“La expectativa es poder derrotar al neo-fascismo en Brasil”

Gilmar Mauro, dirigente del Movimiento Sin Tierra de Brasil, analiza lo que sucede -y podría ocurrir- en Brasil luego del triunfo de Lula el domingo pasado.

Por Leandro Albani / La tinta

La ultraderecha en Brasil tiene un grado de organización muy fuerte, pero en el próximo periodo de gobierno, con Luiz Inácio Lula da Silva como presidente, el Movimiento Sin Tierra (MST) está dispuesto a enfrentarla. Así lo aseguró a La tinta Gilmar Mauro, integrante de la coordinación nacional del histórico movimiento social, el más grande de América Latina.

Con el triunfo de Lula el domingo pasado, en Brasil, se sucedieron los hechos de forma vertiginosa: el actual mandatario, Jair Bolsonaro, estuvo casi dos días en silencio, mientras miles de sus seguidores y seguidoras, encabezadas por los camioneros, cortaron rutas y calles para desconocer los resultados de la segunda vuelta electoral. Cuando Bolsonaro habló, en una brevísima conferencia, no reconoció explícitamente su derrota ni tampoco se refirió a Lula.

“Vamos a enfrentar a la derecha, pero estamos muy tranquilos. Debemos aprender de los errores cometidos y buscar formas organizativas de participación y luchas populares para ir transformando el gobierno de coalición en uno que sea realmente popular”, explicó Mauro.

El gobierno de coalición al que se refiere es la red de alianzas que el líder del Partido de los Trabajadores (PT) fue tejiendo desde que obtuvo la libertad en 2019, luego de 19 meses preso por acusaciones falsas de corrupción.

Imagen: Gilmar Mauro, dirigente del Movimiento Sin Tierra de Brasil.

Para Mauro, en este momento, no existe otra opción que la coalición dirigida por Lula para revertir los años de gestión bolsonarista. Durante el nuevo mandato, que comienza en enero del año que viene, “tendremos un tiempo para reorganizar a las fuerzas populares, al movimiento sindical, al progresismo y a la izquierda para construir formas organizativas y de lucha mucho más contundentes para, más adelante, emprender un proyecto democrático popular”, resumió.

Al referirse al balotaje, el representante del MST reconoció que, desde su organización, “siempre evaluamos que sería, metafóricamente hablando, una guerra para ganar y para lograr un gobierno popular. En la primera batalla, ya vencimos. Y, evidentemente, vamos a vencer en las demás”.

Mauro explicó que la maquinaria gubernamental para la elección del fin de semana pasado “funcionó muy fuerte”, ya que “gastaron mucho dinero, compraron policías, pastores, padres, compraron alcaldes, gobernadores y, en el día de la elección, hubo compra de votos descaradamente”, pero “así y todo, logramos ganar”.

El dirigente del MST detalló que, en Brasil, existe una división entre la población que se reparte entre la extrema derecha, el centro y el progresismo y la izquierda. Con respecto al primer espacio, al que pertenece Bolsonaro, Mauro dijo que alcanzó una “gran fuerza organizativa y de movilización” para el balotaje.

“Eso perdurará para el próximo periodo. Esto no es solo una novedad de Brasil, este fenómeno está aconteciendo en otras partes –señaló-. Los actores de extrema derecha han retornado como consecuencia de la crisis económica, social, política, ambiental que acontece en varias partes del mundo. Así como en la década de 1920 del siglo pasado, fruto de la crisis, surgieron agrupamientos radicalizados de derecha, ahora se manifiestan por todo el mundo y en Brasil no es distinto”.

Mauro analizó que no todas las personas que votaron por Bolsonaro son fascistas, aunque sí hay un sector importante de su electorado. “Mucha gente está influenciada por la desinformación y por otras cosas que la llevaron a elegir a Bolsonaro”, afirmó. Ahora, con el triunfo de Lula, “la expectativa es poder derrotar al neo-fascismo en Brasil y resolver los principales problemas, como el hambre”.

Al referirse al campo popular que respaldó a Lula, Mauro indicó que “nuestra recuperación fue bastante rápida, porque, desde 2013, hemos enfrentado grandes y graves problemas debido a los medios de comunicación, al sistema judicial, que incluso llevó a Lula a la prisión”. Según el representante del MST, esa campaña contra el presidente electo instaló “toda una narrativa construida de que el PT y la izquierda roban, que son ladrones. Eso quedó, evidentemente, en la sociedad brasileña”.

Ante la crisis social que atraviesa Brasil, profundizada por el desmanejo de la pandemia de la COVID-19 por parte del gobierno de Bolsonaro, es urgente “resolver el hambre y articular eso con la producción en los asentamientos y de la pequeña agricultura”, estimó Mauro, porque “es posible conjugar las dos cosas”. Además, desde el MST, demandan la generación de empleos y resolver el déficit alimentario, porque “más allá de los 33 millones de personas que pasan hambre en Brasil, hay más de 100 millones que no se alimentan adecuadamente y una gran parte de estos no tienen empleos”, puntualizó el referente social.

En el discurso luego de su triunfo, Lula hizo un fuerte hincapié en la defensa del medioambiente, algo que Mauro calificó como “muy importante”. “La elección de Lula significará la desforestación cero en Brasil, el control de toda la minería, principalmente en las áreas indígenas, pero también de toda la región amazónica”. Para el dirigente del MST, “es necesario recuperar todos los instrumentos legales de fiscalización, retomar varios institutos de investigación que fueron destruidos durante el gobierno de Bolsonaro y crear un programa de recuperación de bosques nativos y sembrar nuevos árboles”.

Lo que plantea el MST, “se puede vincular a la producción y la agricultura –detalló Mauro-. La construcción de agro-bosques, de sembradíos de frutas, la recuperación de los márgenes de los ríos” son algunas iniciativas que “se podrían hacer con un gran programa social vinculado a los pequeños asentamientos”.

Por último, Mauro remarcó que, en Brasil, “hay que preservar toda la región amazónica y los demás biomas, que fueron bastante destruidos. Pero, además de eso, hay que sembrar muchos árboles y vincularlos a la producción de renta para las familias del campo, al mismo tiempo que preservar aquello que ya existe”.

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