La energía libre

Por Manuel López Arrabal

El abastecimiento de energía es un tema de alta seguridad para todos los países del mundo, pero sobre todo para quienes tienen el conocimiento de las avanzadas tecnologías secretas que podrían liberar a la humanidad de su esclavitud energética. A tales personas o grupos de poder, no les interesa su divulgación y mucho menos la autorización que permita su uso, puesto que además de atentar contra sus intereses económicos podrían perder sus grandes privilegios de control y poder. Un mundo que se abastezca de energía libre, además de prescindir de las contaminantes energías fósiles también permitiría solucionar los actuales graves problemas del hambre y la pobreza en el mundo.

La disposición secreta contenida en el Título 25, secciones 181-188 del United States Code de 1952, justifica esta censura en aras de la seguridad nacional. En pocas palabras, la citada ley del gobierno de los Estados Unidos justifica el secuestro de las patentes que atañen a la energía, usando como excusa preservar la seguridad del país. Pero, gracias a internet, me he podido enterar de la vida y obra de algunos de los más grandes genios de la historia del ser humano en el área de la producción de energías.

Mallowe fue presionado para abandonar el prestigioso Instituto Tecnológico de Massachusets después de publicar ‘Fuego del hielo. En busca de la verdad de la fusión fría’

En fechas tan lejanas como 1890, Nikola Tesla trabajaba con la energía electromagnética y la electricidad sin hilos sobre unas bases parecidas a lo que hoy conocemos como transmisión inalámbrica y sistemas de control remoto. Ambos son sin duda, herederos de Tesla. En 1899, el serbocroata trabajó en su laboratorio de Colorado en una torre de transmisión de energía de 60 metros de altura, a la que llamó “bobina de Tesla” y con la que transmitía una onda de frecuencia para hacer llegar la energía a lámparas situadas a 40 kilómetros de la torre. Con ella, pretendió demostrar que podía proveer de electricidad a una gran cantidad de aparatos sin necesidad de cables transmisores. Su primer experimento fue un éxito: doscientas lámparas de luz se encendieron a cierta distancia de la torre. En 1906 presentó este proyecto ya desarrollado, al banquero J.P. Morgan, que accedió a financiarle unos años hasta que en una cena con unas copas de más dijo: “con ese sistema se podría dar electricidad gratuita a toda la población”. El razonamiento del banquero fue automático: “si es gratis, ¿de dónde voy a ganar yo el dinero?” A partir de ahí, no solo se acabó la financiación del genio Tesla, sino que su laboratorio empezó a tener una serie de extraños accidentes.

Las patentes de Tesla fueron a parar a un cajón, y un siglo después los humanos seguimos enganchados a los hilos para obtener electricidad; una evidencia con muchas connotaciones sobre el verdadero carácter de nuestra libertad. A día de hoy, los papeles de Tesla se encuentran oficialmente desaparecidos, pero parece claro para todos los científicos que los proyectos HAARP y las tecnologías satelitales para la “guerra de las galaxias” son directos herederos de sus inventos.

En mayo del 2004, muere en extrañas circunstancias el científico Mallowe, codescubridor de la energía de fusión atómica que, a diferencia de la fisión hoy empleada, no produce residuos. Profesor del Instituto Tecnológico de Massachusets, Mallowe fue presionado para abandonar el prestigioso centro de investigación, después de publicar Fuego del hielo. En busca de la verdad de la fusión fría, en el que abundaba sobre la viabilidad de esta energía. Después de mucho tiempo trabajando en ello, pocos meses antes de morir, vio como el Departamento de Energía de los Estados Unidos comisionaba a un grupo de científicos para revisar su material publicado sobre la fusión fría. Tal era su prestigio, que en el mes de mayo, la comisión le había encargado un último informe sobre la viabilidad de la citada fuente energética. El informe que redactó incluía pruebas concluyentes de que estábamos ante una fuente de energía limpia e ilimitada.

Desde Tesla hasta hoy, las desapariciones de científicos e inventores, que han desarrollado ingenios para liberar la energía, han sido constantes. La energía es un concepto que, a día de hoy, nadie puede explicar completamente y los métodos para obtenerla parecen ser muchos más que los ya conocidos de las energías fósiles, el viento o el Sol. Internet se ha convertido en un hervidero de debate entre científicos sobre el concepto mismo de la energía y su posibilidad como energía libre (accesible y gratuita). En esencia los defensores de la “energía punto cero” argumentan, apoyándose en los fundamentos de la física cuántica, que el espacio no es vacío, sino que está sumergido en un campo magnético muy concentrado, compuesto de partículas que se mueven más rápido que la luz y que constituyen una fuente de energía libre, situada fuera del campo electromagnético e independiente de la luz y el Sol.

Los experimentos con aceleradores de partículas y el descubrimiento de la antimateria han tendido un puente hacia la tesis, que el budismo Zen ya anticipó, que sostiene que “la naturaleza última es vacío y el todo está contenido en la nada”. Todo ello desemboca en varias preguntas filosóficas que hoy día divide a los propios científicos como, por ejemplo: ¿es el vacío ausencia de materia y energía?

