¿La extrema derecha europea se volvió anticapitalista?

En los últimos años, hemos sido testigos del ascenso de movimientos políticos de extrema derecha en Europa que han adoptado un discurso anticapitalista para ampliar su base de apoyo. 

Por Gonzalo Fiore Viani / La tinta

Un ejemplo destacado de esto es el partido Alternative für Deutschland (AfD) -Alternativa por Alemania-, que ha experimentado un aumento constante en las encuestas.

Aunque Alternative für Deutschland (AfD) -Alternativa por Alemania- comenzó como una formación de extrema derecha liberal, ha evolucionado hacia un discurso que critica el sistema capitalista, lo cual ha atraído un mayor respaldo, especialmente en las regiones orientales del país. ¿Por qué ha sucedido esto?

Según las últimas encuestas, AfD se ha convertido en la segunda fuerza política más poderosa en Alemania, después de la CDU, con un 20% de intención de voto, duplicando el 10% que obtuvieron en 2021. En regiones como Turingia, que formaban parte de la antigua Alemania Democrática, su respaldo alcanza alrededor del 30%. La principal explicación de este crecimiento radica en la insatisfacción de la ciudadanía con las políticas migratorias de los gobiernos alemanes y con la agenda climática. La preocupación climática se relaciona con la percepción de una “pérdida de soberanía” al aceptar iniciativas globales para combatir el cambio climático.

El anticapitalismo ha ganado fuerza en el ala oriental de AfD, donde el partido apela al “social-patriotismo” para atraer a aquellos que antes optaban por alternativas de extrema izquierda, como Die Linke (La Izquierda), herederos de los comunistas que gobernaron Alemania del Este. Este enfoque de derecha anticapitalista cuenta con una base teórica respaldada por autores como Benedikt Kaiser y Götz Kubitschek, del Institut für Staatspolitik (Instituto de Política Estatal), una organización de pensamiento de derecha que aboga por la promoción de una visión conservadora. Estos intelectuales se inspiran en una tradición alemana que tiene sus raíces en la Revolución Conservadora de Weimar y el Nacional-Socialismo.

No obstante, Alemania no es el único país donde estas ideas han ganado importancia. En España, por ejemplo, el partido Vox también ha adoptado un discurso cada vez más anticapitalista. Vox tiene raíces en la tradición de la ultraderecha española y filofascista, que se remonta a los tiempos de la Falange. Jorge Buxadé, eurodiputado por Vox desde 2019 y vicepresidente de Acción Política del partido en 2020, y Francisco Ortega Smith, ex secretario general de Vox hasta 2022, provienen del ámbito de la Falange, a diferencia del líder del partido, Santiago Abascal, quien carece de un corpus ideológico coherente.

La Falange, en sus primeros años, defendía la centralidad del sindicato, la familia y la corporación profesional. Hoy en día, muchos elementos de las propuestas de Vox coinciden con el ideario de la Falange y sus principios fundamentales. Cuando Vox afirma que “todo separatismo debe ser contenido”, en referencia a catalanes y vascos, expresa una idea propia del falangismo que, en sus 27 puntos fundacionales, se oponía a “las disgregaciones” y reivindicaba “la unidad de destino de España”.

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El componente falangista, por lo tanto, se refiere principalmente a la idea de España como una unidad territorial y al rechazo de las demandas de autonomía de vascos o catalanes. Sin embargo, en materia económica, Vox no adopta el ideario económico falangista, ya que se inclina hacia el ultraliberalismo. Aunque José Antonio Primo de Rivera, fundador de la Falange, no se consideraba a sí mismo fascista, su visión económica de una comunidad organizada y el nacional-sindicalismo estaban más cerca del fascismo de Mussolini que del liberalismo de Adam Smith.

En Vox, el sector económico predominante es representado por Rocío Monasterio, con una tendencia ultraliberal. Sin embargo, Ortega Smith y Buxadé abrazan abiertamente el ideario de José Antonio, en consonancia con unos supuestos “valores católicos” que comparten con el partido.

