La lucidez del filósofo y el histrionismo del payaso de Hitler

Por José Antonio Pujante | Ilustración de Iñaki y Frenchy

Trump o, mejor aún, Drumpf, si recogemos el auténtico apellido de origen alemán del nuevo presidente de EEUU, se erige en el mal y tardío payaso que Hitler hubiera querido tener de acompañante en su guarida del lobo. La lógica mental de sus trascendentales decisiones habría sido, sin duda, similar. Ahora, en nuestro tiempo, evidencia una crisis y agotamiento sin precedentes del capitalismo. El filósofo austriaco, de origen judío, y afincado en Francia, André Gorz, esbozó con enorme lucidez la obturación de los engranajes que mueven la maquinaria del capitalismo neoliberal.

El 17 de septiembre de 2007 el filósofo, sociólogo y escritor André Gorz escribió su último artículo para la Revue Critique d’Ecologie Politique. Se titulaba «La salida del capitalismo ya ha comenzado». Unos días después Gorz se suicidó junto a su mujer Dorine, tal y como había planeado desde que le detectaron a ella un cáncer terminal. Su lucidez no se vio en modo alguno empañada ante la cercanía de una muerte premeditada. Al contrario, la muerte fue asumida no solo con estoicismo, sino esperada, como fiel discípulo de Epicuro.

André Gorz anticipa la gran crisis en su fundamentada crítica a la industria financiera generadora de un mundo virtual en el que el dinero se trastoca en la nueva mercancía, en sus múltiples y caleidoscópicas variantes, y los bancos, en la maquinaria de producción ficticia de nuevos capitales sin sustento en la economía productiva, en la economía real. Asimismo, sustenta la tesis de que «la salida del capitalismo tendrá lugar sí o sí, de forma civilizada o bárbara». Para una salida civilizada apuesta por el decrecimiento asumiendo como insoluble una lógica de expansión y crecimiento económico ilimitado con explotación indefinida de recursos materiales y el propio carácter finito, limitado, del planeta tierra. Estamos abocados a un cambio revolucionario de mentalidad, de paradigma socioeconómico, que nos ubique en un tipo de sociedad frugal, austera, integrada e imbricada con la madre naturaleza o en la dramática sociedad que nos anticipan las tres novelas de Mad Max, según afirma Gorz. En este sentido, continúa Gorz señalando que:

La “reestructuración ecológica” solo puede agravar la crisis del sistema. Es imposible evitar una catástrofe climática sin romper de manera radical con los métodos y la lógica económica que impera desde hace 150 años. Si prolongamos la tendencia actual, se multiplicará el PIB mundial por un factor 3 o 4 hasta el 2050. Sin embargo, según el informe del Consejo sobre el Clima de la ONU, las emisiones de CO2 tendrán que disminuir de un 85% hasta esta fecha para limitar el calentamiento climático a 2ºC máximo. Más allá de 2ºC, las consecuencias serán irreversibles y no controlables. Por tanto, el decrecimiento es un imperativo de supervivencia. Pero supone otra economía, otro estilo de vida, otra civilización, otras relaciones sociales.

Hace referencia Gorz a otra contradicción insoluble del capitalismo actual, la insalvable disminución del coste de trabajo por unidad de producción que conduce a una disminución del precio de las mercancías. La productividad creciente se sustenta sobre la paradoja de un incremento del valor del producto, una reducción a su vez del precio de la mercancía y una limitación salarial creciente. Veamos un ejemplo: los ordenadores portátiles o los coches se producen cada vez con menos manos de obra y mayor robotización, el coste de la mano de obra se reduce progresivamente, el coste efectivo del producto también disminuye o se mantiene, pero mejorando la calidad tecnológica del mismo y, finalmente, el precio de oferta masiva de la nueva mercancía también baja. En esto se sustenta la lógica capitalista de la productividad actual. Según Gorz, se ha llegado a un límite endógeno insoslayable, en sus propias palabras: «La carrera hacia la productividad tiende a acelerarse, los recursos humanos a reducirse, la presión sobre el personal a endurecerse, el nivel y la masa salarial a disminuir. El sistema evoluciona hacia un límite interno donde la producción y la inversión en la producción dejan de ser lo suficientemente rentables. Las cifras prueban que se ha alcanzado este límite.»

De ahí la creciente financiarización de la economía, la especulación sobre una inexistente y volátil economía de futuras mercancías y el acaparamiento por los oligopolios de mercancías esenciales (energía, agua, suelo…) para modificar los precios a conveniencia. Sobre otras contradicciones del sistema capitalista referidas en el citado artículo de Gorz, así como de rupturas y superaciones concretas, haré referencia en próximos escritos en Nueva Revolución.

Es imposible evitar una catástrofe climática sin romper de manera radical con los métodos y la lógica económica que impera desde hace 150 años.

El sistema está agotado, en vía muerta, sin solución de salida. Sin embargo, hay que trabajar por una salida civilizada. Los acontecimientos políticos recientes reflejan la epidermis de los movimientos sísmicos del sistema económico capitalista del siglo XXI. La llegada de D.Trump y su retorno a la autarquía imperial y selectiva, su política de provocación al mundo árabe con su pretensión de trasladar la embajada de EEUU de Tel Aviv a Jerusalén, los crecientes movimientos xenófobos y fascistas en Europa, el Brexit, el fracaso del proyecto neoliberal de la Europa de Maastricht, la redefinición de Rusia, la guerra sistemática en las zonas petrolíferas de Oriente Medio y próximo, la consolidación de China como potencia de primer orden… son los síntomas de una próxima catástrofe de la humanidad. ¿Hay esperanza, a pesar de todo? No queda más remedio que armarnos de ella, crearla, inventarla si fuera necesario. Solo su aliento puede trastocar el pesimismo y la pasividad en acción. Afirmaba al respecto, el filósofo alemán Walter Benjamin que «solo gracias a aquellos sin esperanza nos es dada la esperanza». Que así sea.

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