Por Andoni Baserrigorri | Haize Gorriak
Dani Seixo es un comunista galego y antiimperialista con un “curriculum” de trabajo en la contra información realmente brillante. Sus entrevistas que publica en “Semente de Vencer” han superado el sobresaliente en más de una ocasión. Especialmente brillante fue una exposición sobre Cuba, que se hizo viral y que refleja perfectamente el amor de Dani hacia la isla caribeña. Hoy sin embargo, Dani pasa de ser entrevistador a ser entrevistado…vamos a plantearle una serie de cuestiones sobre internacionalismo y anti imperialismo.
Lo primero, eskerrik asko, obrigado por el tiempo que nos vas a dedicar Dani. ¿Por qué has decidido inclinar tu trabajo militante y comunista hacia el periodismo militante?
Antes que nada, agradecerte el interés que muestras por mi trabajo, así como el esfuerzo y la militancia en esta trinchera comunicativa en la que tantas manos hacen falta. Siempre es un placer poder charlar con un buen compañero.
La verdad es que llego al periodismo militante un poco por casualidad. Si bien siempre me había gustado la escritura -y mis inquietudes políticas han sido una temprana herencia de un abuelo que tuvo que emigrar para buscarse la vida lejos de la dictadura franquista y un padre que siempre ha sabido defender su trabajo frente a las injusticias de un sistema que busca aplastar la conciencia del obrero- la idea o el impulso de combinar ambas realidades en una expresión periodística, se da por todo lo sucedido en torno a la crisis de 2008 y la indignación acumulada por una población que contemplaba como el capitalismo se mostraba dispuesto a arrebatarles hasta lo más básico: el pan o el techo sobre el que cobijarse.
A partir de ahí, a través de un pequeño blog personal primero y poco a poco desde diferentes medios de comunicación, el periodismo militante se convierte en parte de mi día a día y en una faceta que me acompañará junto a la lucha en las calles y la continua formación política. Creo que la batalla de las ideas, el campo de la comunicación, sin duda alguna supone una faceta de la batalla contra el imperialismo que debemos reforzar. Debemos no solo transmitir nuestro mensaje, nuestra ideología, sino también ser capaces de dotarnos de las herramientas comunicativas para hacerlo. La lucha por crear nuevos medios de comunicación populares y por conquistar el derecho a poseer redes de comunicación propios, resulta tan vital como avanzar un kilómetro en el campo de batalla.
Las plumas, los teclados y los focos, hoy son también armas que debemos tomar en nuestras manos. No podemos volver a permitir que «Salvar al Soldado Ryan» nos arrebate en los salones de medio mundo el esfuerzo y la memoria de la lucha colectiva, no podemos consentir que la alineación televisiva constante evite la concienciación de nuestra clase social. El campo de la comunicación supone hoy un campo de batalla que no podemos dejar de lado. En este sentido «Tertulias en Cuarentena» y Antiimperialistas son hoy una avanzadilla privilegiada desde la que lanzarnos al combate directo contra el relato del Imperio.
Entrando de lleno en las cuestiones que trabajamos. ¿Entiendes que el imperialismo ha dado una vuelta de tuerca, empleando la guerra porque se veía superado por la fuerza emergente de otras naciones?
Estamos viviendo un momento delicado. Parafraseando a Gramsci, podemos asegurar que vivimos en una situación plagada de claroscuros, un momento en el que el viejo mundo no termina de morir y el nuevo carece de fuerza para evitar el dolor y la muerte que tan presente ha estado siempre en la evolución del capitalismo. Y es que es esto lo que sucede, la crisis sistémica del sistema capitalismo y del imperialismo estadounidense nos arroja una realidad delicada, pero profundamente peligrosa.
Las guerras de Libia, Siria, Afganistán o Ucrania, nos muestran a un Imperio dispuesto a morir matando. Un imperialismo estadounidense dispuesto a lanzar un último pulso contra Rusia o China, aunque esto pueda llevarnos de cabeza a un nuevo conflicto mundial. No existe una solución viable que permita continuar con el dominio estadounidense sobre el mundo, no existe una vía que nos devuelva a ese mal llamado fin de la historia. Washington debe comprender que su época ha llegado a su fin y permitir que otras alternativas estructuren un
mundo multipolar que es inevitable o asumir que la guerra global es la única alternativa.
