La omisión de información es manipulación

Por Carmen Romero

25.251, 532.482, 50 millones, 19.997, 174.517. Cifras. Cifras las cuales han sido repetidas una y otra vez por los partidos anti inmigración. Cifras. Hay que democratizar las cifras. El último número no corresponde a la inmigración, corresponde al número con el que marcaron a Primo Levi cual animal de ganado. Le ponemos rostro a la cifra.

Deshumanizan, nadie sabe quien es el número 100, nadie le pone rostro. La deshumanización de las cifras es una herramienta usada por la derecha y la ultra derecha española no solo en casos de inmigración, sino también con víctimas de violencia machista, muertes por accidentes laborales o suicidios, entre otros. Hablan de cifras pero callan el por qué.

Actualmente, la posmodernidad, en la que el capitalismo se caracteriza por el alienamiento, oposición y equilibrio de bloques, una industria regionalmente implantada, un incremento de la producción (a base de explotación laboral) y el consumo basado no solo en el desarrollo tecnológico, sino en el expolio sistemático de materias primas del Tercer Mundo.

Una situación que lleva a la migración casi obligatoria, a la búsqueda del foco de luz que les salve del azote constante del capitalismo, la búsqueda de una vida digna, o simplemente, de una vida.

En nuestro sistema, ante esta situación, los neoliberales alzan en auge los llamados imaginarios colectivos; Edgar Morin lo definía como un conjunto de mitos y símbolos que, en cada momento, funcionan efectivamente como de «mente» social colectiva. Es decir, una estigmatización por parte del endogrupo, que en ese momento está en posición dominante, contra el exhogrupo dominado. Una criminalización del diferente, la creación de un marco mental, como defiende Lakoff, partiendo de unas estructuras mentales que hacen que pensemos de tal forma que la información que no refuerza nuestros ideales, la rechazamos. Una especie de animadversión. Aunque a veces, hasta se podría denominar sociopatía política.

Esta idea de rechazo la refuerzan los medios de comunicación generalistas, por ejemplo, dando datos de la nacionalidad de entes que han cometido un acto criminal o delictivo. Cuando el suceso en si es positivo, la nacionalidad no importa, no hace falta reforzar el imaginario colectivo. Esta idea encaja a la perfección con la Doctrina del Shock de la escritora Naomi Klein. Lo primero es hacer creer a la sociedad que hay un problema, en este caso la inmigración, para luego criminalizarla y que el resultado venga por si solo. Porque se cuenta que un 23,1% de la delincuencia se debe a inmigrantes, pero no que el 76,9% es por parte de la población con nacionalidad española.

Esto, en parte, es consecuencia del centralismo informativo. Todos sabemos quien es el presidente de EEUU, las políticas que se llevan a cabo en Alemania o los gustos favoritos de los jóvenes en Italia. Pero ¿y los países de los que nunca se habla?, entonces, ¿callar también es manipular?

El problema africano nunca forma parte de la agenda mediática de los medios de comunicación, a nadie parece importarle que África, aun siendo un continente de abundante riqueza, es continuamente saqueado. Pero no es que a nadie le importe, es que a los medios generalistas no les parece correcto que nos importe. En resumen, es como la famosa teoría de la ventana de René Magritte; la condición humana. El medio sabe que tiene un público demarcado, con rutinas que se configuran en modos de relacionar el relato y el colectivo al que se le transmite. Esto es la noticia, una construcción interpretativa.

Esto es lo que no se cuenta de la inmigración, la cara B de la moneda, el por qué huyen de sus países de origen. Así es como se manipula sin usar la palabra, la cual, es el arma mas poderosa de toda potencia; no contando o contando a través de las gafas del opresor, nunca a través del oprimido. Aquí es cuando el periodismo deja de tener sentido ya que no cumple con su labor de vigilante frente al poder político. Se hace ineludible la democratización del periodismo, y consigo, de nuevo, la democratización de las cifras.

La sociedad civil por tanto, en este contexto de interpretación de la realidad por parte de los medios, se topa con la trampa de la diversidad. Para no caer en esta trampa donde nuestro entorno esta condicionado por su carácter heterogéneo debemos ser narrados con honestidad. El que los medios omitan una de las caras de los hechos fomenta la desinformación, y por tanto, hace de la sociedad una menos reflexiva, una menos racional y más condicionada a la Agenda Setting y a lo que los medios definan como verdad.

Y es que ‘’los medios de comunicación hablan de lo que otros medios hablan, pero no de lo que realmente sucede’’ (Pascual Serrano). Aunque esta idea habría que matizarla y trasladarla a los medios privados debido a la financiación que estos tienen por parte de grandes empresas que condicionan la realidad contada.

3 Comments

  1. Es decir que la omisión de información es manipulación, ¿cierto? Pues cuando has dicho que el 23.1% de la delincuencia se debe a la inmigración, has omitido el porcentaje de población inmigrante, si es mayor, menor o coincide con ese 23.1%. ¿Manipulación?

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