La fusión entre Bankia y CaixaBank no es para alegrarse

«Con esta fusión y otras posibles nuevas fusiones que se producirán en un futuro próximo, se busca un sistema bancario dominado por unas pocas entidades y con un único modelo de banca: gran banca especuladora».

Artículo de Joan Ramón Sanchis

Con el anuncio de la fusión entre dos de las seis entidades bancarias más grandes, Bankia y CaixaBank, vuelve al debate público el tema del futuro del sistema bancario español. La fusión abre varios aspectos no resueltos después de la crisis financiera de 2008 y de las medidas adoptadas por las autoridades monetarias para el saneamiento de la banca española: qué pasó realmente con el rescate bancario y cómo se podría recuperar parte del dinero público destinado a sanear bancos y cajas.

El anuncio de la futura fusión ha generado reacciones diversas entre los diferentes grupos de interés que pueden verse afectados por la misma. Por una parte, las asociaciones empresariales se muestran favorables a la fusión porque se consigue así, según ellas, entidades bancarias «más fuertes y sólidas» para hacer frente a la competencia a nivel mundial. La mayoría de los partidos políticos (PSOE, PP, Ciudadanos) también muestran su satisfacción por una acuerdo que puede resolver los problemas del sistema bancario español (¿la falta de tamaño?). Por otra parte, los sindicatos manifiestan su temor por la posible pérdida de puestos de trabajo (despidos, prejubilaciones) y las asociaciones de consumidores advierten de los efectos negativos que la desaparición de una entidad bancaria puede suponer para la oferta de productos y servicios financieros y porque el cierre de oficinas lleva aparejado una mayor exclusión financiera (desiertos financieros), principalmente en las zonas rurales y menos pobladas. Por su parte, Unidas-Podemos plantea su preocupación porque esta fusión puede suponer, una vez más, la «socialización de las pérdidas» y la imposibilidad de recuperar la mayor parte del dinero público que se destinó al rescate bancario (solo se han recuperado 3 mil millones de euros de los 22 mil millones que supuso el rescate de Bankia).

Los costes para los consumidores son evidentes y se van a incrementar con esta fusión

¿Qué hay de cierto en todo esto? y sobre todo, ¿necesitamos más fusiones y bancos de mayor tamaño para evitar nuevas crisis financieras?.

Los costes sociales de las fusiones están contrastados y son evidentes, no hay duda de que se van a producir: las duplicidades de oficinas bancarias va a suponer el cierre de algunas de éstas, con el consiguiente despido de personas trabajadoras. Esta es una tendencia que se viene produciendo desde hace varias décadas y que se aceleró con la crisis financiera del 2008. Desde el punto de vista de la rentabilidad y la eficiencia financiera, existe una sobredimensión de oficinas y de empleados, que obliga a tomar medidas de ajustes y reestructuración. Esto no es nada nuevo, como digo, y son las consecuencias lógicas de cualquier fusión. También los costes para los consumidores son evidentes y se van a incrementar con esta fusión: mayor concentración del sector bancario con una tendencia clara hacia el oligopolio (dominio del mercado financiero por parte de unas pocas entidades bancarias) que se traduce en un mayor poder de mercado de los bancos y, por tanto, de la imposición de condiciones negativas para los clientes bancarios: aumento de las comisiones, peores condiciones en préstamos y créditos, cierre de oficinas, …

Por otra parte, habrá que esperar a ver cuáles son las condiciones del acuerdo (fusión o absorción y en qué términos), pero es muy probable que sea CaixaBank quien imponga sus condiciones financieras (a cambio de que la presidencia de la nueva entidad recaiga en el actual presidente de Bankia, como así parece que se ha acordado) y que finalmente Bankia quede diluida dentro del banco privado, desapareciendo así cualquier posibilidad de recuperar una parte de la banca pública que habíamos perdido. Parece que inicialmente el FROB reducirá su participación en el capital de la nueva entidad del 61% que posee actualmente en Bankia al 14%. Aparecen aquí criterios políticos que son los que realmente han priorizado en la decisión de la fusión.

España se convierte en una anomalía financiera dentro de la Unión Europea: es el único Estado con un solo modelo bancario.

No obstante, lo que más me preocupa de esta operación financiera es que estos costes sociales y laborales sean aceptados como «daños colaterales», irremediables, si se quiere un sistema bancario sólido y competitivo. Es lo que algunos partidos políticos, las autoridades monetarias y algunos expertos económicos están planteando. Para que la banca española sea fuerte y competitiva es necesario acometer fusiones que irremediablemente van a suponer unos costes sociales que tenemos que asumir. Porque no hay otra opción: necesitamos bancos grandes para que el sistema bancario esté bien gestionado y sea rentable y eficiente. Para mi, aquí es donde está el verdadero problema; en que la ciudadanía aceptemos este argumento tan falso como grave. Porque decir que el tamaño es garantía de buena gestión es una falacia. No hay estudios empíricos que lo demuestren; más bien, los casos reales (como el del mismo Bankia) muestran todo lo contrario: cuanto más grande es un banco, más difícil es de gestionar y más fácil es incurrir en malas prácticas (falta de transparencia, mala gobernanza, abusos de mercado, …). O ¿es que las causas de la crisis financiera del 2008 fueron la falta de dimensión o tamaño? o ¿las cajas de ahorros entraron en crisis por una falta de tamaño?. Todos sabemos que no fue así, que las causas fueron el mal gobierno de bancos y de cajas: hipotecas subprime en EE.UU., participaciones preferentes y tasas de morosidad desproporcionadas en bancos y cajas y la injerencias de los políticos en las cajas de ahorros. El problema de la mala gestión no es el tamaño, que no nos engañen. Además, crear bancos de gran dimensión incrementa el riesgo sistémico: demasiado grandes para dejarlos caer.

Con esta fusión y otras posibles nuevas fusiones que se producirán en un futuro próximo, se busca un sistema bancario dominado por unas pocas entidades (oligopolio financiero, status quo bancario volviendo a los años 70 del Siglo XX) y con un único modelo de banca: gran banca especuladora. Con la desaparición de la banca pública (a principios de los noventa del Siglo XX), la práctica desaparición de las cajas de ahorros (con su transformación en bancos privados) y la existencia de una banca de proximidad (cooperativas de crédito y cajas rurales) y ética casi insignificante (6% del total del sistema bancario) y con tendencia también a concentrarse (mediante fusiones), España se convierte en una anomalía financiera dentro de la Unión Europea: es el único Estado con un solo modelo bancario. El resto de Estados (Alemania, Francia, Italia, Países Bajos, …) poseen una diversidad financiera caracterizada por modelos de banca muy diferentes (banca pública, de proximidad, ética y gran banca). Esto dificulta una gestión bancaria con criterios de sostenibilidad y éticos, basados en la creación de valor social y ambiental, en la transparencia y en la buena gobernanza, que son realmente los elementos necesarios para asegurar la estabilidad del sistema bancario español. El camino seguido con las fusiones es exactamente el contrario. Por tanto, no deberíamos alegrarnos con esta noticia.

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