Personalmente, no soy optimista, no creo que una sociedad como la estadounidense, ajena al peso de la guerra en su propio suelo, sea capaz de renunciar al poder de forma pacífica. Creo que nos corresponde a otros pueblos luchar porque ese fin del imperialismo estadounidense se produzca lo más rápido y de la forma más indolora posible. Tras eso, realmente en paralelo, debemos profundizar la senda de la revolución socialista. Hoy, más que nunca antes en la historia, se trata de «comunismo o barbarie».
Pero la guerra desatada por el imperialismo ¿No tiene sus orígenes en las diferentes invasiones que desde hace 30 años hemos visto? Me refiero a Irak, Libia, Siria…
La guerra tiene su origen en un sistema capitalista en camino de implosión y un imperialismo estadounidense en franca decadencia. Tiene su origen y sentido en claras disfunciones estructurales que de nuevo nos arrastran al reino de la barbarie, a la guerra como única salida para un sistema económico y social cainita, inhumano y dispuesto a arrasar con cualquier atisbo de vida con tal de reiniciar su propia locura y garantizar con ello una mínima oportunidad para su supervivencia. Los miles de muertos en Irak, Libia, Siria, Yemen, Sudan, Palestina, Colombia… Todos ellos son los sacrificados en el altar del capitalismo, víctimas que nunca debieron producirse y que no tienen un valor menos que los caídos en los campos de batalla europeos.
Durante mucho tiempo, la izquierda no ha comprendido que no existe un Sur o un Norte cuando la muerte hace acto de presencia. Pareciese que algunos han descubierto la guerra cuando ha vuelto a llamar a las puertas de Europa, todos esos que hablan ridículamente de una guerra interiimperialista simplemente porque Rusia ha tenido capacidad de respuesta ante un nuevo intento estadounidense por llevar la destrucción y el conflicto a un nuevo pueblo.
¿Acaso Libia, Irak, Palestina o Yemen también son imperialistas? ¿Acaso no son capaces de encontrar un nexo común en la huella norteamericana en todos estos conflictos? ¿No recuerdan a Thomas Sankara, Patrice Lumumba, Ernesto Guevara? ¿No son capaces de admitir que todo aquel que se opone a los designios estadounidenses paga el atrevimiento con su vida y que simplemente Rusia hoy tiene la fuerza para responder a la agresión?
Resulta ridículo contemplar ciertos análisis que o caen en el izquierdismo más absurdo, o bien simplemente pretenden redimir el pecado de la mínima crítica a Washington, culpando a Rusia y situándola en la cruz de los sacrificados en nombre del fanatismo atlantista. Obviamente, lo que sucede hoy en Ucrania no puede entenderse sin atender a la propia evolución del capitalismo y, por tanto, a las guerras de Irak, Libia, Siria y tantas otras. El resto de análisis simplistas o el pacifismo de salón europeo a la hora del té, son simplemente absurdos. Muchos hablan del derecho a defenderse de Ucrania, pero no comprenden que el derecho a defenderse de Rusia, es la carta que Irak, Libia o Siria no pudieron jugar en su momento y por ello casi son reducidas a cenizas. Moscú hoy golpea al imperialismo también en nombre de todos esos pueblos.
¿Qué relación ves entre las diferentes guerras y las sucesivas ampliaciones de la banda criminal OTAN?
Tras la caída de la URSS, Washington y sus «socios» de la OTAN han incumplido punto por punto los más mínimos criterios que debemos exigir a aquellos que buscan la paz. Desde el desprecio absoluto por la «Carta de París para la nueva Europa», en la que se proclamaba que la seguridad de cada estado estaba vinculada a la seguridad del conjunto de las naciones, hasta la implicación directa en la guerra de Yugoslavia, el papel de la OTAN ha sido siempre el de una organización ofensiva, dispuesta a reducir a Moscú a un factor meramente sumiso a sus intereses, disgregado en diferentes estados artificiales que eliminasen cualquier capacidad de resistencia del pueblo ruso. La administración Clinton es la primera en situar a la OTAN en las fronteras rusas, George W. Bush decide abandonar el Tratado ABM y continuar con la ampliación de bases ofensivas, mientras que Obama decide iniciar los conflictos de Siria y Ucrania para cortar las posibles salidas estratégicas rusas en caso de un conflicto abierto.
