Por José Antonio Martín Acosta
Piafar de la gleba
Ante el recado doloso de la muerte
Siervos somos
En actitud de ofensa
Defendiendo aquello
Vilmente robado por la sierpe
Crepitar de la gente
Completamente dolorida
En un fuego de estufas
En un engranaje de liendres
En un remanso de violencia
Ejercida sabiamente desde arriba
Discernir de la masa
Sabia incertidumbre sin miedo
Lugar de la noche
Entre luciérnagas
Cavilar ardiente
Haciendo aguas a futuro
Y el alma en un ascua
Pendiente de encender farolas
Como la lucha que no cesa
O el lumpen que nos detiene
Porque ya va siendo hora
De que la noche sea nuestra
Y también todas las armas fabricadas
Por el miedo
Y el estrépito que asusta
Y el amor que anuncia fruslerías
Que esta causa es pretérita
Que esta causa nuestra de ahora
No es de ahora ni de nunca
Esta causa es una causa eterna
Del ser contra la nada.
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