La controversia sobre el origen del estímulo de aprendizaje

Por Susana Gómez Nuño

Walden Dos: puntos clave

Walden Dos es una obra de ficción escrita en 1948 por el psicólogo B. F. Skinner, cuyos estudios se centraban en el control y la predicción de la conducta humana según los principios conductistas que defendía. En el texto se confrontan dos posturas divergentes relacionadas con la educación. Por un lado, el personaje de Frazier explicará y defenderá la metodología conductista aplicada a la educación y, por otro, Castle se mostrará escéptico al respecto y cuestionará algunos de los métodos y resultados obtenidos mediante este sistema de aprendizaje.

Algunos de los puntos clave del texto no son más que los planteamientos del propio Skinner sobre cómo lograr una educación perfecta en una comunidad utópica basada en los pilares del conductismo. El procedimiento para educar a los niños, según sus premisas,  se basa en el modelado de la conducta mediante la elaboración de un código de conducta adecuado.

Las técnicas conductistas aplicadas proporcionan a los alumnos incomodidades, que no castigos, o infelicidad en dosis apropiadas para hacer de todos ellos hombres excelentes.

Aplicando diferentes técnicas de autocontrol se intentarán eliminar las emociones, consiguiendo así liberar al niño de la frustración, el fracaso o la infelicidad y favoreciendo la eficacia en el trabajo y una mayor satisfacción en las relaciones sociales. Las técnicas conductistas aplicadas proporcionan a los alumnos incomodidades, que no castigos, o infelicidad en dosis apropiadas para hacer de todos ellos hombres excelentes, de forma que se crea una adversidad planeada con diversos grados de complejidad para potenciar el autocontrol y, a la vez, generar fortaleza.

La metodología planteada en Walden Dos, contempla la observación y la imitación de conductas y normas, así como «el control del ambiente material y social». Se incluyen técnicas para adquirir conocimientos y pensar, llevadas a cabo en laboratorios y talleres, así como estímulos hacia las artes y los oficios. Las motivaciones, basadas en la curiosidad innata del niño, se fomentan mediante la generación de tolerancia frente acontecimientos desalentadores, sin crear falsas motivaciones académicas, artificiales o de amenaza, tan frecuentes en las instituciones más tradicionales.

¿El origen del estímulo de aprendizaje es interno o externo?

La propuesta pedagógica de Skinner parte de un método de aprendizaje individualizado basado en exponer a los alumnos a situaciones frustrantes intencionadamente con el objetivo de que aprendan a desarrollar habilidades y adquirir conocimientos útiles y prácticos que les permitan enfrentarse a las adversidades de la vida. Según su tesis, desvincular los procesos de aprendizaje de la carga emocional nos liberaría de prácticas pedagógicas ineficientes y reproductoras de desigualdades. A pesar de que Skinner apela al espíritu indagador del niño, aboga en realidad por un estímulo de aprendizaje externo, en tanto su doctrina sobre el condicionamiento operante se basa en las respuestas a determinados estímulos externos mediante refuerzos positivos o negativos.

Sin embargo, sus métodos son criticados duramente por algunos detractores que reprueban su objetividad y cientificidad extremas y su determinismo. Los más radicales censuran el hecho de obviar la naturaleza básica de la persona y la necesidad de dotar de sentido aquello que hace, dada su percepción del individuo como un receptor indiferente a lo que le transmiten. Además, no proporciona conocimiento en materias referentes al sentido y las emociones, ya que no aborda esas cuestiones.

Lev Vigotsky

En contraposición a las ideas de Skinner, aparecen otras corrientes psicopedagógicas contrarias al paradigma positivista y basadas en los procesos emocionales y la construcción de significados que se engloban en el constructivismo. Lev Vigotsky defiende el origen de los estímulos de aprendizaje internos y, a diferencia de Skinner, que se centra en los procesos psicológicos inferiores para obtener resultados observables y medibles, focaliza su tesis constructivista en los procesos psicológicos superiores que intervienen en la adquisición e incorporación significativa de símbolos mediante la educación.

El psicólogo soviético aboga por los estímulos internos en el aprendizaje, en tanto considera la conciencia como un producto social generado por las relaciones sociales y el aprendizaje como «resultado de la interacción constante entre sujeto que conoce y el objeto de conocimiento», que se posibilita mediante la interacción del plano social con el psicológico en un proceso de internalización, de forma que «todas las funciones psicológicas superiores son relaciones sociales internalizadas.»

En la pedagogía clásica encontramos autores como Rousseau, que conciben la educación como un proceso natural basado en la curiosidad innata del niño. En su libro Emilio o de la educación, publicado en 1762, se recogen sus propuestas acerca de una innovadora forma de educar que rompe con el sistema magistrocentrista propio de las escuelas tradicionales imperantes en la época.

El filósofo francés aboga por un método emancipatorio individual y paidocentrista, por enseñar a vivir, a ser hombre, por la libertad del alumno desde su mismo nacimiento y por una educación en el ámbito doméstico y en un entorno natural, a la vez que acusa a las instituciones públicas de desnaturalizar al hombre mediante una rigidez excesiva que hace del aprendizaje algo ineficaz, sin fuerza y poco significativo.