Incluso Trump, pese a su política aparentemente menos belicista, decidió acorralar a Rusia jugando la baza nuclear.
La OTAN es una organización terrorista, un elemento que dibuja quizás la mayor amenaza a la que se ha enfrentado la humanidad en su corta historia. En Europa nuestro etnocentrismo nos impide ver que representamos al mal, oculta en cierta forma que somos los malos de la historia. Debemos abrir los ojos antes de que sea tarde, debemos tener claro que la oposición a esta banda criminal resulta básico para cualquier militante de izquierda. Por ello, ver a supuestos partidos de izquierda como Podemos o Izquierda Unida celebrando una cumbre de la OTAN en Madrid o incluso contando en sus filas con elementos criminales como Julio Rodríguez, el carnicero de Libia, son clara muestra de la decadencia de la izquierda española. La escasa respuesta a la cumbre de la OTAN en las calles de Madrid debe hacernos reflexionar. Sin duda alguna, ha sido una vergüenza y un síntoma claro de que algo falla en el movimiento obrero del estado.
¿Qué responsabilidad atribuyes a la izquierda ni-ni en este estado de cosas?
Hace décadas que gran parte de la izquierda europea se ha abandonado al academicismo, el reconocimiento público de las estructuras del propio sistema al que dice combatir y al mero electoralismo. Existe una parte de la izquierda europea que ha decidido dejar de luchar, ha optado por apretar los puños, buscarse la vida profesionalmente a través de su supuesta militancia y aceptar las migajas que el capitalismo les oferta para desactivar el creciente descontento social. Syriza, Podemos, AOC, Boric y toda esa pata «izquierda» del monstruo imperialista, no son parte de nuestra lucha, son una clara quinta columna que urge identificar y desactivar.
Hace décadas que el supuesto mal menor, la supuesta senda electoral, ha llevado a amplios sectores sociales a renunciar a la lucha real por una revolución socialista. En este sentido, todavía permanece en el imaginario colectivo el peso de ese supuesto fin de la historia del que hablábamos antes. Existe una parte de la población que ha renunciado a la revolución, ha renunciado a avanzar y luchar por un mundo más justo. En esto, gran parte de la responsabilidad, la mayor parte quizás, recae sobre esa izquierda ni-ni por la que me has preguntado.
El remedio más eficaz que conozco es mirar a Cuba, Venezuela, Bolivia, Perú, China, Siria, al Sáhara Occidental, Yemen, Irlanda del Norte o al Donbass. Allí existen pueblos que luchan, pueblos que resisten y avanzan. Si ellos pueden, nada nos impide seguir su ejemplo. Curiosamente, los Pablo Iglesias o los Boric de turno, consideran a estos pueblos sus enemigos, los consideran dictaduras…
En 1986 hubo un referéndum por el cual el estado español ingreso en la banda criminal OTAN. Muchos que pidieron votar NO hoy día forman parte o apoyan al gobierno más atlantista de la historia. Si pudieses dirigirte a ellos, ¿qué les dirías?
Realmente el problema parte de la propia pregunta. La mal llamada transición española ha dado como triste resultado un sistema penas democrático, un sistema en el que la única participación política de la ciudadanía se basa en depositar una papeleta en una urna cada ciertos años. Podemos quejarnos, podemos presionar a los partidos políticos, pero finalmente las decisiones acerca de nuestro futuro están en sus manos. El referéndum, la consulta popular o el proceso constituyentes, son meras quimeras en la supuesta democracia burguesa española. Si realmente viviésemos en una democracia, tendría la posibilidad de dirigirme a todos estos traidores que hoy apoyan a la banda criminal llamada OTAN desde una posición de poder, desde los mecanismos de poder popular que existen en las democracias revolucionarias.
