en la escucha, en la empatía y en el respeto es esencial para que las personas y las comunidades encuentran soluciones a los conflictos. María Zambrano era consciente del poder de la palabra para trabajar en contra de la violencia; pensaba que debían abrirse espacios de encuentro y reflexión, donde la gente pudiera expresar su opinión, compartir sus experiencias para que estas pudieran ser comprendidas, especialmente en situaciones de conflicto político y social.
La reflexión de María Zambrano giraba en torno a entendernos, a tener empatía y construir una convivencia a través del diálogo, de posicionarse en contra de la violencia de manera pacífica. En su obra “La agonía de Europa” analiza el totalitarismo y defiende los valores democráticos y la libertad. Es una lectura muy en concordancia con la actualidad, ya que reflexiona filosóficamente sobre los derechos humanos como medio para resistir y superar el totalitarismo, exponiendo por medio de la poesía sus peligros y la importancia de la libertad y la dignidad humanas.
Fiel defensora de los valores democráticos y de los republicanos, la filósofa nunca escatimó valentía. El arte y la poesía tenían, para ella, el poder de expresar la verdad y la belleza para que en momentos de opresión fueran herramientas que garantizaran una sociedad más empática, más justa y con más libertad.
La filosofía de María Zambrano nos hace ver que en nuestro pasado contemporáneo ocurrieron situaciones relacionadas con las de la actualidad y que ya hubo un análisis de las mismas por parte de personas que sufrieron el totalitarismo en España. Otro de sus ensayos del que podemos sacar gran aprendizaje es el de “La tumba de Antígona”, una metáfora sobre el totalitarismo apoyándose en el mito griego de Antígona, una joven que vivía en la ciudad de Tebas. Sus dos hermanos se enfrentaron por el control del trono de la ciudad en una intensa batalla que resultó en la muerte de ambos. El rey de Tebas decidió enterrar únicamente y con honores al que había defendido la ciudad, dejando al otro a la intemperie, pero Antígona le desobedeció por el respeto y amor a sus dos hermanos. Cuando el rey se enteró le castigó, pero ella se mantuvo firme en su convicción de que había hecho lo correcto.
Antígona es para María Zambrano la resistencia individual frente al poder totalitarista y autoritario, es la mano de la que lleva a sus lectores a entender la importancia de la defensa de la dignidad humana. Reflexiona sobre las tensiones que hay entre la ley y la justicia, la ética entre la obediencia y la desobediencia, entre la tiranía y la libertad. Hace un análisis exhaustivo sobre cómo el totalitarismo puede suprimir tu voz individual y aplastar los derechos humanos y la moralidad a favor del poder y el control. Esta obra nos enseña el valor de hacer lo que pensamos que es justo, a defender nuestros principios, incluso cuando es complicado o cuando nos dicen que no lo hagamos, y nos hace entender que debemos tratar a toda persona con respeto y compasión, independientemente de sus diferencias.
“La tumba de Antígona” nos ayuda a dilucidar lo que puede provocar la opresión. Tengamos en cuenta que en España tenemos un partido de extrema derecha que pretende hacer que ciertos derechos y libertades se quiebren, que dejen de existir. Este país ya sufrió el régimen franquista, precedido por una guerra. Conocemos el genocidio que provocó, las cunetas que llenó de demócratas y los valores democráticos que asesinó. Esto último es lo que están haciendo actualmente sus herederos: quieren limitar las libertades civiles y políticas y ya están llevando a cabo la censura: censuran cultura, censuran medios de comunicación, censuran obras de teatro, censuran conciertos, se posiciona en contra de la lengua del País Valencià, de la de Euskal Herria, de la de Galicia o de la de los Països Catalans. Cuentan y defienden mentiras con total impunidad, tratan de perseguir o acosar social y políticamente a quienes no comparten sus ideas y propician que sus adeptos vayan en contra de sus opositores políticos, siempre a través de noticias falsas, de mentiras o del amedrentamiento, construyendo así una España donde solo tengan cabida quienes la extrema derecha considere.
El ejemplo de María Zambrano, que sufrió el exilio tras la guerra, porque los valores democráticos y republicanos que defendía no tenían cabida en la España del franquismo, es solo uno entre miles. El hecho de que los valores democráticos no tengan cabida en las zonas donde controla el gobierno la extrema derecha ya está volviendo a pasar en España. Una parte de lo que ella pasó la estamos viviendo ahora, lo que la ultraderecha considera el preludio de una España donde solo tengan cabida quienes abracen el fascismo y repudien la libertad y los derechos humanos. Saben y están viendo que tenemos las calles, que nos confrontamos a sus políticas de desmemoria e involutivas, que tenemos el diálogo de Zambrano y el conocimiento que escasea entre sus votantes, que señalamos y demostramos sus mentiras, como las de Feijóo o las de Abascal en los debates. Saben que nos enfrentamos, que no somos dóciles alimañas como su electorado.
