Manuel López Arrabal
Para las dos ruedas con motor no hay híbridos como ocurre con los coches que comparten un motor eléctrico y otro de combustión. Las motos eléctricas no utilizan ningún carburante y, por tanto, no emiten dióxido de carbono, monóxido de carbono, óxidos de nitrógeno u otras partículas finas. Son tan silenciosas como una bicicleta, algo que paradójicamente está retrayendo a algunos moteros que no acaban de disfrutar con un motor que no hace ruido. La opción de las motos eléctricas compensa mucho tanto ecológica como económicamente. La gran mayoría de las marcas ya han lanzado sus ofertas en el mercado español y, para animarnos a dar el salto, diversas instituciones ofrecen ayudas económicas para su adquisición. La gran ventaja de la motocicleta con motor de electricidad es que su gasto anual es varias veces inferior al de un modelo de combustión similar.
La red pública de tomas de electricidad es aún escasa, aunque esto está cambiando rápidamente. El reciente Plan MOVES aprobado el pasado 15 de febrero por el Consejo de Ministros, a propuesta del Ministerio para la Transición Ecológica, junto a los anteriores planes MOVALT, MOVELE y MOVEA, están introduciendo desde el año 2011 dentro de los entornos urbanos cientos de puntos de recarga en toda España. Igualmente, los centros comerciales, parkings públicos y otros recintos privados continúan añadiendo la funcionalidad de una toma para vehículos eléctricos; en muchos casos, a un precio reducido. Pero lo más interesante puede ser procurarse uno mismo la recarga desde casa con un alargador o mediante un enchufe normal en el garaje. El coste de un kilómetro recorrido con combustible eléctrico es de tres a cuatro veces menor que el de un kilómetro realizado con motor de gasolina, pero si se contrata una tarifa nocturna y se tiene opción de elegir entre varias compañías de electricidad, el ahorro podría ser incluso superior al 500%.
La recarga completa de una batería de moto eléctrica no consume mucho. Hay que tener en cuenta que la potencia de recarga de estas motos es similar a la de un aire acondicionado o un horno eléctrico. Por ello, y porque las recargas suelen hacerse de noche (cuando la mayoría de los electrodomésticos no se usan), normalmente no es necesario cambiar la potencia contratada en una vivienda normal. Por otro lado, el mantenimiento de una moto eléctrica es mucho menor que el de una convencional, puesto que los motores eléctricos son más sencillos, tienen menos piezas y, por tanto, menos averías, olvidándonos además de los cambios de filtros y aceites. De este modo, las visitas al taller serán bastantes menos a lo largo de los años; y eso también es ahorro. Eso sí, si piensas comprarte un vehículo de este tipo, asegúrate de que tienen servicio técnico en la región donde vives.
Si se conduce la moto a una media de 40 kilómetros cada día, cinco días a la semana, haríamos algo más de 10.000 km al cabo de un año. Con una moto de gasolina dejaríamos en las estaciones de servicio entre 800 a 1.000€ a los precios actuales de los carburantes. La electricidad con un scooter eléctrico (dependiendo del fabricante) costaría menos de 100€ para esos 10.000 km.
Pese a todo, el uso de la moto eléctrica es aún limitado debido a la autonomía de las baterías. Aunque éstas han mejorado en los últimos años y seguirán mejorando, es un punto a considerar antes de comprar. En la actualidad, para los scooters convencionales, las baterías pueden durar unos 100 km sin necesidad de pasar por el enchufe, siempre que no circulemos todo el tiempo a altas velocidades y para las motos de mayor potencia la duración de una carga completa de batería puede superar los 300 km. Según estimaciones de la Organización Europea de Consumidores (BEUC), el recorrido medio de un motociclista urbano es de unos 27 km diarios, siendo esta una distancia fácil de cubrir durante 3-4 días por cada recarga completa. Además, algunos modelos tienen baterías extraíbles que se pueden cambiar por otra nueva alojada bajo el sillín, o bien transportarla a cualquier lugar para cargarla en cualquier enchufe, con lo que de este modo el problema de la autonomía se reduce considerablemente. También hay que tener en cuenta que, la vida útil de las baterías de plomo no superan los 25.000 km y las de ión-litio algo más de 70.000 km y, como un vehículo de este tipo dura mucho más, habrá que cambiar varias veces de batería.
