La Gran Guerra produjo en España una situación ambivalente. Si, por un lado, generó un evidente y serio crecimiento económico vinculado al sector de la exportación, por otro provocó una aguda carencia de productos básicos y una elevadísima inflación que no pudo paliarse con subidas salariales. Esta situación movilizó al movimiento obrero, tanto de signo socialista como anarcosindicalista, y fue, en gran medida, responsable del acercamiento de las dos tendencias -UGT y CNT- en el año 1916, lo que demuestra la extrema gravedad social del momento, habida cuenta de las relaciones complejas entre ambas organizaciones.
Las autoridades intentaron reaccionar, pero sin éxito. En este sentido, hay que destacar la denominada Ley de Subsistencias de principios de 1915. Tal disposición autorizaba al Gobierno para reducir o suprimir temporalmente los derechos arancelarios sobre las importaciones de alimentos y materias primas cuando se produjeran situaciones extraordinarias y transitorias. Además, se facultaba al Gobierno para gestionar con las compañías ferroviarias rebajas de las tarifas de transporte de estos productos. En relación con el transporte marítimo también se establecían algunos cambios para facilitar el comercio de subsistencias.
La Ley autorizaba al ejecutivo a comprar productos alimenticios de primera necesidad para venderlos a precios regulados. Por otro lado, el Estado podría expropiar subsistencias alimenticias que se hallaren en poder de intermediarios y la ocupación temporal de almacenes o locales donde se encontrasen, limitándose, tanto la expropiación como la ocupación a las cantidades o parte estrictamente necesarias. Las incautaciones y las ocupaciones se darían por decreto después de escuchar a una Junta en la que estarían representantes de los poderes provinciales y locales de la provincia correspondiente. Los Ayuntamientos debían costear los precios de las mercancías y, en su caso, las indemnizaciones. Después venderían los productos, pero no por un precio tres veces superior al costo de la adquisición.
La Ley era de febrero de 1915, y tendría vigor durante un año completo, con posibilidad de ser prorrogada. Y aquí es donde comenzamos nuestra historia, que se enmarca en la relativa a las movilizaciones sociales que se dieron en toda España ante la grave situación que afectaba a una mayoría de la población. Así pues, ante lo que estaba ocurriendo en Bilbao, el 27 de diciembre de 1915 la minoría socialista en el Ayuntamiento de Bilbao presentó una moción para que la corporación se dirigiera en breve plazo y de forma enérgica al Gobierno con el fin de exigir que se aplicase de forma inmediata la Ley de Subsistencias. Además, esa demanda, que debía entregarse en el Gobierno Civil debía ir precedida de una manifestación, invitándose al vecindario de Bilbao a unirse a la misma. Por otro lado, se animaba al resto de Ayuntamientos de España para que realizasen actos similares.
La minoría socialista justificó esta moción en el hecho de la enorme carestía de los productos de primera necesidad, con aumentos de precios de hasta el 30%, sin una correspondiente subida salarial. Había que volver a la situación previa al estallido de la Gran Guerra. En la defensa de la propuesta se hizo también una crítica a Dato por las facilidades que el Gobierno había dado a las exportaciones. También se aludió a que la solución de pedir a los gremios que abaratasen los productos no era válida porque esa subida se debía a las exportaciones y por el alza de los fletes. Además, el intento de Perezagua, como alcalde interino en su día, de obligar a los tahoneros a bajar el precio del pan no era efectivo porque era una medida que debía tomar el Gobierno central.
Con el apoyo de los republicanos la moción fue aprobada, y la manifestación se convocó para el día 2 de enero, presidida por la propia Corporación y con asistencia de varios miles de manifestantes. Al llegar al Gobierno Civil, el alcalde y los concejales subieron para entrevistarse con el gobernador y entregarle las peticiones sobre la aplicación de la Ley y el abaratamiento de las subsistencias. El representante del Gobierno central les comunicó que enviaría a Madrid estas peticiones. Después de este acto y en el Ayuntamiento hubo una trifulca porque los republicanos y socialistas exigieron al nuevo alcalde, que era nacionalista, que hablase en castellano.
Hemos consultado los números 2413 y 2415 de El Socialista. Por su parte, la Ley puede consultarse en la red en un formato pdf del librito que publicó en 1916 el Ayuntamiento de Madrid, y que podemos leer gracias a la página web de memoriamadrid.es.
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