La extrema derecha española quiere que todas esas personas a las que considera minorías —étnicas, culturales, religiosas, de género u orientación sexual— sean discriminadas, sufran una persecución y vean violados sus derechos humanos. La ultraderecha quiere que no haya diversidad y que no haya disidencia, por eso considera que el colectivo LGTBI “pervierte”, tilda de “enfermas” a la gente transexual, menosprecia a los sindicatos. La memoria histórica es lo peor para ellos, lógicamente: si la gente supiera con detalle lo que hizo el fascismo en España no le sería tan sencillo al actual repetir dinámicas sin demasiada oposición, por eso necesitan derogar esa ley a toda costa.
La familia LGTBI no le interesa a la ultraderecha: la familia de los “verdaderos patriotas”, de los “españoles de verdad” debe ser la tradicional, la heteronormativa y previo matrimonio. Toda otra situación que implique diversidad debe ser estigmatizada y privada de sus derechos. No importa que muchos ultraderechistas estén separados ni que no estén casados y tengan hijos fuera del matrimonio, todo queda en familia. Como con la gente migrante, no pueden permitir la entrada de inmigrantes porque “vienen a quitarnos el trabajo” y esa es la versión internacional oficial, una mano en la frontera con los dedos extendidos y firmemente unidos, con el brazo derecho firme y bien alto, que se vea; aunque luego Meloni, líder de la extrema derecha en Italia, tuvo que modificar la ley para dejar pasar a inmigrantes porque los empresarios italianos se quejaron de que hay trabajos que solo se dignaban a hacer los inmigrantes y sin inmigrantes sus empresas tenían pérdidas. El brazo firme del “patriotismo” xenófobo se vio aflojado por la necesidad de emplear mano de obra sin derechos y explotada.
La consistencia de la ideología fascista puede ser voluble en función de sus intereses, pero no demasiado y beneficiando siempre a los mismos sectores. España tiene actualmente un sistema democrático consolidado, que no una democracia plena, y contamos con instituciones que intentan garantizar los derechos y las libertades fundamentales de todas y todos sus habitantes. Aquí tenemos un pluralismo político y podemos expresar nuestra voluntad mediante el diálogo para que en las elecciones se decida el rumbo del país. A pesar de que haya partidos que estén en contra de esto, el afianzamiento de la democracia está claro y es por ello que tratan constantemente de que su electorado o gente confusa crean sus mentiras o sus insinuaciones. Sin irnos muy lejos, el PP dijo que esperaba que Correos entregara todos los votos electorales que se harían por correo, barajando como posibilidad que Correos pudiera quedarse con una parte de los votos en su poder para que la derecha no ganara las elecciones, atacando con este comentario a la democracia con un trumpismo, ya que copian de la extrema ultraderecha estadounidense todo lo malo.
El comentario de Feijóo dudando públicamente de si Correos entregará todos los votos por correo puso en tela de juicio la limpieza del sistema democrático. Hace dos semanas, Correos comunicó que no había podido entregar el voto por correo a casi 500.000 personas por estar ilocalizables y entonces el PP reiteró que hiciera el favor de entregarlos. Cuando Amazon va a nuestra casa a entregarnos un paquete y no estamos, intentan una segunda entrega en otro momento; si entonces tampoco estamos nos jodemos y tenemos que ir a un punto de recogida. Con las votos por correo la dinámica es la misma: si no estás en casa te dejan un comunicado en el buzón, vas con él a una oficina de Correos, pides turno y en unos 20 minutos has votado, como ha hecho mucha gente. Si no estás en casa ¿cómo te van a entregar el voto? Los papeles electorales se entregan mostrando tu DNI y viéndote físicamente, si en lugar de estar en casa estás en el bar, en la playa, trabajando o en cualquier otro lugar no te los pueden entregar. Sembrar la duda de la posibilidad de que Correos no haga llegar voluntariamente el voto por correo a cientos de miles de personas es, aunque se pueda justificar con la ignorancia injustificable del líder del PP, un ataque a la democracia.
Es una vergüenza nacional que el líder de un partido dedique su tarea política a mentir, a desprestigiar, a lanzar acusaciones infundadas y a desconcertar a la población. Pero todavía lo es más que su partido haya pactado con el fascismo y que estén arrebatando derechos y libertades. Los herederos del franquismo, que lo son a mucha honra porque no condenan el golpe de Estado al gobierno legítimo de la Segunda República, porque no condenan la dictadura franquista ni el genocidio que llevó acabo después de la guerra, quieren que España sea solo suya, solo para ellos y que las minorías o las personas de otras ideologías no tengamos cabida ni potestad; y no les sale porque ahora tenemos las herramientas suficientes para combatir todo esto que hacen. Tenemos, sobre todo, el pasado y a la gente que ha reflexionado sobre él para conocer muy bien sus tácticas. Tenemos libros actuales muy buenos y tenemos otros de nuestro pasado contemporáneo, como los de María Zambrano, donde vemos lo que pasó y lo que, por tanto, sin haber sido condenado y siendo vanagloriado, puede volver a pasar. Sabemos lo que está pasando y los métodos que están plagiando estos herederos.