Dicho esto, no tendría mucho que decirle a toda esa clase política traidora al pueblo y fiel al sistema capitalista, el imperialismo y sus propios intereses personales. Creo que el mensaje a dar debe darse desde una revolución popular, no existe la posibilidad de abrirle los ojos a quienes se han vendido al capital. No creo que todos esos arribistas, todos esos antaño camaradas que hoy se sitúan con la industria de la muerte y la guerra, lo hagan por una confusión o por una perdida de perspectiva. Creo firmemente que han decidido vender su alma al diablo por meras prebendas personales y el único mensaje que les trasladaría es el de la oposición firme a esa forma de ver la lucha política. Decía Fidel Castro que si uno no tenía en frente al Imperio, quizás es porque lo tenía justo al lado. Hace mucho tiempo que gran parte de la izquierda europea no tiene al imperialismo en frente.
Te queríamos preguntar por Siria, una pregunta doble. Por una parte quienes hablan de ser revolucionarios en nombre de la Revolución de Rojava cuentan con el apoyo de Israel y EEUU ¿Piensas que desde el independentismo vasco y galego debemos hacer más crítica política a esa supuesta revolución? Porque personalmente creo que ha habido poca. Y el papel de Rusia parando los pies a la banda criminal Estado Islámico. ¿No piensas que desde la izquierda se merece un reconocimiento Rusia por esta gestión de los hechos?
Rojava ha sido el relato del izquierdismo, la pasión irracional de cierta izquierda por quienes no solo decidieron combatir a Siria mientras el Daesh amenazaba con hacer colapsar al país, sino también se volcaron con Washington cuando la Casa Blanca decidió realizar falsas promesas que nunca estuvo dispuesta a cumplir. Parte del pueblo Kurdo decidió abrazar al diablo, ignorando que Washington nunca paga a traidores. En el caso del independentismo vasco y gallego, simplemente creo que existen sectores minoritarios que carecen de una formación política adecuada y consideran que cualquier proceso nacional debe ser apoyado independientemente del carácter de progreso o la falta del mismo que este pueda suponer para el pueblo en cuestión y para la clase trabajadora. Rojava dejó de ser una referencia para nadie en la izquierda cuando decidió apuñalar por la espalda al pueblo sirio en un momento de suma debilidad para Damasco. A partir de ahí, quienes apoyan a este protectorado de Washington en la zona, no merecen ni una pizca de nuestro tiempo. El independentismo gallego es un movimiento antiimperialista, sin eso carece de sentido alguno. Quienes parecen ignorar esta fundamental premisa, flaco favor le hacen a nuestro pueblo.
Respecto a Rusia y su papel en Siria, Moscú participa de la guerra en Siria en el peor momento del gobierno de Assad e invitado por un pueblo que precisa de forma urgente de su ayuda para no perder totalmente el control del país, dejándolo en manos de la absoluta irracionalidad y locura fanatista del Daesh.
Rusia entra en combate a petición del gobierno Siro y es tildada de imperialista por quienes hoy aplauden u obvian cobardemente el expolio de los recursos sirios por parte del gobierno estadounidense, que aún ocupa militarmente ilegalmente una amplia proporción del territorio sirio. Rusia se ha resistido a aceptar los planes del imperialismo estadounidense en Siria, pero también en Cuba, Venezuela, Libia o Ucrania. Por ello, tiene el reconocimiento del Sur global y de gran parte de la izquierda revolucionaria europea.
Pero ante todo, Rusia tiene hoy el reconocimiento de los pueblos a los que ha ayudado de forma solidaria y legítima. Muchos dicen que Rusia no es la URSS, tienen razón, pero parafraseando al Fidel, Rusia tiene al imperialismo en frente y ha aprendido a combatirlo.
Con eso debería bastar para poder situarnos correctamente en su lado de la trinchera en estas disputas surgidas por el nerviosismo del imperialismo estadounidense al encarar la senda de su profunda e irremediable decadencia.