La viabilidad teórica de la energía libre se funda en la existencia del vacío cuántico, un espacio cuasi espiritual que estaría repleto de partículas o plasma, de donde se podría extraer unas cantidades ilimitadas de energía. A este respecto, durante el siglo XX, científicos como Lamb, Casimir, Boyer o Dirac realizaron experimentos que validaban la hipótesis de Henry Moray, y que un día se dio a conocer como “Los mares de energía”. Moray formulaba el concepto sobre el que se asienta su hipótesis y que tiene muchas similitudes con lo que en el mundo espiritual se llamó Éter o Prana. Inspirado en esta teoría, logró desarrollar un convertidor que, con apenas 28 kilogramos, lograba generar 50 kilowatios sin ninguna fuente de energía aparente.

Mientras la barrera entre la ciencia y la magia se difumina, los defensores de la “teoría de la conspiración” afirman que desde hace más de cien años se han realizado experimentos con estas energías, pero los éxitos de científicos como el propio Nikola Tesla o Eugene Malowe, habrían sido silenciados por los que controlan la industria energética. Para corroborarlo, la primera patente de este tipo de la que se tiene constancia es la nº 60.986 y data del primero de enero de 1867 en Francia, a cargo de un tal Martin Ziegler. El invento es un acumulador de una energía viva, no eléctrica.

Con matices muy sutiles, la energía cósmica de Tesla ha sido rebautizada posteriormente como energía taquiónica o campo de Feinberg, definido por éste en 1966 a partir de la existencia de una partícula subatómica más rápida que la luz. Siguiendo a Feinberg, el investigador David Wagner ha desarrollado un prototipo que trabaja con esta energía y que lo define como “un regalo para el planeta que ha cambiado a todos aquellos que lo han conocido y les ha ayudado en su evolución y curación. Crea el orden a partir del desorden y tiene el potencial de devolver a la Tierra y a sus habitantes la salud, la armonía y la unidad”.

Durante el siglo XX, la física cuántica volvió a emparentar a la ciencia con la alquimia. Mientras tanto, la ciencia oficial replica que, tanto en los espacios vacíos del interior del átomo como del cosmos, donde no hay materia, sólo existe vacío. En esta continua vuelta atrás de la ciencia moderna para encontrar los secretos del cosmos, la más moderna astronomía especula con que solo conocemos el cuatro por ciento de lo que existe en el Universo, siendo dos de esas colosales desconocidas, las que la ciencia denomina materia oscura y energía oscura.

La energía es un asunto de seguridad para la élite de personas que verdaderamente gobiernan el planeta, pues estas solo permiten que sepamos una pequeña parte sobre ella.

Los inventos suprimidos que gracias a internet están saliendo a la luz, nos ocuparían un libro entero aunque los resumiéramos. La figura del gran Nikola Tesla ejemplifica como ninguna otra cómo nos han negado la memoria de los grandes inventores de la humanidad. Únicamente podemos reseñar a algunos de ellos y apuntar a que numerosas personas de todo el mundo están sacando energía libre de los imanes, e incluso consiguiendo la levitación como en el caso del investigador canadiense John Hutchinson a través del “levitrón”.

La empresa alemana Perendev ha desarrollado un motor magnético a partir de imanes, que es capaz de autogenerarse creando movimiento perpetuo mediante la atracción-repulsión de los propios imanes. Los planos detallados y con esquemas para construir motores de agua aptos para propulsar vehículos, están circulando discretamente por internet, pero en el caso de conseguirse aplicar en nuestros vehículos, tendrían que enfrentarse a las revisiones ITV y a las leyes de homologación que nos impiden liberarnos de los combustibles fósiles. Sólo una acción coordinada de toda la población podrá hacer que todos estos inventos y muchos otros salgan a la luz.

Como dijimos al principio, la energía es un asunto de seguridad para la élite de personas que verdaderamente gobiernan el planeta, pues estas solo permiten que sepamos una pequeña parte sobre ella. Para tales personas, la razón es bien sencilla: mantenerse en el poder a toda costa, evitando que el conocimiento sobre la energía libre llegue a ser patrimonio de la humanidad, pues si la energía se libera, nosotros también. Y como tanta tecnología oculta no puede seguir secuestrada por mucho más tiempo, indefectiblemente se filtrará su conocimiento hacia las capas sociales más capaces de reproducirla para que finalmente beneficie al resto de la población. Lo siento por la élite gobernante, pero la tecnología secreta que ellos controlan y manejan, dejará de ser secreta más pronto que tarde para pasar a ser tecnología solidaria y, más concretamente, tecnología para la autosuficiencia comunitaria.

2 Comments

  1. Poca vergüenza
    ‘La viabilidad teórica de la energía libre se funda en la existencia del vacío cuántico, un espacio cuasi espiritual que estaría repleto de partículas o plasma, de donde se podría extraer unas cantidades ilimitadas de energía.’

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