Tenemos la lucha en la calle, las concentraciones unitarias que se han llevado acabo recientemente han sido multitudinarias y esa actitud colectiva de reivindicación y de lucha debe no cesar. Los mensajes de odio están ahí, están siendo amenazados los derechos humanos y nuestras libertades pero tenemos el discurso, tenemos el diálogo y tenemos las calles. Tenemos la fuerza de la unión de todas las personas que defendemos los derechos humanos. Este país merece que nuestros derechos no se pongan en tela de juicio, que no se debatan, que no se juegue con ellos ni se desprecien, por eso vamos a seguir luchando por y para ellos. Vamos a seguir saliendo a las calles a demostrar que aquí no sobra nadie más que la gente intolerante, la racista, la homófoba en la que con sus mentiras quiere una España debilitada, exasperada, confusa y desmotivada.
El gran error que se ha cometido es permitir que los mensajes de odio campen a sus anchas y calen en la población porque eso perjudica a la libertad, perjudica a los derechos humanos, perjudica a España y a todas y todos sus habitantes. Lo que hizo la periodista de RTVE Silvia Intxaurrondo, que puso a Feijóo contra las cuerdas, demostrándole sus mentiras en directo y que ahora el PP intenta, tras el ridículo que protagonizó su líder, atacarle y desacreditarle, es lo que tiene que hacer el periodismo en España: enfrentarse al poder, señalar cuándo se está mintiendo y cuál es la verdad. Cuando una o un periodista demuestra no tener complicidad con las mentiras ni con los mensajes de odio de la persona entrevistada sabemos que entiende el periodismo: el periodismo no es simplemente un altavoz, conlleva un tratamiento de la información. Hay que hacer periodismo, hay que hacer un esfuerzo, hay que hacer pedagogía y hay que defender siempre los derechos humanos.
Es verdad que la violencia sólo crea más violencia,como dijo Chabela Vargas «más guitarras y menos armás»
A María Zambrano le devolvieron el carné de socialista junto a otros más que se los quitó el partido, al salir a la luz todo lo que hay en la fundación Juan Negrín, María lo recibió ella, Carmen Negrin recogió el de su abuelo a título póstumo.
Nunca volvió a esté país el partido socialista fundado por Pablo Iglesias Posse,lo que nos trajo Isidoro no era el PSOE que era los que sentían los colores de verdad.
Por desgràcia en nuestra Comunidad Autónoma hemos regresado al siglo pasado y nos quieren pisar cómo un elefante en una cacharrería.
Ya hace muchos años que de la Constitución en el apartado derechos cada vez los cumplen menos.
En cambio el aparato de Deberes cada vez suben más, aquí en nuestra comunidad por desgràcia o salimos a la calle o nos lo quitaran todo.
El PP debería éstar ilegalizado sólo por los cargos que tienen cómo partido o persona Jurídica y muchos de sus cargos cómo personas físicas, además de ser creado por un asesino del régimen que les vino muy bien a todos la ley de amnistía.
No se mucho de derecho pero pienso que sólo se puede amnistiar a alguien que está preso y no a gente que nunca piso la cárcel, toda la corrupción que tenemos es heredada del dictador.
Que decir que vosotros no sepáis, soy de la generación que fue a la huelga y manifestaciones cuando era joven, ahora veo que excepto excepciones de jóvenes que han abierto su mente, la mayoría de la gente que va vuelve a ser nuestra generación.
Una vez tuvimos un programa que se llamaba informe semanal que tuvo muchos premios internacionales a la mejor información.
La Clavé de Balbín que se decían verdades cómo puños en la entrevista que se hacía después de la película que habían escogido para el debate, con mucha educación gente de distintos colores y todos escuchaban y guardaban su turno para hablar, no cómo los programas telebasura que a ver quién grita más, que no veo ningún programa de esos y tampoco los telediarios.
Cómo vemos la justicia no es igual para todos, un rapero está tiempo en la cárcel solo por cantar verdades, y los corruptos están casi todos en la calle.
En cuanto al Nacismo aquí el dictador acogió a todos los que venían y les ayudaban a irse a Argentina mayoritariamente y resto de países latinoamericanos, pero alguno se quedó aquí también.
No entiendo que la gente que necesita su sueldo para vivir, son clase baja que voten lo mismo que sus jefes, espero vivir para ver qué los jóvenes abran los ojos a la realidad.