La guerra de los pobres: cómo la clase, el poder y la corrupción influyen en la guerra en Ucrania

Soldados ucranianos recién reclutados celebran el final de su instrucción militar. Foto: Efrem Lukatsky | AP

Mientras los ciudadanos ucranianos comunes suelen ser enviados al frente, la élite política del país explota el poder, el dinero y las conexiones para protegerse a sí mismos y a sus familias.

Por Marta Havryshko | 10/06/2025

‘Esto es una cuestión de derecho y justicia. Si cumples los requisitos para la movilización según la legislación ucraniana, debes estar en Ucrania. Y desde allí, lucharás o trabajarás’, declaró el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, durante el Foro Económico Mundial de Davos en enero de 2024. Este mensaje se dirigía principalmente a los hombres, ya que para ellos el servicio militar en estado de guerra es obligatorio, mientras que para las mujeres es voluntario.

Para evitar la huida de miles de personas desde el primer día de la incursión rusa, Ucrania cerró sus fronteras a los hombres de entre 18 y 60 años. Solo un número muy limitado tiene derecho a salir libremente del país, por ejemplo, quienes tienen tres o más hijos o quienes han recibido un permiso especial de las autoridades. El gobierno ucraniano también intenta repatriar a hombres que ya se encontraban en el extranjero antes del inicio de la guerra. Para ello, las autoridades de Kiev apelan a valores como el patriotismo y el civismo, al tiempo que amenazan con sanciones o la retirada de los servicios consulares.

La guerra de Ucrania es una guerra de los pobres

Al mismo tiempo, muchos políticos ucranianos intentan mantener a sus familiares alejados de la guerra y del ejército. Por ejemplo, Oleksiy, el hijo mayor del expresidente Petro Poroshenko, vive en el Reino Unido e ignora las citaciones del centro de reclutamiento. Dmytro, hijo de la diputada Olena Kopanchuk, del partido presidencial Siervo del Pueblo, abandonó el país en 2023 y no ha regresado desde entonces. El esposo de la diputada Oleksandra Ustinova viajó a Estados Unidos durante la guerra y ahora vive allí en una casa recién comprada, a pesar de que la propia Ustinova se queja abiertamente de los evasores del servicio militar.

Pero la élite política ucraniana no solo envía a sus hombres al extranjero, sino que también se beneficia de su posición de poder organizando enrevesadas estrategias de evasión del servicio militar. Por ejemplo, altos funcionarios pueden registrar a otros hombres como conductores personales o como miembros de organizaciones de voluntarios con derechos explícitos de viaje.

Los médicos emiten repetidamente documentos falsos alegando incapacidad para el servicio militar o enfermedades graves. Los dueños de empresas ‘de importancia crítica’, que tienen derecho a eximir a sus empleados de la movilización, pueden añadir a los llamados ‘trabajadores fantasma’ a estas ‘listas de supervivencia’. Los agentes fronterizos pueden, bajo ‘arreglos especiales’, simplemente ‘pasar por alto’ a alguien que sale del país ilegalmente. Los empleados de los centros de reclutamiento pueden eliminar nombres de los registros militares o liberar a los hombres sin citación.

Los precios de estos servicios suben constantemente y pueden alcanzar decenas de miles de euros, con un salario mensual promedio en Ucrania de poco más de 500 euros. Los costos dependen de la duración de la guerra, las pérdidas en el frente, la intensidad de la movilización, la complejidad de la ruta de escape y los riesgos legales asociados. Por lo tanto, son demasiado altos para la mayoría. Solo resultan razonables para un grupo limitado. Los hombres con bajos ingresos, pocos ahorros y sin contactos útiles no pueden permitirse estos servicios. Por lo tanto, son principalmente los pobres quienes terminan en la maquinaria de movilización ucraniana.

Esto convierte la guerra en Ucrania en una ‘guerra de pobres’. Si bien muchos hijos de la clase política disfrutan de una vida a veces tranquila y cómoda en Occidente, son principalmente las familias ucranianas de clase trabajadora las que entierran a sus hijos en los cementerios del país.


Este artículo fue publicado originalmente en alemán en Berliner Zeitung y traducido al castellano para NR.

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