Todo indica que Vox será un actor importante en la formación de un nuevo gobierno de derecha en España junto al Partido Popular. La experiencia de Giorgia Meloni en Italia contribuye a que la gente vea a Vox como un “partido de gobierno” en lugar de un “antisistema”. Autores alemanes de esta tendencia, como Benedikt Kaiser, citan a Karl Marx o a Friedrich Engels, pero también a izquierdistas contemporáneos como Thomas Piketty. Sus enemigos son los “fundamentalistas del mercado”, los “neoliberales” y los “libertarios”. Critican a figuras como von Ludwig Mises, Milton Friedman y Friedrich Hayek.

Kaiser ha escrito extensamente sobre temas políticos y culturales, y ha abordado cuestiones relacionadas con la identidad nacional, la globalización, el multiculturalismo y la crisis de la democracia liberal. Se le considera uno de los exponentes del neorreaccionarismo o “derecha alternativa” en Alemania, corriente que cuestiona los fundamentos de la sociedad liberal y promueve un enfoque más tradicionalista y autoritario.

En ese sentido, los principales antecedentes pueden ser encontrados en el “ala izquierda” del partido Nazi, encarnada particularmente en Otto Strasser, quien abogaba por una orientación más revolucionaria y anticapitalista dentro del partido, al mismo tiempo que criticaba la influencia de los grandes industriales y la burguesía. Sus ideas se centraban en la promoción de un Estado fuerte, la nacionalización de la industria y la protección de los trabajadores.

Hitler favorecía una línea más conservadora y nacionalista, mientras que Strasser veía la necesidad de una revolución social más radical. La ruptura entre ambos fue evidente durante el llamado “Segundo Congreso de Núremberg” en 1929. Después de su desacuerdo con Hitler, Otto Strasser fundó el Grupo Revolucionario Black Front (Frente Negro) en 1930. Este grupo buscaba una alternativa al NSDAP y promovía ideas nacionalistas y socialistas. Sin embargo, el Frente Negro fue perdiendo influencia con el tiempo y, finalmente, fue disuelto en 1933.
Desde principios de 2023, Kaiser se ha convertido en asesor de Jürgen Pohl, uno de los parlamentarios más destacados de AfD, quien sostiene un discurso crítico sobre los mercados, el capitalismo liberal, la globalización y la Europa liberal como supuestos responsables de todos los males alemanes.

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Götz Kubitschek, otro intelectual de derecha anticapitalista, defiende que “el Estado debe garantizar la provisión de servicios básicos en transporte, banca, telecomunicaciones, educación, salud, energía, vivienda, cultura y seguridad”. Kubitschek ha escrito numerosos libros y artículos en los que aborda temas relacionados con la política, la cultura, la identidad nacional y la crítica a la sociedad liberal. Es considerado uno de los principales exponentes del neorreaccionarismo y del pensamiento de la “Nueva Derecha” en Alemania. Sus ideas suelen ser descritas como conservadoras, identitarias y antiigualitarias.


Son muchos los factores que se entrelazan en el surgimiento de este discurso anticapitalista en la extrema derecha europea y en su éxito en lugares donde anteriormente votaban a partidos de izquierda: la fragmentación social, la ausencia del Estado, los perdedores de la globalización, el resentimiento hacia los ricos y la guerra en Ucrania. La derecha anticapitalista busca unir a los nacionalistas y a los socialistas en un solo movimiento, utilizando el rechazo a los “ricos” como elemento aglutinador. Según Kaiser: “Necesitamos crear un movimiento que reúna a la derecha y la izquierda para luchar contra las élites ricas”.


Aunque aún no está claro cómo evolucionará la deriva ideológica de estos movimientos, no es la primera vez que la extrema derecha en Europa adopta un discurso anticapitalista que atrae a quienes se sienten desencantados con el sistema vigente.

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