Imaginen por un minuto que una región del país en el que viven está controlada por terroristas, buena parte de los cuales, además, provienen desde otros lugares del mundo con el propósito de participar en una especie de guerra contra las libertades fundamentales y contra el respeto a las minorías, en un estado social donde la convivencia pacífica estaba normalizada y a la orden del día. ¿Cuál sería la primera obligación del gobierno de ese país imaginario? Obviamente, restablecer la soberanía y la ley sobre su territorio, derrotar y detener a todos los terroristas, sean patrios o ajenos, y restaurar las instituciones que garantizan la coexistencia en libertad y tolerancia de toda la ciudadanía.
Hasta ahí todo normal, pero ¿qué sucedería si muchos de los países que han contratado a los terroristas en su propio beneficio pretenden evitar su caída con todos los medios a su alcance? ¿qué sucedería si los estados reclutadores del terrorismo internacional estuvieran evitando conscientemente su vuelta los lugares de origen para no tener que bregar con ellos? ¿qué sucedería si estos mismos países le siguen pagando un salario mensual y les proveen de armas, municiones y refuerzos? Pues que debería recaer sobre ellos todo el peso de las leyes internacionales y sus líderes debieran ser juzgados por crímenes de lesa humanidad. Pura y simple lógica ¿verdad?
Pues pongámosle nombre ya a nuestro país imaginario, por si alguien aún no lo había adivinado. ¿Por qué cuando hablamos de Siria, la lógica y las obviedades ya no lo son tanto? Y no, no vale argumentar complejidad como excusa, como en muchas ocasiones se hace. Esa es solo la manera de apartar a la ética, la razón y el discernimiento del análisis político, es alejar a la opinión pública intencionalmente de los conflictos internacionales, para tener las manos libres para efectuar las más atroces barbaridades. Pero la realidad es la que es y suele ser muy tozuda. Muchas veces oímos a gobiernos o a políticos justificar el asesinato de civiles, las matanzas de niños o cualquier otra salvajada arguyendo que la situación es muy compleja y que no estamos preparados para barajar todas las variables en juego.
Pero se pongan como se pongan, una cosa es indiscutible, Siria, su presidente, su gobierno y su ejército, poseen todo el derecho a liberar su territorio de las manos terroristas y extranjeras que actualmente lo ocupan. Más aún, tienen la obligación de hacerlo cuanto antes. Deben rescatar a su ciudadanía del secuestro a que son sometidos por los integristas islámicos, con al Qaeda al frente de todos ellos. No hacerlo sería una imperdonable dejación de funciones.
¿Cuál es el papel de Occidente en Siria? No es nada complicado de averiguar, hay mucha literatura al respecto. Europa, EEUU y sus dictaduras aliadas del Golfo iniciaron una guerra contra Siria en 2011 pero, en vez de usar sus propias fuerzas en la contienda (y para ocultar su participación en la misma), reclutaron un ejército de mercenarios procedentes de la propia Siria y de otras decenas de países para derrocar a Bashar el Assad, un presidente que cuenta con más del 70% del apoyo de su población, según datos manejados por la propia OTAN y por los resultados de los procesos electorales llevados a cabo dentro y fuera del país entre la población refugiada.
Durante años, el terrorismo practicado en Siria por los yihadistas simplemente no existiópara la prensa y los gobiernos occidentales. Solo fue a partir de 2014, tras la aparición del mediático Daesh, cuando admitieron que el gobierno sirio sí luchaba contra terroristas. No obstante, a al Qaeda siempre la incluyeron entre lo que llamaban “rebeldes moderados” dignos, por tanto, de recibir apoyo, armas, entrenamiento y protección mediática y diplomático. Pero lo cierto es que los rebeldes moderados prácticamente son poco más que una leyenda. Sí que pudieron existir exiguamente en 2011 tras producirse algunas deserciones en el seno del Ejército Árabe Sirio regadas generosamente con los petrodólares del Golfo. Pero tras unos pocos meses, o bien fueron eliminados o acabaron integrándose en estructuras terroristas. Así que, prácticamente desde el primer día de la supuesta “primavera árabe”, el gobierno de Assad se ha enfrentado en exclusiva a grupos terroristas alimentados por países de la OTAN y el Golfo Pérsico.
