¿Por qué Israel se tomaría todas estas molestias si puede, sin ningún coste financiero, permitir que los enormes envíos de ayuda, que al parecer se pudren en el lado egipcio de la frontera, entren a Gaza y eviten la hambruna?
Por Ramzy Baroud | 8/06/2025
Tan solo un día antes de que la llamada Fundación Humanitaria de Gaza (FGH) comenzara a operar oficialmente dentro de la Franja de Gaza, su director ejecutivo, Jake Wood, dimitió .
El texto de su declaración de renuncia subrayó lo que muchos ya sospechaban: GHF no es un esfuerzo humanitario, sino la última estafa del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, para controlar la Franja de Gaza, después de 600 días de guerra y genocidio.
“Está claro que no es posible implementar este plan mientras se adhiera estrictamente a los principios humanitarios de humanidad, neutralidad, imparcialidad e independencia”, dijo Wood en el comunicado, que fue citado por CNN y otros medios.
Esto nos lleva a preguntarnos: ¿por qué Wood comprendió claramente esto, a pesar de que la operación de ayuda aún no estaba en marcha? El resto de la declaración ofrece una explicación, sugiriendo que el contratista estadounidense quizá no conoció el alcance de la estratagema israelí hasta más tarde, pero sabía que se estaba gestando un desastre, uno que sin duda requeriría investigación y, posiblemente, rendición de cuentas.
De hecho, las autoridades suizas ya habían iniciado una investigación . La cadena estadounidense de noticias CBS investigó el asunto e informó el 29 de mayo que GHF solicitó inicialmente su registro en Ginebra el 31 de enero y que se registró oficialmente el 12 de febrero. Sin embargo, enseguida, las autoridades suizas comenzaron a detectar reiteradas infracciones, incluyendo que la sucursal suiza de GHF «actualmente no cumple con diversas obligaciones legales».
En su solicitud original, GHF “persigue exclusivamente objetivos filantrópicos y caritativos en beneficio del pueblo”. Curiosamente, la entidad que prometió brindar servicios “materiales, psicológicos y sanitarios” a los gazatíes azotados por la hambruna se vio obligada a emplear a 300 contratistas estadounidenses “fuertemente armados”, con “toda la munición que puedan llevar”, informó CBS .
El apoyo «psicológico», en particular, fue lo más irónico: el 27 de mayo, los desesperados habitantes de Gaza fueron acorralados en jaulas bajo temperaturas extremadamente altas, para luego darles pequeñas cantidades de alimentos que, según Rami Abdu, director de Euro-Med Monitor, con sede en Ginebra, en realidad fueron robados de una organización caritativa con sede en Estados Unidos conocida como Rahma Worldwide.
Tras el informe de noticias de la CBS , entre otros, y después de varios días de caos y violencia en Gaza, donde al menos 49 palestinos fueron asesinados y más de 300 heridos por quienes prometieron brindar ayuda y consuelo, el periódico israelí Haaretz reveló que la financiación para la operación proviene directamente de Israel.
El destacado político israelí y miembro del Knesset, Avigdor Lieberman, fue incluso más allá, afirmando que el dinero, estimado en 100 millones de dólares por The Washington Post , “procede del Mossad y del Ministerio de Defensa”.
Pero ¿por qué Israel se tomaría todas estas molestias si puede, sin ningún coste financiero, permitir que los enormes envíos de ayuda, que al parecer se pudren en el lado egipcio de la frontera, entren a Gaza y eviten la hambruna?.
Para Netanyahu, el mecanismo de ayuda forma parte de la guerra. En un mensaje de video, publicado por The Jerusalem Post el 19 de mayo, describió los nuevos puntos de distribución de ayuda, gestionados conjuntamente por la GHF y el ejército israelí, como «paralelos a la enorme presión» que Israel ejerce sobre los palestinos —ejemplificada en la masiva entrada militar israelí en Gaza— con el objetivo de «tomar el control de toda la Franja de Gaza».
En las propias palabras de Netanyahu, todo esto, la ayuda organizada por los militares y el genocidio en curso, es “el plan de guerra y victoria”.
Por supuesto, los palestinos y los grupos de ayuda internacional que operan en Gaza, incluyendo los organismos de ayuda vinculados a la ONU, eran plenamente conscientes de que el secreto plan israelí-estadounidense se basaba en malas intenciones. Por eso no querían tener nada que ver con él.
En la mentalidad israelí, cualquier mecanismo de ayuda que mantuviera el statu quo previo a la guerra y el genocidio que comenzaron el 7 de octubre de 2023 equivaldría a admitir su derrota. Precisamente por eso, Israel se esforzó por asociar a la agencia de la ONU para los refugiados palestinos, UNRWA, con Hamás.
Esto incluyó el lanzamiento de una virulenta campaña contra el propio Secretario General de la ONU, António Guterres, y otros altos funcionarios y relatores. El 22 de julio, la Knéset israelí llegó incluso a calificar a la UNRWA de «organización terrorista».
Sin embargo, puede parecer una contradicción que figuras como el extremista Ministro de Finanzas Bezalel Smotrich acepten semejante plan de «ayuda» apenas unos días después de declarar que la intención de Israel es «destruir completamente» Gaza.
Sin embargo, no hay contradicción. Tras fracasar en su intento de conquistar Gaza mediante la fuerza militar, Israel intenta utilizar su último plan de ayuda para capitalizar la hambruna que ha creado deliberadamente a lo largo de los meses.
Al atraer a la gente a «puntos de distribución», el ejército israelí está intentando concentrar la población de Gaza en zonas que puedan controlarse fácilmente mediante el acaparamiento de alimentos, con el objetivo final de expulsar a los palestinos, en palabras de Smotrich, «en grandes cantidades hacia terceros países».
Es probable que este último plan fracase, por supuesto, como otras estratagemas similares en los últimos 600 días. Sin embargo, el trato inhumano y degradante a los palestinos ilustra aún más el rechazo de Israel al creciente impulso internacional para poner fin al genocidio.
Para que Israel deje de conspirar, la comunidad internacional debe traducir sus fuertes palabras en acciones contundentes y exigir que, no sólo Israel, sino también sus propios ciudadanos involucrados en el FGH y otras estratagemas, rindan cuentas por ser parte de los crímenes de guerra en curso en Gaza.
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