¿Cómo ves los últimos movimientos en África con cada vez más países siendo “respondones” a sus antiguos colonizadores
África es la gran esperanza, el gran despertar. Hoy no solo el colonialismo europeo, sino también el imperialismo estadounidense está puesto en tela de juicio por pueblos vivos, con energía y capacidad de rebelión suficiente para marcar su huella en el devenir de la historia. Sabemos que la guerra y la soberanía secuestrada ha sido una lacara constante en suelo africano impuesta por el occidente capitalista, pero el nuevo mundo multipolar al que nos encaminamos, hace que los pueblos de África cuenten con nuevas posibilidades para deshacerse e una vez por todas del yugo del imperialismo y poder de este modo recuperar su capacidad de decisión.
Hace poco charlaba en profundidad con Rosa Moro en mi programa «Semente de Vencer» acerca del futuro de este continente y de verdad que invito a todos los que nos leen a ver este programa y a seguir de cerca a Rosa, creo que resulta vital que todos nosotros comencemos a conocer mejor lo que sucede en África. Resulta vital desde este lado del estrecho comenzar a funcionar como un nexo entre Europa y África y no como un inmenso campo de exterminio con sus hornos situados en el Mediterráneo.
La primera tarea que debemos tener clara es, por tanto, la denuncia del genocidio que el actual gobierno español está cometiendo con sus políticas migratorias y plena cooperación con una Europa que en este sentido no es menos racista y genocida que la peor Europa del pasado siglo. Simplemente en nuestros días los muertos son negros y eso parece más permisible, tal y como sucedía en los años previos a la barbarie nazi. Europa sigue siendo el ente genocida que nunca ha dejado de pretender exterminar a otros pueblos para lograr el control de sus recursos.
Cuba y el resto de Nuestra América….
Sin duda Latinoamérica es un faro de esperanza para todos los pueblos revolucionarios del mundo. En este sentido, Cuba, Nicaragua y Venezuela suponen una luz de esperanza en medio de muchos contragolpes del imperialismo. Debemos tener claro que la supervivencia de esas experiencias revolucionarias resulta básico para cualquier posibilidad de crear un mundo nuevo.
Pero no nos engañemos, hoy Latinoamérica se enfrenta a serios retos pese a los triunfos de Lula, López Obrador o Petro. Ninguno de ellos tiene la capacidad moral y la firmeza ideológica de los comandantes Hugo Chávez o Fidel Castro, la falta de estos gigantes como “guías” de los procesos revolucionarios del continente y la demencial presión a la que Venezuela, Cuba o Nicaragua son hoy sometidas por las sanciones y los escenarios bélicos con los que los amenaza el imperialismo de Washington, hacen que resulte más vital que nunca un empuje firme y constante de los pueblos para profundizar en la senda revolucionaria. Encaminarse en
el reformismo pequeñoburgués al puro estilo europeo con el que algunos quieren convencer a Lula o Petro, supondría una condena en firme no solo para Brasil o Colombia, sino para todo el continente.
Washington sabe perfectamente que su control sobre el planeta se tambalea como nunca antes y no puede permitirse la integración regional de Latinoamérica capitaneada por el ejemplo cubano, venezolano y nicaragüense. Para ello, títeres como Boric parecen intentar seducir a sus supuestos socios regionales para ejercer un gobierno basado en políticas identitarias, sin capacidad real de decisión y totalmente inocuo para el equilibro real de poder en América. No es casual que quintacolumnistas como Pablo Iglesias con su proyecto Canal Red desembarquen en estos momentos en el continente, despreciando a TeleSur y compitiendo directamente con proyectos comunicativos como RT. No es casual que, al igual que sucede en África, Washington se empeñe en alejar las posibles alianzas regionales con China o Rusia. Latinoamérica es un escenario principal del mundo que está naciendo y ofrecimientos como el que Moscú acaba de hacer a la región en materia de cooperación militar y de seguridad, nos dan a entender que los tiempos en los que esta parte del mundo era considerada el patio trasero de Estados Unidos, se han terminado. Hoy ese patio trasero parece desplazarse a Europa.
