
La presencia de la Guardia Nacional, junto con agentes federales equipados con equipo antidisturbios, ha transformado Los Ángeles en una ciudad bajo un estado de militarización.
Por Gabriela Rojas | 10/06/2025
Desde el viernes 6 de junio, Los Ángeles se ha convertido en el epicentro de intensas protestas desencadenadas por las políticas migratorias del presidente Donald Trump. Las redadas masivas del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) han generado una ola de indignación, especialmente entre la comunidad hispana, que representa aproximadamente 15,57 millones de personas en el estado de California. Estas operaciones, parte de la promesa de Trump de llevar a cabo ‘la mayor deportación en la historia de EE.UU’, han derivado en enfrentamientos violentos, una ciudad militarizada y un clima de tensión sin precedentes.
Redadas del ICE y protestas callejeras
Las protestas comenzaron cuando agentes del ICE, fuertemente armados, realizaron redadas en lugares de trabajo como el Distrito de la Moda y una sucursal de Home Depot en Paramount, un barrio con un 36% de población inmigrante. Según el cónsul de México en Los Ángeles, Carlos González, al menos 44 personas fueron detenidas el viernes, de las cuales dos tercios eran mexicanos, muchos de ellos con años de residencia en el país. En la última semana, se reportaron 118 detenciones de inmigrantes indocumentados en la ciudad, según la BBC.
La respuesta ciudadana no se hizo esperar. Cientos de manifestantes, liderados por comunidades inmigrantes, tomaron las calles con consignas como ‘¡No a las deportaciones!’ e ‘¡ICE fuera!’. Las protestas, inicialmente pacíficas, escalaron rápidamente debido a la intervención de las fuerzas del orden, que utilizaron gases lacrimógenos, granadas aturdidoras y balas de goma para dispersar a la multitud. En Paramount, los manifestantes incendiaron contenedores y arrojaron objetos, mientras que en el centro de Los Ángeles se reportaron quema de vehículos y enfrentamientos directos con la policía.
Militarización y despliegue de la Guardia Nacional
El sábado 7 de junio, Trump ordenó el despliegue de 2.000 efectivos de la Guardia Nacional, invocando una rara disposición federal que le permitió federalizar estas fuerzas sin el consentimiento del gobernador de California, Gavin Newsom. Esta medida, la primera de su tipo desde 1965, fue calificada por Newsom como ‘intencionadamente incendiaria’ y una violación de la soberanía estatal.
La presencia de la Guardia Nacional, junto con agentes federales equipados con equipo antidisturbios, ha transformado Los Ángeles en una ciudad bajo un estado de militarización. Los soldados patrullan las calles, especialmente cerca del Centro de Detención Metropolitano y el edificio federal Edward Roybal, donde se han concentrado las protestas. El secretario de Defensa, Pete Hegseth, incluso amenazó con desplegar marines desde la base de Camp Pendleton si la violencia continuaba, intensificando la percepción de una ciudad bajo asedio.
Trump ha justificado estas medidas alegando que las protestas son ‘turbas violentas e insurrectas’ que atacan a agentes federales y amenazan la seguridad nacional. En un mensaje en su plataforma Truth Social, el presidente describió a Los Ángeles como ‘invadida y ocupada por inmigrantes ilegales y criminales’ y afirmó que los disturbios solo refuerzan su determinación de deportar. Además, ha prohibido el uso de máscaras en las protestas y ha amenazado con violencia a quienes ataquen a las fuerzas del orden, generando críticas por su retórica agresiva.
En un giro polémico, Trump ha sugerido detener al gobernador Newsom por oponerse al despliegue de la Guardia Nacional, acusándolo de no cumplir con sus funciones. Newsom, por su parte, ha exigido la retirada inmediata de las tropas y anunció que California presentará una demanda contra la administración Trump por lo que considera una acción ilegal. La alcaldesa de Los Ángeles, Karen Bass, también ha criticado la presencia de la Guardia Nacional, afirmando que la ciudad tiene recursos suficientes para gestionar las protestas sin intervención federal.
Heridos y detenidos
Las autoridades han reportado un número significativo de detenciones y heridos durante los tres días de protestas. Según el jefe de la Policía de Los Ángeles, Jim McDonnell, al menos 27 personas fueron detenidas el domingo 8 de junio, con un total de aproximadamente 40 arrestos desde el viernes. Entre los detenidos se encuentra David Huerta, presidente regional del Sindicato Internacional de Empleados de Servicios (SEIU), quien resultó herido durante su arresto y fue trasladado a un hospital antes de ser llevado al Centro de Detención Metropolitano.
En cuanto a los heridos, al menos dos personas fueron reportadas como lesionadas por proyectiles no letales durante los enfrentamientos en Paramount, incluyendo una mujer atendida en el lugar. No se han proporcionado cifras exactas de heridos totales, pero los informes describen un ambiente caótico con manifestantes y agentes enfrentándose en múltiples puntos de la ciudad.
Antecedentes de disturbios raciales
Los disturbios actuales no son un fenómeno aislado en Los Ángeles, una ciudad con una larga historia de tensiones raciales y sociales. Dos eventos destacados marcan este historial.
Blowouts de 1968
Alrededor de 15.000 estudiantes mexicano-estadounidenses del este de Los Ángeles se manifestaron para protestar por las desigualdades educativas en comparación con sus compañeros blancos. Estas protestas, conocidas como ‘Blowouts’, fueron un precursor del movimiento por los derechos civiles chicanos y lograron impulsar cambios en los planes de estudio.
Disturbios de 1992
Tras la absolución de cuatro policías blancos acusados de la brutal paliza a Rodney King, un hombre afroamericano, Los Ángeles vivió una semana de disturbios que dejaron 63 muertos, más de 2,383 heridos y daños materiales estimados en más de mil millones de dólares. Las protestas, centradas en el centro-sur de la ciudad, reflejaron las tensiones raciales entre comunidades afroamericanas, hispanas y asiáticas, así como la desconfianza hacia las fuerzas del orden.
Estos antecedentes muestran cómo Los Ángeles ha sido un punto focal para la resistencia contra la injusticia social y racial, un patrón que parece repetirse con las protestas actuales, aunque ahora motivadas por políticas migratorias.
La militarización de Los Ángeles y la represión de las protestas han generado un profundo sentimiento de miedo e indignación entre las comunidades inmigrantes. Activistas como Ron Góchez de Unión del Barrio han denunciado las tácticas del ICE, acusándolas de sembrar terror y desalentar la defensa de los inmigrantes. La Coalición por los Derechos Humanos de los Inmigrantes de Los Ángeles (CHIRLA) ha calificado las redadas como una ‘cruel excusa’ para justificar políticas antiinmigrantes.
Mientras tanto, la administración Trump defiende las deportaciones como esenciales para la seguridad nacional, con metas ambiciosas de 3.000 arrestos diarios a nivel nacional. Sin embargo, las detenciones de residentes legales y las condiciones en los centros de detención, descritas como hacinadas y con acceso limitado a abogados, han intensificado las críticas.
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