Ya antes de la pandemia, África, y sobre todo África subsahariana, ya estaba lejos de alcanzar el 4 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Los centros de educación secundaria de Kenia reabrieron sus aulas en octubre, pero el gobierno debió establecer una pausa no programada, antes del planificado cierre del 23 de diciembre, luego de que estudiantes habían incendiado ya 35 escuelas, en protesta por las medidas especiales para completar los currículos en un periodo muy reducido.
Sarah Kitana, profesora de secundaria en Kathiani, en el sureño condado de Machokos, dice a IPS que un hecho notorio es que hay menos estudiantes en las aulas después de un año de interrupciones impulsadas para contener los contagios de covid-19 y el consiguiente período prolongado sin clases.
Esto es aún más evidente en las zonas rurales.
“A los que han vuelto les resulta muy difícil afrontar el nuevo ritmo de aprendizaje para recuperar el tiempo perdido. Los alumnos de secundaria cursan entre ocho y 13 asignaturas. En algunas escuelas los alumnos se levantan a las 3:00 de la mañana para estar en clase a las 4:30 y terminar la jornada a las 10:.45 de la noche”, explica.
El esfuerzo busca, justifica, “ayudar a dar cierta normalidad a un calendario académico alterado, reestructurado y acortado. Habrá que esperar hasta enero de 2023 para que el calendario escolar de Kenia recupere cierta normalidad”, aunque eso provoque tensiones.
Ya antes de la pandemia, África, y sobre todo África subsahariana, ya estaba lejos de alcanzar el 4 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que pretende alcanzar de forma universal una educación de calidad, inclusiva y equitativa, a fin de promover oportunidades de aprendizaje para todos y durante toda la vida.
En 2019, el Instituto de Estadística de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) indicó que, de todas las regiones, el África subsahariana tiene las tasas más altas de exclusión educativa, ya que no estaban escolarizados más de una quinta parte de los niños de entre 6 y 11 años, un tercio de los de 12 a 14 años y 60 % de los de 15 a 17 años.
En julio de 2021, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) anunció que al menos 40 % de todos los niños en edad escolar de África oriental y meridional estaban sin escolarizar a consecuencia de las medidas anticovid, además de otros problemas previos a la pandemia a los que se enfrenta el persistentemente frágil sistema educativo.
Los datos de las agencias de las Naciones Unidas muestran que hay al menos 15 países con conflictos armados activos en el África subsahariana.
La guerra civil, los embarazos en edad temprana, los matrimonios infantiles, los problemas de acceso debidos a las discapacidades, los desplazamientos provocados por el cambio climático y las crisis económicas derivadas de la covid no harán sino aumentar el número de niños sin escolarizar, afirma Josephat Kimathi, pedagogo especialista del Ministerio de Educación de Kenia.
La falta de educación puede tener consecuencias para toda la vida. Save the Children, la organización internacional en defensa de los derechos de la infancia, indica que sus previsiones con base en la situación de julio de 2020, indica que los niños sin escolarizar por el cierre de los centros educativos en aquel momento, podrían traducirse en una pérdida de 10 billones (millones de millones) de dólares.
En 16 de los 47 condados de Kenia, un país del este de África, un estudio de referencia realizado por Unicef reveló que más de 27 500 niños con discapacidades estaban sin escolarizar.
No solo se ha interrumpido la educación de toda una generación en la historia de la humanidad, sino que Kimathi afirma que la educación de calidad, segura, con perspectiva de género e inclusiva para los niños de África está cada vez más fuera de su alcance.
“En comparación, Kenia es un país bastante estable. Sin embargo, 1,8 millones de niños y adolescentes de entre 6 y 17 años no están escolarizados. Otros 700 000 niños pequeños, de entre cuatro y cinco años, no pueden acceder a las oportunidades interactivas de la primera infancia que les preparan para entrar en la escuela primaria”, dijo Kimathi a IPS.
Uno de cada cuatro niños de África vive en zonas de conflicto. Save the Children realizó un nuevo estudio sobre 12 países con riesgo extremo de que se incremente el abandono escolar, donde se mostró que la mayoría de ellos son países africanos: Costa de Marfil, Guinea, Liberia, Malí, Chad, Níger, Mauritania, Nigeria y Senegal. Los otros tres son Afganistán, Pakistán y Yemen.
En toda África, asegura el especialista Kimathi, los niños más pobres de las comunidades rurales, asoladas por la sequía, minoritarias y marginadas serán los que más sufran los efectos devastadores de la pandemia.
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Grace Gakii, experta en cuestiones de género con base en Nairobi, afirma que la pandemia ya está expulsando a más niñas del sistema educativo africano. Según un informe de 2021 de la Fundación Mo Ibrahim, es posible que al menos un millón de niñas africanas no vuelvan nunca a la escuela.
Según un análisis de la Unesco previo al estallido de la pandemia, nueve millones de niñas de entre seis y 11 años que viven en África subsahariana, no irán nunca a la escuela, tres millones más que los niños de la misma edad.
Gakii habla de los crecientes desafíos en las comunidades áridas, semiáridas y pastoriles para matricular y retener a las niñas en la escuela y teme perder los logros alcanzados.
La escuela primaria con internado Elangata Enterit, situada en la comunidad pastoril keniana de Narok Sur, es un ejemplo perfecto de éxito. En 2007, la escuela no tenía ni una sola niña que se presentara al crucial y obligatorio Certificado de Educación Primaria de Kenia (KCPE).
Con la intervención a favor de la escolarización de las niñas, el número de ellas que se presentan al KCPE aumentó a 30 estudiantes en 2016 y sigue creciendo.
Son 42 los países en África que ofrecen educación primaria gratuita y obligatoria y los Estados miembros de la Unión Africana se esfuerzan por invertir al menos 20 % de su presupuesto nacional en educación, pero aun así ya antes del estallido de la pandemia de covid, datos de la Unesco mostraban que 100 millones de niños estaban sin escolarizar en África subsahariana.
En julio de 2020, Save the Children estimó que la recesión provocada por la pandemia dejará un déficit de 77 000 millones de dólares en el gasto en educación en algunos de los países más pobres del mundo durante los siguientes 18 meses.
El pedagogo Kimathi afirma que África necesitará planes de educación específicos para cada contexto, que ayuden a crear una resistencia contra las perturbaciones a un sistema educativo ya débil, para volver a ponerse en marcha.
También necesitará, añade, fondos para aplicar los planes de acción, además de medidas proactivas para mantener la seguridad de los niños y sistemas para seguir y garantizar que el continente mantenga el rumbo.
En Kenia, detalla, hay por acelerar la aplicación del derecho a la educación para todos los niños.
Esto incluye el programa en curso «Operación Venir a la Escuela», dirigido a 16 condados rurales en los que son notorios los niños no escolarizados.
Esto, dice, es fundamental para lograr el ODS 4, especialmente a la luz de las terribles predicciones de la Unesco, que estiman que 50 % de los niños del África subsahariana no completarán la educación secundaria en 2030.
T: MF / ED: EG – IPS
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