Por Fernando Arriero
La concentración feminista del 15 de enero de 2019 frente al Parlamento de Andalucía acogió a miles de personas. Este acto no le ha parecido bien a Francisco Serrano, el “portavox” de la ultraderecha andaluza. Éste ha declarado que “lo que había pasado fuera del parlamento era un acto de Kale Barroka”. Categorizando e igualando un acto de protesta pacífico con el terrorismo. Una lucha transparente a la altura de un acto con pasamontañas.
El 27 de Junio de 2002 fue aprobada con el sí de PSOE, PP, CIU, Coalición Canaria y PSA la ley de partidos políticos. La nueva ley renovaba a su antecesora de 1978. Esta reforma sirvió para la ilegalización el 28 de marzo de 2003 de Herri Batasuna, Euskal Herritarok y Herri Batasuna entre otros partidos vascos. El argumento usado por el Tribunal Supremo era que estos partidos estaban relacionado con la banda terrorista ETA.
El artículo 9.1 de la nueva ley de partidos pretende “asegurar el respetos de los partidos políticos por los derechos humanos y por los principios democráticos. Desarrollarán las funciones que constitucionalmente se les atribuyen de forma democrática y con pleno respeto al pluralismo”. Un partido que roza la xenofobia difícilmente podrá cumplir este artículo.
Buceando dentro del texto legal descubrimos que el artículo 9.2.a reconoce que para ilegalizar un partido tiene que, “vulnerar sistemáticamente las libertades y derechos fundamentales, promoviendo, justificando o exculpando los atentados contra la vida o la integridad de las personas, o la exclusión o persecución de personas por razón de su ideología, religión o creencias, nacionalidad, raza, sexo u orientación sexual”. Si vas contra alguno de estos elementos estás fuera del panorama político.
Esperemos por el bien de nuestro país que no incumplan ninguno de los artículos recogidos en la ley de partidos de 2002 porque de ser así estarán atentando contra la propia carta magna. Si eso ocurre se convertirán en la nueva Kale Barroka.
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