La felonía de atacar la solidaridad médica cubana

Por Norelys Morales Aguilera

Sin cortapisas el diario The New York Times, valoró que Donald Trump y Jair Bolsonaro debilitaron la salud en América Latina: expulsaron a 10.000 médicos y enfermeros cubanos de Brasil. Le quitaron fondos a la principal agencia de salud de la región la Organización Panamericana de la Salud (OPS) e impulsaron erróneamente a la hidroxicloroquina como una cura. 

La maniobra de Washington contra la OPS se consumó el pasado 28 de octubre durante el 58 Consejo Directivo de la PAHO-WHO, que se desarrolló de forma virtual ante la pandemia de la COVID-19, donde Cuba resultó electa para integrar el Comité Ejecutivo de la OPS durante tres años. El gobierno norteamericano, bajo amenaza de no desembolsar su contribución financiera al presupuesto de la OPS, obligó a la Secretaría de ese organismo a aceptar ‘una revisión externa del papel de la OPS en el Programa Más Médicos en Brasil’.

Allí Estados Unidos aprovechó para intentar manchar el prestigio global de la medicina cubana. Fue la Directora de Economía y Desarrollo del Departamento de Estado de Estados Unidos, Kristen Pisani, quien intervino para oponerse “categóricamente” a la candidatura cubana, echando combustible a la campaña que durante meses ha desarrollado el gobierno de EE. UU., para tratar de vincular la cooperación médica internacional de Cuba con la trata de personas. Así actúa un imperio. 

Pisani también cuestionó el programa Más Médicos para Brasil y afirmó que la elección de Cuba sería ofensiva y que podría “socavar los principios de esa Organización”. Se trató de «un ataque frontal contra el multilateralismo, de una burda manipulación con fines políticos de la OPS y de una extensión de la agresión contra Cuba», dijo la cancillería cubana. 

Para Estados Unidos el objetivo es enrarecer las relaciones de Cuba con los países receptores de cooperación, manchar la imagen solidaria de Cuba en el mundo, así como sostener una guerra económica brutal, que el gobierno de Donald Trump elevó a niveles nunca vistos.  

Recuérdese que el Departamento de Estado trabaja sin descanso para cerrar todas y cada una de las fuentes de ingresos o suministros de la Isla: el turismo, las remesas, el combustible, la inversión extranjera, etc. La destrucción de los acuerdos médicos internacionales busca cortar la vía de ingresos con la que Cuba ha conseguido sostener su sistema público de salud, gratuito y universal. 

La felonía de atacar la solidaridad médica cubana queda al descubierto cuando se comprueba que una parte de la cooperación médica cubana, la desarrollada en naciones muy pobres, es sufragada por La Habana. En otros países, los gastos son compartidos. Y, en otros con rentas más altas, Cuba recibe un pago por los servicios. 

De Europa a un país casi desconocido en África como el reino de Eswatini, han ido los médicos y paramédicos cubanos. Hay que escuchar sus testimonios silenciados por la prensa internacional. Cuba ha enviado, en seis décadas, más de 400 mil cooperantes de la salud a 164 países. Durante esta pandemia, ante la solicitud de los gobiernos, 53 brigadas del Contingente Henry Reeve, especializado en desastres y graves epidemias, que han laborado en 39 países, respaldando a 28 000 profesionales que ya brindaban asistencia en 58 naciones. 

Ningún otro país puede exhibir tal hazaña, y al mismo tiempo, por qué Cuba bloqueada y con una economía en dificultades, no puede cobrar por servicios médicos, cuando es el caso, para sostener su sistema de salud. Solo la politiquería y propaganda estadounidense puede sustentar tal brutalidad.

Es la miseria moral y una guerra sin cuartel y no declarada, de un país rico e imperial como Estados Unidos, lo que explica la existencia de un fondo de tres millones de dólares que ese gobierno ha dedicado para comprar testimonios falsos, que intenten documentar las ilegítimas acusaciones contra la cooperación de Cuba, estos fondos están acompañados de presiones e incentivos como el otorgamiento de visados hacia EE.UU., que de otro modo niegan.  

A pesar de los pesares, Cuba está aportando la solidaridad que el mundo rico no ha podido ni querido, mientras mantiene bajo control la pandemia de Covid-19 en su territorio, creó tratamientos con sus fármacos y hoy trabaja en cuatro candidatos vacunales, uno de ellos denominado Soberana O1 está en fase clínica avanzada. La gente cubana aspira a su vacuna para el próximo año.

No es milagro, aunque parezca milagroso. Tampoco es resultado del azar. Mucho esfuerzo y resistencia le valen a Cuba. Es en síntesis otro paradigma para la salud pública, es el socialismo, mal que les pese a los teóricos de pacotilla de cualquier filiación. 

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