Animalismo | ¿Qué es la Ley Cero de PACMA?

Por Rafael Silva Martínez

“Sólo mediante una ruptura radical con dos mil años de pensamiento occidental sobre los animales lograremos construir una base sólida para abolir esta explotación”
(Peter Singer)

La explotación y el abuso hacia los animales continúa en nuestra sociedad, y en muchos contextos incluso amparada por una serie de rituales y costumbres que nos llegan a parecer normales. Acaba de finalizar la famosa Romería del Rocío, donde se dan cita miles de romeros, de fieles a dicha tradición, y los reportajes y programas informativos nos cuentan sus itinerarios, lo que hacen, cuándo y cómo lo hacen, sus costumbres, sus vivencias durante dichas jornadas. Pero se nos oculta otra penosa realidad, como es el constante maltrato hacia determinados animales que se utilizan para la conveniencia de las personas que asisten a dichos actos. Y así, el maltrato y la muerte por agotamiento de animales forma parte de esa «otra cara» del Rocío que se nos oculta cada año. Durante la citada Romería se utilizan más de 20.000 animales entre caballos, burros y  bueyes para las carretas. En 2016 fallecieron 13 equinos (120 desde el año 2007) y más de 200 fueron atendidos por voluntarios, bajo situaciones de cansancio, mareos y desvanecimientos. Y es que muchos de los animales utilizados para las Romerías son alquilados para la ocasión por personas inexpertas en su cuidado y mantenimiento, que obligan a los equinos a llevar más carga de la que pueden soportar, y que no les proporcionan los cuidados necesarios básicos, tales como agua, comida y descanso.

El maltrato y la muerte por agotamiento de animales forma parte de esa «otra cara» del Rocío que se nos oculta cada año

De esta forma, las altas temperaturas y el sobrepeso que soportan, unido a las largas jornadas, les ocasionan lesiones que van desde úlceras hasta dolor intenso en los cuartos o parálisis irreversible. Las heridas por serreta, un instrumento de hierro dentado que se coloca sobre el hocico de los equinos, o el uso de determinados aperos, les producen heridas y rozaduras muy dolorosas. Y por su parte, la constante presencia del gentío que acude a estos masivos acontecimientos, provoca en estos animales una situación de máximo estrés. Personas que gritan, que corren, que jalean, que cantan, que bailan, que se desplazan entre ellos, no hacen sino desquiciar la tranquilidad a la que ellos están normalmente acostumbrados. Caballos, burros y mulos son animales altamente sensibles y asustadizos, lo cual provoca (de hecho ha ocurrido este año en la Romería del Rocío de Tarrasa) con cierta frecuencia accidentes porque alguno de ellos estalla en desbandada. La mayoría de los casos de maltrato se producen dentro del negocio de los alquileres, por horas o días en la propia Aldea de El Rocío o en otros puntos de Andalucía. Y es alarmante hasta qué punto la normalización del maltrato a estos animales ha provocado que incluso determinadas compañías aseguradoras oferten un servicio especial de recogida de caballos muertos a toda aquélla persona que contrate este servicio.

Sensibles ante todo este abuso y sufrimiento animal, desde PACMA han elaborado una propuesta legislativa para intentar sacar adelante una Ley General de Bienestar y Protección Animal (que nosotros ya propusimos hace algún tiempo en nuestro Blog en esta breve serie de artículos) que, entre otras muchas cosas, prohibirá el uso de animales en estos festejos. Es lo que se ha venido a denominar como Ley Cero. Este marco legislativo integral prohibirá someter a los animales a cualquier práctica que les produzca sufrimientos o daños físicos o psíquicos evitables, así como la utilización de animales en todo tipo de espectáculos, tradiciones o festejos crueles. Algo se ha conseguido desde un tiempo acá, debido a la creciente sensibilización popular, pero hemos de conseguir mucho más. Estamos convencidos de que avanzamos poco a poco hacia una sociedad más respetuosa con los animales, donde la gente pueda divertirse igual en una Romería sin necesidad de explotar y maltratar animales. Es ilógico pensar que en pleno siglo XXI los animales no puedan ser perfectamente sustituidos por vehículos a motor para evitarles ese sufrimiento. Y si algunos puristas poco concienciados con el sufrimiento animal entienden que así se vulneran las «clásicas estampas» de la romería, tendremos que insistir en el mensaje de que dichas estampas llevan detrás un uso y abuso de los animales absolutamente intolerable, y que hemos de evolucionar hacia modelos de sociedad más sensibles hacia ese sufrimiento, aún a costa de sacrificar dichas estampas clásicas y tradicionales.

