La conjura de los necios

Por Daniel Seijo

«El problema con el mundo es que la gente inteligente está llena de dudas, mientras que la gente estúpida está llena de certezas.»

Charles Bukowski

Esta vez le ha tocado a Alberto Garzón por su sonada luna de miel en Nueva Zelanda, pero no nos engañemos, el sambenito de traidor a la clase obrera y las críticas oportunistas de cierta parte de la sociedad -puede que mayoritaria- van a estar siempre listas para cualquiera que en un sistema capitalista decida salir adelante pese a continuar cuestionando desde la izquierda  el supuesto orden natural de las cosas.

No me cabe duda de que pueden existir contradicciones cuando un político activo realiza un viaje de un mes de duración a Nueva Zelanda mientras se negocian los Presupuestos Generales del Estado e inmersos de lleno en pleno procés de Catalunya, no tengo tampoco ningún reparo a la hora de mostrar mi satisfacción cuando observo a ciudadanos de a pie preguntándose como es posible que ciertos sectores sociales se puedan permitir ese tipo de lujos mientras ellos llegan cada vez más justos a fin de mes, me parecería incluso un gran síntoma para nuestra democracia si no fuese porque esos mismos que ponen el grito en el cielo cuando Alberto Garzón disfruta de su luna de miel en Nueva Zelanda o Antonio Maestre decide comprarse un Iphone para ejercer lo mejor posible su profesión, directamente callan u otorgan ante los numerosos cargos del Partido Popular inmersos en casos de corrupción, los continuos desahucios ejecutados por los bancos rescatados con el dinero de todos o la cruda realidad de miles de personas sufriendo el invierno sin más resguardo que las calles de nuestro país. El problema no reside en que sean exigentes con los cargos políticos o los militantes de izquierda, el problema reside en que ejercen una disparatada Inquisición contra todo aquel que pretende cuestionar el funcionamiento del sistema, mientras guardan un silencio cómplice con aquellos que realmente los oprimen y ahogan cada mes.

De alguna extraña manera, pese a la precariedad, pese a las continuas crisis económicas, a la desigualdad y al obvio contraste entre el lujo desmedido y la pobreza inherente al proletariado, el sistema ha logrado que la mayoría de los españoles crean firmemente en la posibilidad de llegar a ser parte de la minoría afortunada

No creo que ningún simpatizante o militante de izquierda pueda tener ningún problema a la hora de debatir abiertamente el sueldo o los privilegios a los que debería tener acceso un político, un periodista, un barrendero o incluso un banquero -que locura la nuestra- puede que incluso lleguemos a la conclusión de que Antonio Maestre no debería tener un Smartphone de 1000 euros -después de todo los animales periodísticos se desenvolverían igual entre el busca minas y la serpiente- y con total seguridad resolveríamos que Alberto Garzón se hubiese encontrado igual de cómodo y relajado en una playa de Cuba o Venezuela que perdido entre el Libre Mercado de la lejana Nueva Zelanda.  (¡¡Que ya son pocos los países amigos Alberto, no les hagas el feo al menos compañero!!) 

Pocos son los ciudadanos que en nuestro país  se cuestionan la integridad de los numerosos católicos que contraviniendo abiertamente sus principios religiosos explotan hasta la extenuación al prójimo, mienten con reiteración en las páginas de sus periódicos para conseguir beneficios y en definitiva viven día a día en la opulencia mientras continúan acudiendo sin remordimiento alguno a misa cada domingo, no parecen tampoco ninguno de esos españoles que se suman abiertamente a la cruzada abierta contra la izquierda aplicar la misma pasión a la caza de aquellos liberales que viven del erario público, al fin y al cabo, España es un país en el que nadie se cuestiona que el hijo de un rico empresario derrame botellas de champán valoradas en 1000 euros en alguna piscina de Ibiza o Marbella, pero en el que escuece especialmente que un comunista pase sus vacaciones en Nueva Zelanda posteando frikadas vete tú a saber si sobre Juego de Tronos o El Señor de los anillos.

En el pensamiento promovido por el supuesto liberalismo económico, los que nos cuestionamos el funcionamiento del sistema no merecemos disfrutar de las recompensas que este nos pueda ofrecer pese a que las hayamos ganado con el sudor de nuestra frente en una distribución a todas luces injusta. De alguna extraña manera, pese a la precariedad, pese a las continuas crisis económicas, a la desigualdad y al obvio contraste entre el lujo desmedido y la pobreza inherente al proletariado, el sistema ha logrado que la mayoría de los españoles crean firmemente en la posibilidad de llegar a ser parte de la minoría afortunada, hoy los españoles desean ser como Amancio Ortega, Juan Roig o Rafael del Pino. No existe espacio en esta sociedad para los que simplemente desean cambiar las cosas, no hay espacio para el debate académico o político cuando la noticia la domina el absurdo más absoluto.

España es un país en el que nadie se cuestiona que el hijo de un rico empresario derrame botellas de champán valoradas en 1000 euros en alguna piscina de Ibiza o Marbella, pero en el que escuece especialmente que un comunista pase sus vacaciones en Nueva Zelanda

Hoy la fantasía ha triunfado sobre la razón, y todos aquellos que cuestionemos las reglas del juego debemos ser tratados como disidencia, debemos ser perseguidos sin descanso por no fracasar estrepitosamente, por intentar pese a todo sobrevivir en medio de la jungla sin formar parte del conjunto de depredadores económicos que dominan nuestro futuro. Pese a que pueda sonar absurdo en cierta manera, hoy los comunistas somos los veganos del mundo de la economía.

«Iba a ser un destino malévolo: ahora se enfrentaba a la perversión de tener que ir a trabajar.»

La conjura de los necios, John Kennedy Toole.

4 Comments

  1. Hay millones de personas por debajo del nivel de la pobreza, millones de productores que les pagan su fuerza de trabajo a pelo puta bajo la amenaza de las armas. Como puede decirse que un representante de esa gente, se haga llamar comunista o no, se compra un movil de mil€ o se va de viaje a las antípodas con lo ganado con el sudor de su frente?

  2. Creo que la gente que pone a caldo a un comunista por hacer un viaje pagado con su bolsillo, no merece tanta atención. Por más que hagamos comparaciones o intentemos justificar que su dinero es suyo y hace con el lo que le apetece, no vamos a convencer a esa serie de personas de lo que no son capaces de discernir. Haría falta la reflexión y el aprendizaje desde cero. El sistema los tiene aborregados y no saben ni para que les sirve (la cabeza, digo)

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