Por Gonzalo Busqué
En los años 90 se definió como la “Brunete mediática” al arma principal del régimen del 78 para describir el entorno mediático opuesto al ejercicio de la voluntad de los ciudadanos y por tanto el ejercicio de la soberanía popular. Le llamaron así a ciertos periodistas y medios de comunicación, porque en realidad es un arma que manipula enormemente la realidad presente y las realidades históricas, creando o fortaleciendo la falsa conciencia en la gente, todo ello al servicio de un poder que es siempre con su ayuda, el gran delincuente impune.
Decía Suso del Toro en un artículo de opinión en el diario.es, allá por el 2014 que “quien analice qué falló en la democracia española, además de su origen posfranquista tendrá que atribuirle gran responsabilidad a las cabeceras de prensa madrileñas y las emisoras de televisión“.
Cinco años después y observando lo que se dice y escribe en La Sexta, El País, la Ser, El Mundo, etc. a propósito de la investidura de Pedro Sánchez y la postura de Podemos, vemos que nada ha cambiado, da igual que sea Inda, Ferreras o Pepa Bueno.
Decía también que la labor de la prensa debería ser el informar críticamente, pero la saña y la malevolencia de los medios de comunicación son casi unánimes, no se trata de un examen y una persecución a Podemos sino de una ejecución sumaria y continuada.
La violencia de las empresas de comunicación españolas, son un arma destructora de quien cuestione los consensos de hierro del sistema político surgido de la mal llamada transición o Régimen del 78. Su modo de actuar sigue siendo invisibilizar a los disidentes y si no lo consiguen destruirlos con la ridiculización y la mentira. En ésas están, no hay que ser miembro, simpatizante o posible votante de Podemos, para señalar la actuación políticamente homicida de la mayoría de los medios de comunicación. Basta con creer en la democracia para hacerlo.
Hoy el periodismo en España es en su mayoría un instrumento más de opresión y desinformación, capturado y al servicio de la oligarquía económica y política dominante.
Su lema, “Larga vida al Régimen, el pueblo ha muerto”.
Le llaman democracia y no lo es, o lo es poquito, lo que viene a ser lo mismo, porque cuando la información no está al servicio y alcance de la verdad, la democracia desaparece.
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