Sin embargo, para que gobiernos de corte democrático pudiesen servirse de mercenarios terroristas para lograr sus oscuros fines geopolíticos, era necesario dotarlos de una pátina de legitimidad que no erosionase la suya propia. Por eso a todos los miembros de las diferentes mutaciones de al Qaeda (Frente al Nusra, Hayat Tahrir Al Sham) siempre se los ha considerado como civiles cuando caían en batalla o como rebeldes moderados cuando se los menciona en conjunto. Todos, absolutamente todos los expertos en la guerra de Siria saben que la provincia de Idleb es el último feudo terrorista en manos de al Qaeda del país, sobre todo tras las guerras intestinas entre grupos terroristas de Idleb de 2017, cuando Hayat Tahrir Al Sham se hizo con el control de la mayoría del territorio. En lo que podían diferir es en el porcentaje de territorio que ocupaban, que iba desde un 60% a un 70% del total, según la fuente consultada. Aunque si observamos los mapas actualizados a día de hoy después de la reciente ofensiva, ahora podría superar fácilmente el 80%, si contamos la presencia de al Qaeda en Latakia, Idleb y Alepo sur, las zonas en las que se han producido los recientes combates con tan magnífico resultado para el gobierno sirio.
Pero el resto de combatientes opositores de la región, a pesar de no pertenecer activa o formalmente a al Qaeda, tampoco son unos angelitos. Nuredin al Zinki, uno de los grupos más poderosos de los que luchan contra el gobierno sirio, estuvo durante mucho tiempo coaligado con al Qaeda hasta su ruptura. Muchos hemos podido ver los vídeos donde los líderes de al Zinki ejecutaban a un niño palestino enfermo, recién raptado del hospital, por considerarlo un espía del gobierno, degollándolo entre risas sin ningún tipo de reparos morales. La inmensa mayoría de los grupos que combaten a Damasco, comparten credo, filosofía y proceder con al Qaeda o el Daesh y solo se distinguen de ellos por los logotipos o las insignias que adornan sus uniformes. En este sentido, el gobierno sirio está inmerso en la madre de todas las guerras, la guerra contra el terrorismo, pero el de verdad, no la mala excusa usada por EEUU para justificar sus invasiones. Si la victoria siria sobre el Daesh y la destrucción de su califato ha supuesto el mayor golpe sufrido por la banda en toda su historia, otra victoria consecutiva sobre al Qaeda hará de este mundo un lugar más seguro por mucho tiempo.
Esa es la verdadera significación de lo que acontece en Idleb. Siria se enfrenta a al Qaeda para liberar lo que resta de su territorio nacional, mientras que un ejército de la OTAN —Turquía— trata de impedírselo por la fuerza. Para colmo, otros países miembros de la Alianza Atlántica piden detener la ofensiva final que acabaría con el terrorismo en Siria, con la excusa de acabar con el éxodo de refugiados hacia Europa, algo que podría suceder de manera inmediata si dejasen a Damasco en paz. Pero parece que prima más mantener la guerra a toda costa, aún a sabiendas de que no la podrán ganar, que el coste en vidas y refugiados que pueda causar. En cualquier caso, ya pagarán a Erdogan unos pocos miles de millones de euros más para que los refugiados no salgan del infierno de los campos de concentración donde los internan, bendito humanitarismo a la europea.
Al Qaeda no se ha sentido concernida en ningún momento por la tregua que Putin le ha arrancado a Erdogan, todo contrario, los bombardeos artilleros continuan, especialmente, en los alrededores de Saraqib, la pérdida reciente más preciada por los terroristas. Cuando el Ejército Árabe Sirio responda en defensa propia, los medios de la prensa libre solo hablarán de ruptura de alto el fuego de Assad, de asesinatos de civiles, de crisis de refugiados… y el listado habitual de monsergas a que nos tienen acostumbrados. Ni una palabra sobre la adscripción terrorista de los protagonistas, al Qaeda en Siria seguirá protegida por el mismo manto mediático que la encubre desde 2011. Y por supuesto, ni una palabra sobre que la guerra de Siria es la batalla más crucial que libra la Humanidad.
Juanlu González. Bits Rojiverdes
Cuando veo lo que ocurre en Siria Afganistán, Libia, y otros sitios donde la guerra y sobre todo la verdad y la vida an perdido todo su valor recuerdo la frase de Sadam Husein cuando las tropas Americanas o internacionales se dirigían a barrer su régimen y la vida de muchos inocentes en Irack: «Está será la madre de todas las guerras». Tendría el la visión fugaz de este caos de guerras locales en medio Oriente, parecen palabras profética ya que la paz no volvió a esas tierras nunca más solamente quedan las masacres sectarias los odios religiosos y sociales
En las cárceles de Irack nació o se gestó el Estado Islámico, bajo torturas y muerte, y lo demás lo vemos día a día en Siria, Irack, Libia, etc. Un desastre que Sadam parecía tener muy claro, y seguro se ríe en su tumba.