En la escuela de Summerhill, Neil aboga por por la igualdad, el respeto y la plena libertad del niño, aun sin perder de vista el sentido común.

A principios del siglo XX y en una línea paidocéntrica y emancipadora similar a la de Rousseau, Neil, en su escuela Summerhill, nos presenta una propuesta educativa, esta vez en el ámbito colectivo de la institución escolar, en la que el foco de atención recae en el educando y  prima la forja de la personalidad y el carácter del alumno más que la propia instrucción. Se considera al niño, por esencia, bueno, sensato y realista, y se aboga por la igualdad, el respeto y la plena libertad del mismo, aun sin perder de vista el sentido común.

Neil pone de relieve la diferencia entre la educación libre que él promueve y la tradicional, que según él, solo proporciona generaciones de autómatas, miedosos, dóciles y conformistas, ideales para perpetuar la floreciente sociedad capitalista de ese período. La educación tiene como objetivo hacer feliz al alumno y prepararle para la vida, enseñándole a sentir más que a saber.

Escuela de Summerhill

Rousseau y Neil defienden, pues, los estímulos de aprendizaje internos, en tanto se centran en las inquietudes innatas del alumno y se muestran como guías en su proceso de aprendizaje proporcionándole libertad de acción, así con las herramientas adecuadas para la obtención de conocimientos, pero evitando intervenir en sus preferencias.

En oposición a estos dos autores y focalizado en una dinámica marcada por el socialismo soviético como contexto histórico y por la autoridad de la figura paterna en el ámbito de la familia, encontramos a Makarenko –coetáneo de Neil– cuyas premisas sitúan la disciplina como objetivo y resultado de la educación mediante un régimen variable y adecuado a cada caso que, aplicado correctamente, evitará los castigos. Los padres serán figuras ejemplares indispensables para conseguir el objetivo educativo que los niños conocerán y comprenderán racionalmente.

El pedagogo ruso apuesta por educar al ciudadano ­–en contraste con la educación para el individuo propuesta por Rousseau– el cual formará parte de la comunidad asumiendo el puesto asignado. Así pues, Makarenko aboga por una educación integradora y con rasgos magistrocéntricos que requiere el soporte de estímulos externos.

En el panorama pediátrico actual y apostando por el origen de los estímulos de aprendizaje externos, encontramos al doctor Eduard Estivill, en línea con los métodos conductistas de Skinner, que aboga por aplicar «técnicas de control y manipulación de conducta para forzar a los niños a dormir solos.» Por su parte, el pediatra Carlos González propone una tesis totalmente antagónica y apuesta por una crianza de apego basada en la atención al niño y en el instinto natural, elementos coincidentes con las propuestas educativas de Rousseau y Neil.

Se hace necesario priorizar la adquisición de valores morales mediante la imitación y la ejemplaridad, y enfatizar el conocimiento adquirido por los sentidos y la experimentación.

El origen del estímulo de aprendizaje es objeto de controversia, en tanto, por un lado, encontramos autores que propugnan la necesidad de estímulos externos en el aprendizaje mediante la transmisión e inculcación de contenidos, como Skinner, Makarenko y Estivill –salvando las considerables diferencias ideológicas y contextuales de estas figuras– y, por otro, las teorías que abogan por el origen del estímulo de aprendizaje interno, como las propuestas por Rousseau, Neil, Vigotsky y González –de nuevo, salvando las diferencias en sus tesis­– que consideran el proceso de aprendizaje innato en el niño, al cual hay que acompañar en su desarrollo sin demasiadas interferencias, al tiempo que se oponen, en diferentes grados, a los estímulos externos alegando que suponen un obstáculo en el aprendizaje, que puede verse desvirtuado.

No obstante, ni el posicionamiento que plantea la ausencia de estímulos externos ni el que aboga solo por ellos son demasiado realistas, puesto que ambos se ven sesgados de alguna manera. Se requiere, pues, un esfuerzo para evitar caer en el maniqueísmo que esta cuestión deja de manifiesto y apostar por posiciones intermedias, que contemplen ambos estímulos mediante diferentes técnicas educativas –como el juego, que estimula tanto el aprendizaje como la curiosidad innata del niño–.

De igual modo, se hace necesario priorizar la adquisición de valores morales mediante la imitación y la ejemplaridad, y enfatizar el conocimiento adquirido por los sentidos y la experimentación frente a los «saberes abstractos y descontextualizados que se trasmiten en una clase magistral.» En consecuencia, serán las premisas que nos proporcionen estas posiciones intermedias las que definirán qué estímulos son moralmente legítimos y pedagógicamente funcionales, mostrándonos los criterios deseables y aplicables en el proceso de aprendizaje.

1 Comment

  1. Me llama la atención que no se ponga el acento e lo que para mi es lo más importante, que cada niño tiene su propio caracter y en funcion de eso lo que estimula a un niño, hunde a otro, hay un sistema, el eneagrama que organiza una serie de caracteres que se puede aplicar para estimular el caracter de cada uno, demasiado trabajo para los maestros quiza y para el sistema que nos quiere borregos

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