Por ello, no puedo evitar mencionar que me parece sorprendente que personajes como Monedero y otros elementos de la izquierda española y europea que aquí están ya totalmente desacreditados y señalados como traidores por el pueblo trabajador, sigan siendo invitados a foros en Cuba o Venezuela. Existen equilibrios que en cierta medida desconocemos o no viene al caso mencionar, pero flaco favor le haría a esos pueblos si no señalase en estas líneas que cualquier aportación que esos personajes pudiesen haber realizado en su momento, está sobradamente amortizada. Hoy urge alejarse de los tibios, los indiferentes, aquellos que traicionaron a Chávez, al pueblo trabajador español y que hoy están en primera fila de la agresión mediática y política contra Rusia o China. No existe espacio para los indiferentes, pese a su proyección mediática, pese a su supuesta influencia política, que es ya inexistente y que solamente se retroalimenta en estos actos, es hora de dejar a un lado a todos aquellos que no sean capaces de ejercer con una mínima lealtad en
el papel antiimperialista que hoy resulta más vital que nunca ejercer con una conciencia firme.
Y ya sí la ultima pregunta, quería preguntarte sobre Galiza ¿Cómo ves las cosas en tu país? ¿Piensas que puede surgir un movimiento político independentista, comunista y antiimperialista y que ilusione de verdad al pueblo trabajador galego?
Galiza, como muchos otros pueblos, ha encarado una vía política en la que la disputa electoral enmarcada en los límites de la democracia burguesa ha alcanzado quizás un peso excesivo. Jugamos nuestras cartas en un juego previamente reglamentado por nuestro enemigo. Dentro de esos límites, las posibilidades del principal partido del nacionalismo gallego, el Bloque Nacionalista Gallego, pasan por alcanzar el poder e intentar cambiar las cosas, intentar dotar a nuestra tierra de una voz y una capacidad de decisión que nos ha sido arrebatada durante largo tiempo. Bien, no voy a negar la importancia de acceder al gobierno de la Xunta de Galicia, pero tampoco me voy a engañar, ni voy a engañar a nadie, participando del engaño colectivo que asegura que el poder de una autonomía dentro del estado español nos va a permitir cambiar las cosas.
Considero que debemos disputar el marco electoral como una herramienta política, entre otras tantas en el Movimiento por la Liberación Nacional Galego, pero no debemos olvidar que crear demasiadas expectativas en este marco, puede crear decepción cuando los límites del poder real nos despierten de la falsa ilusión, la ensoñación, del reformismo burgués. Creo que por delante nos quedan cuatro años de un gobierno entre el BNG y el PSOE, eso espero, dado que pese a lo peligroso de esta alternativa, no podemos permitirnos otros cuatro años de gobierno del PPdG, permitiendo con ello el desmantelamiento absoluto de los recursos del
pueblo gallego y la enajenación de nuestro modo de vida, especialmente el desmantelamiento de las estructuras del rural gallego y con eso de la vertebración más básica de nuestra tierra.
Dicho esto, los límites tienen que estar claros. No se puede repetir en Galiza la experiencia que estamos viviendo en el gobierno español, no se puede llegar al poder para traicionar y decepcionar al pueblo. Si la Xunta es tan solo un sillón el cual ocupar durante cuatro años, se debe regresar a la calle. En esto, jugarán un papel clave los sectores más concienciados políticamente del nacionalismo gallego. A ellos corresponde la vital tarea de ejercer un control crítico del posible gobierno del BNG. Si esto es así, daremos la oportunidad al nacimiento de nichos de pensamiento y acción que se encaminen en una senda a la independencia, el
antiimperialismo y la revolución socialista. Si el miedo propio del electoralismo sigue marcando el paso, si la crítica es contemplada como disidencia a la que silenciar, la Xunta tan solo será un pago por nuestra desarticulación paulatina.
Así que resumiendo, creo que el BNG debe ser la plataforma electoral única en Galiza, dado que actualmente no existe espacio para nuevas alternativas en este sentido, pero urge el nacimiento y potenciación de nuevas corrientes de pensamiento e iniciativas capaces de cortar en seco la seducción de los métodos de la mal llamada nueva política y exigir que el antiimperialismo y la senda a una República socialista cualquier victoria electoral no es otra cosa que una ficción, un pago por nuestra sumisión, por nuestra rendición ante el estado español y el sistema capitalista. Los próximos años serán vitales para comprobar como se dirime este pulso que, por otra parte, no es exclusivo de la política gallega.
Pues eskerrik asko, obrigado Dani y un gustazo haber podido charlar contigo.
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