En todo este contexto se desarrolla la referida Ley Cero, que tiende a conseguir (de ahí su nombre) el Maltrato Cero (animal). Tenemos un problema inicial, y es que partimos de contextos legales y normativos de carácter territorial (autonómicos) muy diversos. Y así, un cazador puede acribillar a tiros a un perro o a un gato abandonados en Castilla-La Mancha, aunque en Andalucía sería sancionado. Un gallo puede ser obligado a pelear por su vida, contra otro gallo, en un rincón cualquiera de cualquier municipio canario, pero en Galicia está prohibido. Si un caballo vive en territorio gallego, no estará amparado por su Ley de protección animal, mientras que la de Cataluña lo protege como animal doméstico. En Cataluña no se celebran corridas de toros, pero continúan manteniéndose otros festejos populares que maltratan a estos animales. Y así podríamos seguir. La disparidad entre las leyes autonómicas de protección de los animales, el aumento de las denuncias por maltrato animal, y sobre todo, la creciente sensibilidad de nuestra sociedad hacia el resto de especies, obligan a la existencia de un proyecto de Ley Integral que unifique en todo el territorio la normativa legal vigente para proteger a los animales, y eliminar cualquier obstáculo a la hora de promover mejoras autonómicas y locales en aras de su bienestar. Una ley que parta de la premisa del maltrato cero. Un contexto legal que establezca la garantía de consecución de unos mínimos de bienestar para todos los animales, como seres capaz de sentir dolor, y cuyos intereses también han  de ser protegidos. Una ley que ponga fin a los festejos y tradiciones crueles con los animales, a su explotación en espectáculos, y a su cautividad con fines de entretenimiento. Una ley que establezca el sacrificio cero de animales de compañía sanos, estableciendo medidas valientes y efectivas, como la prohibición de la compraventa, y la esterilización obligatoria, fomentando así su adopción, y reduciendo drásticamente el abandono.

Apoyemos la Ley Cero. No tenemos otro camino si pretendemos alcanzar cotas de progreso y civilización que la comprensión y sensibilización con el mundo animal, acabar con el cruel especismo, con la explotación animal y con el uso indiscriminado de animales en todo tipo de espectáculos, tradiciones y festejos. La Ley Cero se vuelve por tanto absolutamente imprescindible, ya que necesitamos imperiosamente una herramienta legal que proporcione un marco jurídico, una especie de estatuto moral para la defensa de los animales. Un marco normativo que garantice que cada animal debe disfrutar de una serie de derechos fundamentales: a la vida, a la libertad, a que no se le inflija sufrimiento…Porque la práctica diaria es aberrante en todos los sentidos, y una sociedad madura, democrática y avanzada no puede permitirse esta situación con los seres más indefensos. Pero aún no acabamos de entender, ni tenemos en cuenta, desde nuestro propio antropocentrismo, que los animales son sujetos sensibles, cuyas vidas importan, pues tienen sus propios propósitos y valores, y que no podemos destruir ni alterar. Hemos de tener claro, por tanto, y para ello el sentido de esta Ley Cero de PACMA, el estatus jurídico de los animales, el reconocimiento de ser titulares de derechos, y todo ello debe comenzar a respetarse seriamente.

Los animales tienen vida propia, sufren y gozan al igual que nosotros, tienen movilidad, capacidad de observación, reconocimiento de lo que los daña y los beneficia, y en muchos casos, mejores sentimientos que muchos de los que se llaman a sí mismos «humanos». Por su parte, las ciudades han de estar mejor preparadas para la vida, la expansión y el disfrute de nuestros animales domésticos, y también hay que contemplar el endurecimiento de las penas (hoy día irrisorias) por los delitos en los que intervenga el maltrato animal. En definitiva, la Ley Cero debiera contemplar todo el conjunto de medidas que sean necesarias, de carácter social, ético, científico, sanitario, ecológico, etc., para conseguir una sociedad que deje atrás la violencia, el sufrimiento y el maltrato hacia los animales, una sociedad en la que perjudicar o matar a los animales no se considere ocio, tradición, cultura, deporte, festejo, espectáculo, arte o diversión. Estamos convencidos de que no existen pretextos. Tenemos que migrar a esa sociedad. Animo desde aquí al Partido Animalista PACMA y a todas las formaciones ecologistas, verdes o de izquierda que llevan en sus respectivos programas electorales medidas de este tipo, para que entre todos, podamos algún día corregir el déficit moral que todavía arrastramos hacia el mundo animal.

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