La colina donde rugen las leonas kosovares

Desde su colina, Li, Qe y Jeta, desafían a su mundo, rompen las reglas, desobedecen a sus familias y a cualquier autoridad, y deciden que si no les espera ningún futuro, es mejor tomar las riendas del presente

Por Angelo Nero

“La colline où rugissent les lionnes” es el debut como directora de la actriz franco-kosovar Luàna Bajrami, a la que hemos visto en la notable “Retrato de la jeune fille en feu” (Céline Sciamma, 2019), y más recientemente en “L’événement” (Audrey Diwan, 2021), que ganó el León de Oro en el Festival de Venecia de ese año. En este film de jóvenes que se rebelan ante la falta de futuro, también tiene un papel secundario, aunque sean Flaka Latifi, Era Balaj, Urate Shabani, las protagonistas indiscutibles de esta historia que se desarrolla en un pueblo de Kosovo, al que estas leonas rugen desde su colina, negándose a asumir el destino que le señala una sociedad cerrada, que les ofrece pocas oportunidades, y a la que enfrentan de una forma decidida.

“Quería una película a la imagen de todos estos jóvenes. Quiero que se escuchen. Quiero que seamos escuchados. Este pueblo en Kosovo es solo un contexto realista, para contar los tumultos de estos jóvenes corazones ardientes. Li, Qe y Jeta, los protagonistas, encarnan esta juventud”, señaló a la prensa francesa esta joven directora, que con solo 21 años ya encarna toda una promesa en el panorama europeo, gracias a esta película, en la que Luàna encarna a Léna, una joven kosovar que vive (como ella) en París, y regresa a Kosovo de vacaciones, para encontrarse con las tres jóvenes que viven en aparente estado salvaje, aunque carecen de libertad.

Mientra Li, Qe y Jeta, se dirigen hacia su propio abismo, como una suerte de “Thelma & Louise” kosovares y en formato de trío, mientras en el camino cogen todo aquello que desean, rompiendo todas las fronteras posibles (excepto las de Kosovo), y que también nos recuerda a la rebeldía de las jóvenes turcas de “Mustang” (Deniz Gamze Ergüven, 2015), o a las adolescentes suecas de “Fucking Åmål” (Lukas Moodysson, 1998), al fin y al cabo, la rebeldía juvenil, esas ansias de coger una lata de gasolina y una cerilla, es algo que se repite en todo el mundo.

Desde su colina, Li, Qe y Jeta, desafían a su mundo, rompen las reglas, desobedecen a sus familias y a cualquier autoridad, y deciden que si no les espera ningún futuro, es mejor tomar las riendas del presente, aunque esto lleve implícito un riesgo, que asumen con todas las consecuencias. Así deciden formar una banda con la que comienzan a robar en tiendas y supermercados, “quien va a sospechar de nosotras, le echarán la culpa a las pandillas de hombres”, afirman en un momento del film, y a disfrutar del botín sin preocuparse por despertar sospechas.

“Mi objetivo era que la gente viera y no mostrara. Es como si estuviéramos con las niñas, que conviviéramos con ella, que las acompañáramos . Así fue por un momento suspendido creímos más que nada, como Qe, Li y Jeta, que otro destino es posible, libre y fogoso. La música envuelve la película, el ritmo, que la secuencia de escenas, momentos vívidos, viene a acompañar. El cerro donde rugen las leonas está hecha de destellos, de momentos bendecidos, de violencia, de salidas necesarias, pero es sobre todo una primera película generosa, fuerte e intensa,” afirma su directora.

La interpretación de las debutantes Flaka Latifi, Era Balaj, Urate Shabani, es el mayor atractivo de la película, así como la fotografía exquisita de Hugo Paturel, que nos dibuja un fresco realmente atractivo del paisaje rural de Kosovo. Tal vez el final abrupto y un poco surrealista del film sea lo que no termina de hacer de “La colline où rugissent les lionnes”, una obra redonda, pero seguro que la joven Luàna Bajrami, no tardará en sorprendernos con una nueva visión hacia su país natal.

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