Una alternativa más asequible y con grandes ventajas para moverse por ciudad es la bicicleta eléctrica. La “fiebre” por la bicicleta que se vive en casi toda Europa y la generalización de los carriles bici en miles de ciudades está provocando otro fenómeno más que interesante para la movilidad urbana: el boom de la bici eléctrica. En Europa uno de cada tres desplazamientos motorizados que se realizan son de menos de tres kilómetros. En ciudades llanas y con buen clima, como Sevilla, la bicicleta convencional es perfecta para la mayoría de esos viajes individuales. Pero si la orografía no acompaña, el clima es lluvioso o muy caluroso, o hay que ir cargado, entonces interesa la bici eléctrica, que se beneficia de casi todas las ventajas de una moto, pero además puede circular por los cada vez más numerosos y preferentes carriles bici.
Otro factor a tener en cuenta son las ayudas oficiales, que aquí en España encabeza el Plan MOVES (Programa de Incentivos a la Movilidad Eficiente y Sostenible), gestionado por el Instituto para la Diversificación y el Ahorro de la Energía (IDAE), que ofrece ayudas económicas para una amplia gama de vehículos eléctricos. Algunos Ayuntamientos y Comunidades Autónomas, ofrecen también subvenciones para animar la compra de este tipo de vehículos silenciosos no emisores de gases. Cada vez más ayuntamientos permiten circular por el centro de las grandes ciudades sólo a vehículos eléctricos y, en algunas calles peatonales y semipeatonales, la moto o bici eléctrica serán los únicos vehículos con motor admisibles. También, algunas corporaciones locales, han aprobado un ajuste en sus ordenanzas correspondientes para que los vehículos eléctricos de todo tipo no tengan que abonar las tasas de la zona azul. Y en casi todas partes, los vehículos eléctricos están quedando exentos del impuesto de circulación y/o de matriculación.
Por último, quiero informar un poco sobre las grandes oportunidades de negocio y trabajo que se abre ante este nuevo sector del transporte en base a la electricidad. La eclosión de los vehículos eléctricos representa una revolución de grandes consecuencias tecnológicas, sociológicas y económicas. Para muchos, este nuevo mercado abierto hace pocos años está permitiendo grandes posibilidades de negocio, de un modo similar a la energía solar fotovoltaica hace algunos años más, pero a mayor escala. Entre otras oportunidades, destaca el negocio de recargar baterías de vehículos eléctricos. En 2011, el Ministerio de Industria publicó un Real Decreto (el 647/2011, de 9 de mayo) donde se regulaba la figura del gestor de cargas del sistema. Este nuevo agente presta servicios de recarga energética para bicis motorizadas, motos, coches, furgonetas, camiones y autobuses eléctricos. El gestor de cargas autorizado disfruta de unas tarifas de electricidad muy reducidas para, por un lado, autoconsumirlas y, por otro, venderla a terceros. Como, además, la infraestructura de enchufes, cables y contadores es bastante sencilla, se espera que muchos miles de personas participen en este nuevo negocio. Todo esto tiene sentido desde el punto de vista de una producción de energía eléctrica procedente de fuentes de energías limpias y renovables. Aún son muchas las compañías de electricidad que obtienen mayoritariamente su energía de centrales térmicas o nucleares, muy contaminantes. Sin embargo, muchas de ellas también garantizan la distribución de parte de su electricidad procedente de fuentes de energía limpias y renovables, existiendo incluso algunas que se comprometen con suministrar el 100% de su electricidad de origen exclusivamente renovable.
Se el primero en comentar